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Elisa, vida mía

Drama A punto de separarse de su marido, Elisa visita a su padre para celebrar el cumpleaños de éste, al que no ha visto desde hace veinte años, ya que abandonó el hogar cuando ella era aún una niña. Él vive retirado en el campo, dedicado a escribir sus memorias. Elisa, que no quiere volver a su casa, decide quedarse una temporada. Es entonces cuando la relación entre padre e hija empieza a hacerse cada vez más profunda. (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
20 de septiembre de 2005
37 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una de las películas más complejas de la historia del cine. El motivo argumental es solo un pretexto para investigar sobre las posibilidades de la enunciación de la voz en cinematografía. Además hay toda una trama de las posibilidades de la modificación del tiempo y el espacio, dada la ambigüedad inherente al modo de representación (siempre en presente) del lenguaje cinematográfico. Recuerdos, pasado, memoria, presente y proyección del futuro en unas imágenes que no sabemos en ningún momento si proceden del diario que escribe el padre (Fernando Rey): Esto es, las imágenes se "están escribiendo", o de la lectura que de este diario hace su hija (Geraldine Chaplin): Esto es, las imágenes se rememoran en la lectura. Además de todo, un tejido en el que se trata sobre la muerte, la creación, el teatro, en fin... la vida, con toda su amplitud. Sobre citas de El Criticón de Gracián, de la gnosienne de Satie (que evoca la imagen borrosa, el recuerdo impreciso), el gran teatro del mundo de Calderón y el mito de Pigmalión, en versión de la ópera barroca francesa, se construye una de las obras maestras del cine de todos los tiempos; claro que, hace falta un poquito de atención y revisión, pues, si no, no se entenderá nada, como ocurre con los deglutidores de cine de usar y tirar.
Scarlatti
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28 de septiembre de 2005
27 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
...nos ofrece en esta perturbadora y ambigua pelicula una visión intimista del reducido mundo en el que se reencuentran, durante unos días, una mujer dispuesta a romper su matrimonio (Gerladine Chaplin) y un hombre viejo, enfermo y solitario, que mata el tiempo escribiendo las memorias de sus fracasos y sus particulares reflexiones sobre el mundo y sus habitantes (un Fernando Rey que se sumerge a fondo, con maestría, en su papel). Saura evoca aquí, y me parece que mucho, esa forma de hacer cine de Ingmar Bergman, no sólo en las formas sino también en el planteamiento. Drama difícil de asimilar, por su complejidad y por la mezcla de recuerdos del pasado que se confunden a veces con la realidad presente. Apta solamente para quienes tengan un poco de paciencia ... y sepan apreciar el arte en sus envolturas más enigmáticas.
ANTOINE
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19 de noviembre de 2013
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los típicos films intimistas de Carlos Saura donde desde el primer momento se palpa que la base de todo serán los diálogos. Durante la primera hora esos diálogos se combinan con unas bellas elipsis narrativas que ayudan a combatir el sopor pero luego conforme va avanzando el metraje se abandonan esos momentos de relajación y todo el interés potencial de la obra se emborrona un tanto al caer en una retórica excesiva. Sin embargo la película por muy poco no llega al nivel de las grandes obras de Saura como "La caza" que era inolvidable y en ella los fascinantes intérpretes Geraldine Chaplin y Fernando Rey deslumbran al espectador. Que los diálogos pesen ocasionalmente en la narración no quiere decir que no resulten brillantes en algunos momentos y la película tiene ese atractivo misterioso característico de casi todas las producciones de Querejeta filmadas por Saura que demuestra inteligencia en el dominio del lenguaje cinematográfico y crea algunos momentos sugestivos. Es un film que a pesar de sus pequeños defectos es digno de atención y que como ocurre con las obras que son demasiado personales puede gustar más o menos dependiendo del tipo de espectador que la visiona. Quienes no consigan entrar en el complejo universo cinematográfico de Saura puede que se aburran pero aquellos que si entren en ese universo quedaran fascinados con "Elisa, vida mía".
Cromatico
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12 de diciembre de 2013
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El reencuentro de una hija con problemas sentimentales (Chaplin) y el padre, profesor de escuela que está escribiendo sus memorias (Rey), en el caserón campestre de éste...Las constantes saurianas aquí se dan cita aquí con irregularidad: la infancia, la inseguridad y la memoria, bajo un ambiente intimista, reflexivo y triste, más trascendental.
En "Elisa, vida mía" se trata la identificación hija-padre, desde la perspectiva de ambos, a través de recuerdos y una interacción pesadillesca del presente y el pasado; una hija traumatizada, insegura y obsesionada, enamorada también, de su padre junto al cual encuentra esa seguridad precisamente, dónde su hipersensibilidad se asienta en una mayor sensatez y tranquilidad.
Saura intenta impregnar a la película de una mayor espontaneidad en las interpretaciones (premio para Rey en Cannes) lo cual no es muy afortunado por la heterogeneidad de la pareja elegida:la seca y fría Chaplin; el sabio y maestro Fernando Rey. Tal es así que durante dos terceras partes de película la relación padre/hija se hace distante no por intenciones del guión sino por la escasa química actoral. Esto hace de "Elisa, vida mía" una irregular obra, de deficiente estructura: un inicio discreto, un desarrollo soporífero y una parte final realmente buena dónde todo brilla y convence.
Dos detalles, por último: la magnífica fotografía de Teo Escamilla y el horrible sonido, que acompañado de la dicción de Chaplin o Brisky, y al menos en la copia que yo vi hace muchos años, la alejan todavía más de mi atención. A revisar, por tanto, pues bien se sabe que soy seguidor del bastante maltratado Saura.
kafka
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19 de mayo de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Confieso que me ha gustado mucho más que la primera vez que la vi, Saura siempre fue valorado como uno de los cineastas de mayor prestigio internacional y sus films siempre despertaron expectación. En esta ocasión, una película de una gran complejidad narrativa, poética, personal y llena de sensibilidad, indagando en el interior de lo seres humanos. El film aborda tiempo presente, tiempo pasado y las fantasías no vividas, en medio de un profundo ejercicio de introspección psicológica. La familia como creadora de traumas, asuntos complejos que resaltan la incapacidad de comunicación entre seres queridos, con encuentros y desencuentros continuos. Las relaciones de pareja y las paterno filiales. Excelentemente encarnados por Fernando Rey y Geraldine Chaplin, esta última, pareja del cineasta y colaboradora habitual en sus films de aquella época.

El film aborda el reencuentro de un padre que se dedica a escribir sus memorias y una hija que intenta olvidar problemas conyugales, que llevan años separados, y que de hecho nunca habían llegado a “conocerse”. Para dar cuerpo dramático a esta situación, Saura articuló una historia en la que se combinan en perfecta continuidad narrativa diferentes tiempos y lugares, realidad y ficción, recuerdos e imaginación. Un conjunto de elementos escogidos en función de la magia que se desprende de ellos y de las sugerencias que puedan despertar en el espectador. Por lo tanto, este film es de los más herméticos del director aragonés, pero también, el más abierto a cualquier tipo de interpretaciones. Este proceso de depuración estilística no ha sido sólo temático sino que se ha visto acompañado de la correspondiente envoltura formal. Saura ejerce un control artístico absoluto, escribe y dirige, cambió al director de fotografía habitual, al tiempo que ha decidido prescindir de temas musicales originales para incluir únicamente músicas elegidas por el mismo según sus preferencias: el compositor de ópera barroca Jean-Philippe Rameau y el compositor Erik Satie son aquí quienes protagonizan con su música exquisita, delicada y melancólica los momentos claves, que dan como resultado el ritmo narrativo, pausado, contemplativo del film, que le es característico.

La notoria predilección del cineasta por la fascinación y el hechizo, propios de las situaciones y los personajes enigmáticos, propician el monologo interior y la función mágica de la música como hilo conductor de la acción y elemento unificador de distintas coordenadas espacio-temporales. Mezcla de realidad objetiva y de subconsciente irracional, suma sin fisuras de las experiencias racionales y de las intuiciones emotivas, Luis y Elisa, padre e hija, dos seres encerrados en un espacio único, se entregarán a un extraño juego de desdoblamiento y transmutación de personalidad en el que se irán reproduciendo situaciones y relaciones (padre/niña pequeña; marido/mujer) que ha sido, serán o, tal vez, podrían ser… Si en el universo de Saura están siempre presentes los monstruos de la razón reprimida, en Elisa son los monstruos cotidianos – peleas, angustia, resentimiento, miedo – los que se reflejan explícitos en los sueños y la imaginación.

Combinación armónica de tiempo, memoria, soledad y muerte, , la principal tónica del film es su ambigüedad. Ambiguas son las memorias que escribe Luis y muy en especial los textos que se refieren a su hija, redactados como si se tratara del diario de ésta. Padre e hija iniciaran una especie de acercamiento/conocimiento que tiene mucho de psicodrama mutuo. Ambos huyen y buscan encontrarse a sí mismos en una casa apartada del mundo, del ruido, al margen de las conveniencias sociales, para evitar ser molestados. El resto de familiares que aparecen en el film no tienen importancia para el cineasta, son culpables de haber caído en el convencionalismo impuesto por un orden social represivo y alineante. Mucho se ha escrito de “Elisa, vida mía”, si era distinto de los anteriores, sino había simbología social y política. Este film no es distinto de los anteriores, porque los personajes vienen a ser los mismos, solo ha variado el tratamiento, cambiando la acusación crítica por la amargura psicoanalítica y por el hecho de que los condicionamientos ejercidos por la familia, la religión y el sexo aparecen más sutilmente velados. Aunque muchas veces estuvo influido por Buñuel, aquí lo está mucho más por Bergman. Película que disfrutarán los sibaritas del buen cine introspectivo.
Antonio Morales
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