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Entre viñedos

Drama. Comedia Jean dejó a su familia y a su Borgoña natal hace diez años. Al enterarse de la inminente muerte de su padre, regresa a la tierra de su infancia. Él se reencuentra con su hermana, Juliette, y con su hermano, Jérémie. Su padre murió justo antes del inicio de la cosecha. En el espacio de un año, al compás de las cuatro estaciones, los tres jóvenes se recuperarán y reinventarán su fraternidad, floreciendo y madurando junto con el vino que producen. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
4 de noviembre de 2017
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre vuelve a la Borgoña, tras una ausencia de diez años, para ver a su padre antes de morir. Con sus dos hermanos, hereda las viñas que conforman el patrimonio familiar, un legado envenenado porque no pueden pagar el impuesto de sucesiones. Por lo tanto, han de replantearse qué hacer con la casa en que nacieron y los viñedos.
Ésta es una historia de cómo se tejen las relaciones humanas, los momentos difíciles de incomprensión, de ira, de rebeldía, de alejamiento. Y una historia sobre nuestra relación con la tierra, la tierra que nos pertenece, pero a la cual también pertenecemos. El dilema de vender o no vender para sobrevivir, de tirar adelante con lo puesto, de ser fieles a la tradición que, quieran o no, les arrastra hacia el futuro. Cédric Kaplisch se pone inusualmente serio en este relato ambientado en la verde Borgoña, verde pero también lluviosa, dura y exigente. Evitando en lo posible la sacarina y el sentimentalismo, dibuja con mano maestra a los personajes y los lazos que tanto les unen como les alejan. Diálogos creíbles, situaciones perfectamente plausibles, escenas de una ternura que surge más de lo que vemos que de lo que oímos, un soterrado humor que permea incluso los momentos más tensos. Estamos acostumbrados a la excelente calidad del cine galo de los últimos tiempos, y es un verdadero placer ver a seres humanos en la pantalla, no simples monigotes.
Hay que ver Ce qui nous lie (el título francés es mucho más explícito que el castellano: lo que nos une) sin prisas, dejándose llevar por el tempo de las imágenes, que pondrá nerviosos a quienes prefieran una de bofetadas a obras de un calado más profundo como la que nos ocupa. Con unos actores de una naturalidad singular (imposible destacar a unos sobre otros, aunque siento debilidad por Ana Girardot, inmensa actriz), una banda sonora medida, adecuada, salpicada de canciones tan hermosas como conmovedoras, y una fotografía enamorada de los paisajes que está filmando, esta cinta constituye una muy agradable sorpresa, como un oasis en medio de las tormentas desencadenadas a nuestro alrededor. No tengáis miedo a dos horas de sensibilidad. Saldréis recompensados.
Eduardo
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28 de febrero de 2018
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La traducción del título original francés sería mas o menos "Lo que nos une" que claramente hace referencia a los lazos que unen a una familia que se gana la vida con el vino, una tradición que heredaron de padres a hijos durante varias generaciones. El hermano mayor Jean decidió marcharse a dar la vuelta al mundo hace 10 años por problemas con su padre, afincandose en Australia donde también cultiva uva. Después de la muerte del padre Jean , surge el conflicto entre los hermanos de lo que quieren hacer con las tierras

El director Cédric Klapisch demostró en películas anteriores como L'auberge espagnole (Una casa de locos) o Las muñecas rusas lo bien que se le da construir melodramas familiares con relaciones y personajes bastante creíbles. En este caso la región francesa de Borgoña es un personaje más, con unos paisajes diferentes y preciosos en las diferentes estaciones del año.

Pero la película queda demasiado edulcorada con unos flashbacks demasiado enternecedores que no llegan a funcionar, unas cuantas escenas irrelevantes y una narración en off que no ayuda demasiado. El guión corre a cargo de Klapisch y del también director argentino afincado en Francia Santiago Amigorena en su segunda colaboración después de Ni a favor ni en contra (sino todo lo contrario).

En la parte final se recupera un poco subiendo un poco el interés que por la mitad del film se ha perdido. Destacan las interpretaciones femeninas de Ana Girardot y de nuestra Maria Valverde.
Destino Arrakis.com
videorecord
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6 de junio de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cedric Klapisch, se maneja bien en la comedia de tono amable donde las aristas del drama están lo suficientemente limadas para no hacer sangre. Lo demostró con su anterior trabajo "Nueva vida en Nueva York" (2013) con la que concluyó la llamemoslá "trilogía Erasmus". En esta ocasión no cuenta con su actor fetiche Romain Duris, pero ha conseguido una tripleta protagonista a la que se une Maria Valverde y el resto del elenco, bien definida, entrañable, con una química y un trabajo actoral impecable con la que empalizamos desde el primer minuto. 

El director ha vivido en la Borgoña. De su experiencia en esta tierra de vinos ha construido un guión cuya base es la tierra y todo lo que rodea a la elaboración de sus caldos. Caldos que llevan los nombres y apellidos de cada uno de los miembros de la familia que los elabora. A la par que aprendemos nociones muy básicas de su elaboración y recolección de forma casi documental, compartimos una reflexión sobre la familia en general con tres hermanos unidos por lazos de tradición, que se  reencuentran a la muerte del padre para redescubrise individual y colectivamente y poner en valor aquello que consideran verdaderamente importante por encima de aspectos meramente materialistas. Juntos son fuertes, juntos superaran sus incertidumbres vitales juntos harán un vino que llevará su impronta. 

Película agradable, entretenida, de fácil digestión, balsámica incluso que nos da un respiro entre tanta hecatombe de todo tipo que puebla las carteleras reflejo de un mundo que ha perdido su conexión con la naturaleza y desoye sus enseñanzas.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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15 de marzo de 2018
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puntuación: 7,5

La obra del director/guionista francés Cedric Klapisch (“Una Casa de Locos” y “París” entre otras) nos sitúa en el campo francés en una de las actividades que más enorgullecen al país: la vitivinicultura. Para relatar la historia de Nuestra Vida en la Borgoña, Klapisch reúne a Pio Marmai, Ana Girardot y Francois Civil como los tres hermanos protagonistas cuyas vidas se enredan como las guías de las vides entre sí.

Tres hermanos que se han separado hace algunos años se encuentran ante una disyuntiva al quedar herederos de un viñedo que ha sido propiedad de la familia por décadas. La reunión hace renacer los sentimientos, las raíces y los viejos rencores. Una muestra de que ninguna familia es perfecta pero, todas pueden ser funcionales cuando se impone el cariño.

Jean (Pio Marmai) es el mayor, una especie de aventurero que por decisión propia hace varios años se alejó de la vida en la Borgoña y de la familia para “ver mundo”. Sus correrías le han llevado a las cuatro esquinas del planeta y su regreso a la hacienda familiar no es mera coincidencia. Su padre (Eric Caravaca) está gravemente enfermo y Jean debe regresar entre renuente y anhelante. En el dominio familiar se encuentra Juliette (Ana Girardot) su reservada y tímida hermana, en cuyas manos extraoficialmente se encuentra el viñedo.

El hermano menor, Jeremie (François Civil) se ha casado con una rica heredera vitivinícola y prácticamente trabaja para su suegro, quien considera que él no reúne los requisitos para ser un buen vinicultor.

Jean y Jeremy dan el movimiento a la historia, jugando básicamente con el sentimiento de culpa; uno por ausencia y otro por incredulidad de sus propias aptitudes. Esta dinámica de fuerzas, aumentada por el tiempo que sucede dentro de la trama (un poco más de un año) van condimentando la arena de estos dos personajes al darnos más planos de sus motivaciones y del como ninguno cae de pie en las expectativas que ellos mismos tienen de sí.

Jean tiene problemas además de los que tuvo con su padre y que forzaron su partida, de relación con su pareja; pero extraña a su hijo y su hogar en Australia.

Jeremy está empantanado bajo la autoridad del suegro, las expectativas de su mujer y el deber de ser padre.

Mientras que el personaje de Juliette se mantiene tan elusiva como su misma trama; prácticamente su presencia es ingrávida, no llega a representar un crecimiento real del personaje de una forma contundente, es una mujer que está sola, que se hace cargo de un viñedo porque las circunstancias la empujaron a ello y cuando la tentación amorosa llega demasiado cerca, tampoco la retiene con fuerza; Juliette quiere, pero no sabe bien a bien cómo, o al menos no logra crecer para poder tomar ese control definitivamente en el momento adecuado. Su función es facilitar las cosas, tender uniones de una manera muy sutil. Sin pesar demasiado logra equilibrar a sus dos contrapartes filiales.

Klapisch plantea en esta reunión la línea melodramática en la que la adversidad (representada en parte por un enemigo universal que es el sistema de impuestos, y las propias historias de los personajes a raíz de la ausencia del padre) maneja el destino y hace que las historias se mezclen y se enreden entre sí de una manera natural. Familia, más ausencias, más herencias, más reencuentros, más fisco… no son una buena combinación… pero no es insalvable.

El mundo de los tres hermanos sucede rodeado de un ambiente campestre delicioso, con idílicas tomas de la campiña y el trabajo siempre constante y dedicado que implica (ancestralmente de forma cultural) el trabajar en un viñedo. (Sin exentar las fiestas de la vendimia) Pero además Klapisch nos da, en varios flash back, parte de la vida de estos tres hermanos mientras crecían y aprendían de su padre los secretos del oficio y esto dota a la trama de ese aspecto que va imbuido en el espíritu del buen vino: la tradición en la factura y el añejamiento dotan el carácter y la exquisitez en el paladar, en eso la película tiene un gran acierto.

Klapisch ha tenido experiencia en manejar historias con diversas líneas argumentales y mantener el nivel de entretenimiento y equilibrio para no favorecer una trama más que la otra llevándolas simultáneamente, así que esta no es la excepción. Presenta sus historias en arenas reales, impregnadas con fuerte sabor regional. “Una Casa de Locos” o “París”, ofrecen una vista muy puntual del “día a día” y por ello esta visión de la Borgoña nos hace transitar entre sus bodegas, sus viñedos y sobre todo esa sensación de “estar ahí” saboreando una copa de sus vinos rojos.

Nuestra vida en la Borgoña habla de una familia normal y su capacidad de enfrentar cambios, desacuerdos y pruebas, de cómo sin importar lo particular de su funcionalidad aparentemente disfuncional, lo que une a una familia, más allá de los lazos de sangre, de la tierra y de la tradición, más allá de relaciones dulces o amargas, está la necesidad de entenderse y amarse en todas las formas, aunque muchas veces sean casi contradictorias y transformar en unión lo que podría ser motivo de desunión; porque al final de cuentas en todo el mundo, así es como funcionan las familias.

Escrito por Fabian Quezada Leon
https://cinemagavia.es/nuestra-vida-en-la-borgona-pelicula-critica/
Cinemagavia
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18 de marzo de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jean (Pio Marmai) regresa a la casa familiar en Bergoña, tras haber salido a conocer el mundo y establecerse junto a su mujer e hijo en Australia, el motivo de su regreso es el estado de salud de su padre, a quien puede visitar en el hospital poco antes de morir.

Ahora lo que queda para Jean y sus dos hermanos, Jérémie (François Civil) y Juliette (Ana Giradot), es decidir cómo manejar los asuntos relacionados con la herencia, y con el negocio familiar y demás propiedades, donde lo más complicado será lidiar con sus personalidades, sus inseguridades, temores y rencores, para poder decidir cómo continuar.

La nueva película de Kaplisch plantea un drama familiar, desde la relación de tres hermanos que deben enfrentarse a una nueva situación en su vida, ambientado en un viñedo en Borgoña, donde el proceso de producción del vino es el telón de fondo de sus vidas, desde los cuidados a las plantaciones, la degustación de uvas y su posterior cosecha, todo en un ambiente acogedor y con un buen aprovechamiento del lugar, el cual está bien insertado en la historia.

Kaplisch aprovecha y explota al máximo las postales del lugar, en ocasiones en demasía, y saca buen provecho desde lo visual al retrato de cada una de las estaciones que le sirven para demostrar el paso del tiempo, aunque con cierto regodeo hacia lo preciosista, lo mismo en cuanto a la música, que resulta excesiva y manipuladora.

El relato acierta en la interacción lograda entre los 3 personajes principales y sus respectivos conflictos, pero sobre el último tramo todo se centra en el hermano mayor y su conflicto conyugal.

Pero son más los aciertos que Kaplisch consigue en la definición y desarrollo de sus personajes, los cuales tienen una acertada progresión la cual se enriquece con las diferentes actividades que deben desarrollar en su labor diaria en el viñedo, lo que da como resultado una película que se disfruta, y si es con un buen vino, mejor.

http://tantocine.com/el-vinedo-que-nos-une-de-cedric-klapisch/
Quique Mex
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