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El atelier

Drama. Thriller La Ciotat, sur de Francia. Antoine acude a un taller de escritura en el que un grupo de jóvenes ha sido seleccionado para escribir un thriller policiaco con la ayuda de Olivia, una famosa novelista de Paris. El proceso creativo hace hincapié en el pasado industrial del pueblo, un tipo de nostalgia que deja indiferente a Antoine. Más preocupado por los temores del mundo moderno, el joven pronto chocará con el grupo y con Olivia. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
5 de mayo de 2018
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puntuación: 6,5

Lejos queda la escena de una de las primeras películas en la historia del cine, “Llegada del tren a la estación de La Ciotat” (Auguste y Louis Lumière, 1895), y el lugar del cine más antiguo del mundo, L’Eden (construido en 1889). Ahora La Ciotat es una pequeña ciudad cerca de Marsella con una economía relevante. Sin embargo, ahora en horas bajas debido al estancamiento de sus dos pilares económicos: el puerto y la industria alrededor de él. El marco de El Taller de Escritura es una zona con un pasado glorioso y un futuro bastante incierto.

La estructura de El Taller de Escritura es muy similar a la excelente “La Clase” (2008) premiada con la Palma de Oro en Cannes, donde los estudiantes debaten y se enfrentan en clase con los profesores sobre diferentes temas de actualidad a través de estimulantes batallas verbales. Ahora Laurent Cantet cambia la clase por un taller de escritura en la que siete jóvenes en paro, de orígenes, razas, formación, religiones y niveles sociales diferentes, mas o menos motivados, son seleccionados para realizar una novela colectiva, en cuyo proceso, destacan sus diferencias, prejuicios, personalidades y talentos.

Al frente del taller está una reconocida escritora, Olivia (Marina Foïs, el único actor profesional en la película). Un taller de escritura en el campo con siete jóvenes trabajando a nivel colectivo y visual para escribir una historia policíaca, donde rápidamente se dan cuenta que la política es imposible de separar de la ficción. Una mujer en medio de un escenario perfecto para la discusión de cuestiones primordiales en la corriente coyuntura de la Unión Europea, con atentados terroristas de origen islámico, grandes diferencias culturales y religiosas, el aumento de la inmigración, la crisis económica y la falta de oportunidades.

En un principio todos pueden ponerse de acuerdo sobre un cadáver como el punto de partida de la novela, sin embargo a medida que los aspirantes a escritores penetran en la historia policial todo se vuelve más intrincado, confuso y enredado condicionado por el punto de vista político de cada uno de ellos. ¿El asesinato puede tener una motivación racial o podría estar relacionado con la radicalización islamista?, y si el cadáver se encuentra en la zona portuaria, se debería mencionar el pasado industrial de la zona, la gran huelga de astilleros de 1989, o no haría falta?

Como es fácil de imaginar, los jóvenes de origen árabe tienen una opinión diferente a la hora de enfocar la historia con respecto al grupo entusiasta y admirador de la heroicidad del ejército francés representado por Antoine (Matthieu Lucci). Las ideas despiertan discusiones acaloradas dentro del grupo, revelando las actitudes de cada uno de ellos hacía la política, la ideología, el origen étnico, la economía y las artes.

La mayoría de las disputas tienen un desencadenante, Antoine, simpatizante de un partido político local de derecha. Se trata de un joven francés de origen europeo de la clase media blanca, que se lamenta de la desesperanza de su ciudad, humilde y de actitudes contradictorias: cariñoso con el hijo de su primo, potencial escritor, pero con tendencias nacionalistas, conservadoras, narcisistas y violentas.

El conflicto principal de El Taller de Escritura tiene lugar entre Olivia y Antoine, entre dos conceptos de violencia: uno busca soluciones a los problemas creativos, el otro quiere resolver los abusos individuales y sociales.

Hay que reconocer un gran mérito a Laurent Cantet junto a su coguionista Robin Campillo y a sus jóvenes actores no profesionales, porque este choque dialéctico desarrollado en el microcosmos de un taller de escritura, con discursos dispersos que representan las diferentes realidades existentes en la sociedad actual francesa, aunque aparecen claramente demasiado estructurados, nunca se sienten planos o calculados, mas bien naturales y llenos de espontaneidad.

El Taller de Escritura desde un principio, gracias a la soberbia interpretación de sus actores va conquistando poco a poco al espectador, mostrando que el diálogo puede ser una herramienta tan peligrosa como cualquier otra, y que para herir basta con apenas usarla. Ellos muestran como dentro de un pequeño grupo, la diversidad de ideas y las discrepancias pueden tomar un tono tan elevado y crear situaciones tan tensas como en los grupos extremistas que abiertamente condenan.

Otro interesante punto que queda reflejado en El Taller de Escritura, es la facilidad con que esas ideas pueden llegar al plano real y convertirse en acciones.

El guión es cautivador en la primera mitad de la película, pero pierde completamente su fuerza en la segunda parte, cuando Olivia se interesa por Antoine, tal vez incluso por haber percibido en él talentos que ella misma cree que carece, o incomprensiblemente por el intento de Laurent Cantet de insinuar cierta tensión sexual entre los dos, pero nunca se siente creíble. Quizás, el director en su idea de jugar con los elementos propios del suspense, que Olivia disecciona en su clase durante la primera mitad de la película, pretenda llevar la narrativa novelesca a la vida real. De ser así, tampoco termina de funcionar

La primera parte de El Taller de Escritura con su rico y sustancioso discurso político y el debate sobre la idea de identidad, es lo más atrayente de la película.

https://cinemagavia.es/el-taller-de-escritura-pelicula-critica/
Eduargil
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18 de mayo de 2018
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La premisa de El taller de escritura no es nada novedosa: el arte como herramienta de reinserción. Un grupo de jóvenes de carácter problemático recibe el encargo de redactar una novela bajo el asesoramiento de Olivia Dejazet (Marina Foïs), distinguida escritora de bestsellers. La historia debe cumplir dos condiciones: situarse en La Ciotat (donde transcurre la acción de la película) y ser un thriller (terreno sobre el que la escritora ha forjado su carrera). Hasta aquí, nada sorprendente. Sin embargo, lo que hace especialmente interesante el trabajo de Cantet es su interés en ir mucho más allá del titular. Su intención es desvelar los aspectos de este tipo de iniciativas que a menudo quedan eclipsados por su carácter exótico. Por ejemplo, su condición exhibicionista. Igual que en la iniciativa radiofónica que José Luís Berlanga planteaba en su excelente Placido, el taller de de la película que nos ocupa se rige menos por intenciones altruistas que por la necesidad de un lavado de conciencia social. Ello puede apreciarse, por ejemplo, en las dos condiciones a las que, como dijimos, debe corresponder el grupo de adolescentes: en la primera, puede intuirse una clara intención publicitaria de la vila, y en la segunda, una inequívoca voluntad de conseguir, antes que un producto interesante, un super-ventas.

Este carácter ostentoso queda también plasmado en la entrevista televisiva de Dejazet, momento en que la escritora exhibe a sus jóvenes aprendices como si fueran pequeñas desviaciones en proceso de re-orientación. De hecho, la actitud paternalista de Dejazet está ligada a otro de los aspectos que Cantet pretende desentrañar. La escritora se ve a si misma (seguramente, sin darse cuenta) como el ejemplo de “persona realizada”, como alguien que ha llegado al final de un “trayecto universal”. Un trayecto de rumbo preestablecido del que algunos, caso de los adolescentes de su taller, corren el riesgo de apartarse. De hecho, ella los ve como un objeto a analizar, ya sea con la intención de re-dirigirlos o de documentarse para su próxima novela. De ahí que Laurent Cantet centre la tesis de su trabajo en un inesperado acercamiento entre la escritora y Antoine, un adolescente que, de algún modo, representa la máxima expresión del joven descarrilado. Es a partir de entonces cuando descubrimos a los auténticos personajes. Allí empieza a palparse, por ejemplo, la vacuidad de la obra de Olivia frente al brutal contacto con la realidad de Antoine. En una secuencia, este acusa a la primera de reduccionista, comentario al que ella responde expulsándolo de clase. Más tarde, Laurent Cantet nos demostrará que Antoine entiende mucho mejor a los personajes de Olivia que la propia escritora.

Pero no es solo una cuestión de contenido. De hecho, en lo que respecta a las formas, da la sensación de que todo el tercer acto camina delicadamente por la cuerda floja. Un solo paso en falso podría convertir en ridículo el producto entero. Pero Cantet, cuyo pulso parece a prueba de balas, dirige elegantemente la película por un hipnótico laberinto reflexivo, esquivando todos los tópicos previsibles y haciendo que su trabajo sea cada vez más interesante. Todo resulta natural y absolutamente creíble. Además, es poco habitual que reflexiones tan profundas logren un acabado tan ligero. Gracias a estas formas contenidas, Cantet y Campillo (responsables del guión) pueden permitirse un giro de tortilla descaradamente ambicioso: contrariamente a lo que se nos ha dicho, no es la literatura la que reorienta a los sectores sociales “desviados”, sino que son estos últimos los que corrigen las carencias de la literatura. Porqué tal vez el arte sea una interpretación de la realidad con un fuerte potencial de mediador entre culturas y clases, pero la realidad sigue estando en las calles, generalmente en las menos frecuentadas por los artistas.
Martí
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12 de mayo de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El atelier" es la nueva cinta del destacado cineasta francés Laurent Cantet, recordado por la realización de grandes películas como "Recursos humanos", "El empleo del tiempo" y "Entre los muros (o La clase)", en donde supo retratar diferentes instancias de tipo social y laboral, con una mirada certera y categóricamente elaborada. Si bien "Entre los muros" es considerada por muchos su obra más completa, es difícil elegir una de las tres producciones, ya que cada una tiene rasgos sumamente válidos, y lo ubican a Cantet como uno de los realizadores más interesantes y más comprometidos del cine moderno. Otro dato a destacar es que en esta ocasión cuenta con la colaboración en el guión de Robin Campillo, director de la reciente "120 pulsaciones por minuto", quien contribuyó previamente en los guiones de "El empleo del tiempo" y "Entre los muros".

En "El atelier" la trama se centra un taller de escritura, brindado por Olivia (Marina Fois), una famosa novelista, que parece estar más interesada en ese tipo de experiencias, que en su trabajo actual. La idea del taller es poder concebir en conjunto un thriller policíaco, con la ayuda de la sumatoria de ideas y voces de sus participantes, un curioso grupo de jóvenes en donde visualiza un poco la multiplicidad de etnias que viven en la actualidad en territorio francés, en la pequeña ciudad de La Ciotat, ubicada al sur de Francia, para ser más exactos..

Lo que en un comienzo se manifiesta como un grupo amistoso, en donde el devenir de ideas parece poder tomar forma e ir en una misma dirección, las expresiones, pensamientos, y manifestaciones de Antoine (Matthieu Lucci), uno de sus integrantes, empezará a funcionar como foco conflictivo, no logrando desequilibrar la estabilidad del grupo, pero dejando en claro la diferencia de concepción de la vida y posibilitando su salida del mismo. Deja en evidencia cierta disconformidad, ciertas preocupaciones y una percepción muy distinta al resto en cuanto al contexto social. Estas marcadas discusiones y claras diferencias, serán el motor que llevara a Olivia a acercarse e interesarse de mayor manera por el joven, sus actividades, sus ideales y su mismo entorno.

Pese a ser una idea sumamente interesante, dotada de todos los detalles que la historia pide y contar con dos actuaciones acertadas y bien delineadas, como las de Marina Fois y Matthieu Lucci, "El atelier" no termina de ser del todo convincente. Quizás no se percibe la fuerza de sus cintas previas, donde Laurent Cantet supo manejar una mayor fuerza y convicción, y en donde la narración misma nos permitía adentrarnos en las situaciones. Se percibe cierta denuncia al racismo siempre presente, pero podemos decir que el abordaje termina siendo un poco escueto. Vale resaltar que la cinta sostiene el ritmo durante sus casi dos horas de metraje, brindando información de manera progresiva, conforme suceden las diferentes acciones, exceptuando algún que otro momento de breve densidad, donde la película no llega a estancarse.
Manuel Esteban
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29 de mayo de 2018
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La filmografía de Laurent Cantet es corta pero de calidad, y hasta la fecha sus películas siempre me habían gustado, y por eso tenía muchas ganas de ver su nuevo trabajo que me ha decepcionado. El director de " La clase ( 2008 ) ", una obra maestra que ganó la Palma de oro en Cannes hace 10 años vuelve a dirigir una película con trasfondo social con el tema de la inmigración, la educación y el racismo en el centro del debate de una propuesta que se inicia con un grupo de jóvenes asistiendo a su primera clase en el taller de escritura en una pequeña localidad costera situada en la Costa azul francesa, en concreto en la Ciotat, una villa portuaria de Provenza, en las Bocas del Ródano. En ese enclave tan idílico se desarrolla una película aparentemente sencilla y que poco a poco se irá complicando por la actitud de Antoine, uno de los alumnos de ese grupo con ideas de extrema derecha y una profesora tozuda y que tampoco se posiciona en el lado de ese alumno sino que pone de manifiesto sus ideas contrarias, y ese choque ideológico será el único debate de esta película que desaprovecha la oportunidad para exponer de manera natural todos los puntos de vista, y que en algún momento me parece un poco maniqueo, cosa que no sucede con trabajos anteriores del director.

La historia que comienza con un prólogo en donde vemos un videojuego, en concreto " The Witcher ", con un caballero errante, y que en varios momentos más será parte de la trama, ya que ese joven tiene como ese tipo de entretenimiento como centro de su tiempo libre, junto a su primo y otros amigos con los que comparte la misma ideología. El director quiere emplear esa forma de ocio, así como la importancia de las redes sociales en la sociedad actual para mostrar el comportamiento inadecuado, según muestra la historia, de Antoine. Es la decisión del director pero no todo es blanco o negro y parece que queda bien en la cultura del siglo XXI mostrar a unas ideas como las malas y a otras como las buenas, y aunque pueda parece que en esta película hay un debate entre ambos puntos de vista la realidad es otra y todo lo vemos desde un punto de vista. Ese puede ser uno de los problemas de la película, pero tiene alguno más, ya que lo que sucede en ese taller de escritura es poco atractivo y va perdiendo interés según pasan los minutos, interesándome algo más las escenas de la vida privada de los personajes fuera de ese lugar de aprendizaje. La parte central se hace bastante pesada y repetitiva, aunque es verdad que mejora algo en el tercio final cuando incorpora un tema adicional al relato, y son las visitas de los alumnos junto a la profesora al puerto para poder ver in situ el escenario de esa novela que están escribiendo en las clases, y que el director nos ofrece un interesante vídeo, un gran documento histórico sobre la Ciotat obrera y los astilleros en su época de apogeo.

La película se presentó en la sección Regard del festival de Cannes de 2017 y se fue de vacío del palmarés de esa edición del prestigioso certamen francés, y también logró la candidatura de Marina Foïs en los pasados premios César como actriz protagonista, siendo derrotada por Jeanne Balibar en " Barbara ( 2017 ) ". La protagonista de esta película está a gran nivel como Olivia, la escritora y profesora de ese taller de escritura, con un cambio de registro y algunos momentos en donde está intensa, y también destaco la actuación de Matthieu Lucci, el debutante que da vida a Antoine en un papel nada fácil por la actitud compleja del personaje.
Las interpretaciones en general están bien, teniendo en cuenta que son inexpertos, salvo la protagonista, y el principal problema de la película es su guion escrito por el director junto a Robin Campillo, conocido por ser el director de " 120 pulsaciones por minuto ( 2017 ) ", la película que representó a Francia en la carrera hacia el premio Óscar 2018 en la categoría de película de habla no inglesa y que se estrenó en nuestro país a principios de año.
Otra película francesa fácil de recomendar al público medio que estoy seguro saldrán satisfechos con el nuevo trabajo de uno de los mejores directores de lo que llevamos de siglo, aunque a nivel personal no me termine de convencer el proyecto.

LO MEJOR: La actuación de Marina Foïx.
LO PEOR: Ser bastante repetitiva en su segunda mitad y redundante en el discurso.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
WILLY74
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23 de mayo de 2018
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las palabras que utilizamos no son nunca inocentes ni fortuitas, sino que revelan tanto lo que pretendemos decir como lo que necesitamos callar. Sumergirse en el resbaladizo mundo del lenguaje nos adentra en el abismo de lo desconocido, de lo inescrutable, de lo misterioso donde nada es lo que parece ser y todo puede significar algo distinto, tanto para el que habla como para el que escucha. Decir algo implica elegir, decantarse por un término y desechar otros, por ello debemos de ser conscientes de que nuestra verbosidad – o nuestro silencio – tienen consecuencias de las que nos tenemos que responsabilizar. De lo contrario seríamos unos insensatos que destapamos la caja de los truenos como si se trataran de inocuos fuegos pirotécnicos sin otro objeto que incendiar el remoto firmamento pero eludiendo que con ello iluminamos paisajes que quizás queríamos conservar escondidos.

Aparte del tema de las nunca inofensivas palabras, esta cinta francesa aborda con inquietante desparpajo la gestación y eclosión de la violencia y algunas de sus multiformes expresiones y ramificaciones en el seno de una sociedad dividida y enfrentada por una serie de cuestiones que abundan en las noticias: la diversidad etnográfica y sus implicaciones sociales nunca sencillas de resolver, la frentista coexistencia de múltiples religiones y creencias, la presencia de segundas o terceras generaciones de inmigrantes que siendo franceses de nacimiento se encuentran escindidas entre sus linajes de origen y la cultura en la que han nacido y se han criado y que les ofrece muchas más oportunidades y libertades que sus monolíticos esquemas familiares… Es decir, nos encontramos ante un fresco perturbador de las características que configuran las sociedades abiertas y liberales de Europa Occidental, donde los discursos políticos parecen ignorar las innegables dificultades de convivencia que se manifiestan por doquier.

Conjugando ambos temas, el director y coguionista Laurent Cantet pergeña una turbadora propuesta donde se entremezclan realidad y ficción, entretejiendo el relato imaginario de una memoria colectiva que sobrevuela un presente desencantado – y que se va conformando con retazos de la memoria – y una acción repleta de aristas y contradicciones donde unos caleidoscópicos fragmentos audiovisuales forman parte de una narración dispersa y troceada de un rompecabezas donde debemos de completar e interpretar tanto lo que vemos y escuchamos como lo que intuimos y permanece oculto, tejiendo así un tapiz lleno de luces y sombras que nos ofusca y confunde tanto como a sus protagonistas, ya que al tener que descifrar sus claves, nos adentramos en el terreno de las suposiciones y de la fábula.

El resultado es una obra compleja que combina análisis social e invención novelesca, donde no queda espacio para respuestas sencillas ante las enmarañadas incógnitas que plantea.
antonalva
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