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Boyhood (Momentos de una vida)

Drama Historia dramática que recorre 12 años (2002-2013) de la vida de Mason (Ellar Coltrane) de los seis a los dieciocho. Durante este periodo, se producen todo tipo de cambios, mudanzas y controversias, relaciones que se tambalean, bodas, diferentes colegios, primeros amores, desilusiones y momentos maravillosos. Un viaje íntimo y basado en la euforia de la niñez, los sísmicos cambios de una familia moderna y el paso del tiempo. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 359
Críticas ordenadas por utilidad
25 de julio de 2014
230 de 318 usuarios han encontrado esta crítica útil
Benditos sean los que obran el inusual milagro de desdibujar con tanta gracia la frontera entre el cine y la vida real.

Qué gusto pasar casi tres horas clavado frente a una pantalla, abrumado y solo pudiendo llorar, reír, y mirar, mirar y mirar. Y saber al final que durante muchas escenas el momento te estaba mirando a ti mientras tú mirabas a la película pasar.

Cuando Mason le pregunta a su padre si la magia real existe, yo le diría que más a menudo de lo que solemos pensar: en las salas de cine. Y qué alegría que te lo recuerden.
AGF
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13 de septiembre de 2014
126 de 165 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta cinta ofrece un mosaico torrencial de la cotidianeidad más vulgar y anodina pero con una fuerza y destreza que arrollan por su inapelable veracidad y convicción. Es un vademécum del devenir intrascendente de unos personajes banales y ordinarios – que sin embargo construye un retablo de una fuerza telúrica apasionante. El conjunto es más que la suma de las partes y lo intrascendente del relato nos propone un espejo nada virtuoso en el que vernos reflejados en su nada halagüeña perseverancia de las noches y los días llenos de sinsabores, ilusiones, congojas, fantasmas, deseos, subterfugios y huidas. Entrar en esta propuesta es salir al descansillo de nuestra casa y encontrarnos con nuestro propio rostro y las transformaciones y recodos irrenunciables de la vida.

No hay nada especial en esta cinta, sin embargo todo el engranaje es perfecto y funciona sin fisuras ni redundancias, sin desfallecimiento. El metraje vuela ante nuestros ojos y las casi tres horas pasan en un suspiro – como la vida misma – y el ayer es hoy y el mañana nos dejará aún más envejecidos e inasibles, como la misma naturaleza que encarnamos. La modestia y humildad de la propuesta es su máxima virtud. Nada especial, nada vertiginoso, nada atroz ni desasosegante, nada retorcido ni vanguardista, nada que destaque por encima de lo demás y, sin embargo, asistimos al acaecer sutil y variopinto de la vida en su caleidoscópica pluralidad.

La propuesta es arriesgada porque renuncia a la retórica, a los subrayados, al énfasis o el sermoneo. Las elipsis narrativas configuran su eje fundamental – como en cada una de nuestras vidas, donde no siempre somos protagonistas o centro de todos los acontecimientos que sin embargo nos impregnan para siempre. Esta sabiduría narrativa, esta mirada comprensiva y humanista nos ofrece uno de los relatos mejor trabados, que no por estar abierto deja de llegar al puerto que se ha fijado: abrirnos a la vida es abrirnos al abismo de lo desconocido y aciago, presagio de lo que vendrá, testigo de lo que fue y no volverá. Extravío común de los derroteros inciertos que traza cada corazón.

Es una película contemplativa, delicada, esmerada, exquisita y llena de serenidad. No gustará a los sedientos de acción, ni a los obcecados con sorpresas narrativas o impactos visuales, ni a los impacientes o los ansiosos. Pero ofrece un mundo tan reconocible como irrefutable. Tan fiel como verídico. Inolvidable.
antonalva
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31 de agosto de 2014
272 de 458 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me senté a ver la película del año, con la extravagante novedad de haber sido rodada durante doce años con los mismos actores y con Richard Linklater pilotando. Llevaba mucho tiempo esperándolo, no podía estar equivocada...
Pero me encuentro con una historia sosa y sin la profundidad característica de un director que me ha dado algunos de los momentos más genuinamente emocionantes en este tipo de cine.
No termina de estar mal, tiene escenas muy conseguidas y muy reales, pero para una película de casi tres horas cuenta más bien poco. Sencillamente, no puede ser que en la vida de una persona de los 6 a los 18 años ESTO sea lo más destacable. Mucha familia y pocos amigos/colegio. Solo un par de pinceladas aquí y allá.
Arquette y Hawke atraen demasiado la atención sobre sí como para pensar que realmente el chico es el protagonista. Por otro lado, él tampoco transmite nada. No es que sea mal actor, es que parece un psicópata que ni siente ni padece.
Esperaba mucho más de un proyecto de esta envergadura y me he quedado fría. No puedo dejar de pensar que es una muy buena idea muy mal aprovechada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
eilonwy
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17 de septiembre de 2014
184 de 296 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imagínate que te invitan una tarde a casa de un amigo. De repente te sacan un álbum de fotos. No pasa nada, incluso te apetece ojearlo. Empiezas a ver fotos de tu amigo. Del colegio. De sus padres. De sus hermanos. De sus primos. De su comunión...todo acompañado de un buen café y una buena charla. Alguna risa. Un ambiente agradable, familiar...todo perfecto.
Ves que se va terminando el álbum, en el fondo te sientes hasta aliviado. De repente aparece tu amigo con 11 álbumes más. Se te cae el mundo encima: más colegio, los "scouts", el instituto, el pueblo, el viaje de fin de curso, más tíos, primos y hasta una tía abuela de cuenca que vino al entierro de una prima segunda de la cuñada de su padre...aún quedan 5 álbumes más. Tú rezando por que suene el teléfono, o haya un terremoto o una catástrofe nuclear...algo que te saque de allí. Miras el reloj. Sólo han trascurrido cinco minutos desde la última vez que lo hiciste. Antes de abrir el último álbum, aparece el padre de tu amigo con el vídeo de la comunión, de su boda, del bautizo de la sobrina,...y los de todos y cada uno de los cumpleaños de tu amigo.
Notas que empieza a brotar un ataque de ansiedad. Empiezas a pensar que no sales vivo de allí, o al menos cuerdo, pero sobrevives, y mucho rato después, de repente, acaba la tortura. Así, sin más.
Si eres capaz de imaginarte eso, puedes hacerte una idea de lo que te espera con "BOYHOOD", porque la sensación es la misma.

Pongamos las cosas en su sitio. El cine es ante todo una industria, y como tal elabora productos. Los productos van dirigidos a un tipo de público específico, el "target", y en función de ese "target" la elaboración, acabado y presentación es una u otra.

Así, tenemos "Los Vengadores", que van a un tipo de público, "Shame", que va para otro, "12 años de esclavitud", o "los pitufos", o "Torrente", o "Crepúsculo", o "Viernes 13 3D"...todos ellos productos, destinados ya sea a fans de la Marvel, o críticos vendidos, o gafapastas, o padres con niños, o poligoneros, o adolescentas, o fans del terror de consumo...

Hay consumidores de todos los tipos, y la gran mayoría, de las películas, por no decir todas, son eso: productos destinados a ese tipo de consumidor. De vez en cuando, el producto trasciende su "target" y su naturaleza industrial y se convierte en un proyecto personal y/o una obra de arte. Pero eso sucede con menos frecuencia de lo que nos gustaría, ya que la mayoría de los directores ejercen más labores de supervisores de cadena de montaje que de diseñadores y creativos.

BOYHOOD, sintiéndolo mucho, no trasciende la categoría de producto. Un producto barnizado de obra independiente y original, que sólo puede interesar a un público estadounidense y a una horda de críticos que sólo gustan cierto tipo de cine. Bueno, también a "hipsters" y consumidores de falso cine independiente.

La ÚNICA originalidad de "Boyhood", y lo que nos ha llevado a la mayoría de simples mortales a las salas de cine, es haber sido rodada en 12 años (aunque en sólo 39 días de rodaje). Eso vale como experimento y apuesta personal, pero en sí mismo no es garantía de nada. Es más, si lo que perseguía su, en ocasiones interesante y crítico (aunque irregular) director, Richard Linklater, era conseguir verosimilitud al relatar la vida de un niño (y su desestructurada familia) desde los 6 años a su mayoría de edad; vale, lo ha conseguido. Pero igualmente lo habría logrado con maquillaje y actores de distintas edades...y una narrativa más interesante. Volvemos al concepto de "verosimilitud".

Insisto: "Boyhood" no es original. Es una película de tópicos. Es como el "cuéntame" español trasladado a la Norteamérica post 11-S. Lo que narra es exactamente lo que reza el subtítulo español: "Momentos de una vida". Pero de una vida del otro lado del charco. Totalmente ajena a nuestra cultura a pesar de haberla mamado una y mil veces a través del cine y la televisión originarios de allí.

Tampoco es "trascendente". La trascendencia no se impone, ni se prevé, ni se compra, ni se supone...se gana con el tiempo.

Son casi tres horas interminables de escenas, a veces inconexas, y muchas otras veces (demasiadas) irrelevantes, que narran, como si fuesen esos álbumes de fotografías a que hacía referencia antes, momentos de la vida de ese chico, quizás intentando hacer un retrato de toda una sociedad.

Sea cual sea su intención, lo hace a golpe de tópico. Desde la madre coraje, el padre despreocupado e irresponsable, pasando por el machista maltratador, el idealista fracasado por culpa de la guerra de Irak y el 11-S, el adolescente automarginado, el "síndrome del nido vacío"...y así hasta completar todos y cada uno de los tópicos que constituyen (supongo o espero) la vida cotidiana de la familia media norteamericana. Todo es puro tópico.

Y el caso es que durante un buen rato funciona. Funciona y entretiene, y engancha e interesa...pero a partir de aproximadamente la mitad de la película, ya tienes toda la información que necesitas y cualquier espectador avispado es capaz de montarse el resto de la historia en su cabeza. La casi hora y media restante se convierte en una sucesión de diapositivas más o menos atrayentes, mejor o peor enfocadas, que no forman un todo y que no cuentan ni aportan nada.

Con este abrumador exceso de metraje y falta de autocensura sólo consigue (hablo siempre por mi) diluir la historia y su intención, aburrir, desinteresar y malograr todo el conjunto.

Una lástima, porque hay escenas magníficas. Casi todas ellas con la presencia de Patricia Arquette y/o Ethan Hawke que están sublimes y son los únicos que hacen soportable la tortura. De vez en cuando también se dejan ver destellos de la genialidad, crítica y mala leche con que este autor nos obsequió en "fast food Nation", o "A Scanner Darkly" o "Antes del Atardecer". Pero al final, el exceso convierte el conjunto en tedio y repetición, que son quienes ganan la batalla.
piensaencines
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13 de febrero de 2014
100 de 146 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras emocionarnos con ANTES DEL ANOCHECER, tercera parte de su famosa trilogía, Richard Linklater vuelve a depararnos un ejercicio en el que la experiencia del paso del tiempo se postula como el elemento principal de la propuesta. De alguna forma, BOYHOOD viene a ser la concreción en una sóla película de la experiencia que supone ver seguidas las tres partes de la famosa terna protagonizada por Julie Delpy e Ethan Hawke. La idea ha sido ardua de producción pero, por fin, podemos decir que ha sido estrenada una, en principio, apasionante experiencia fílmica.

BOYHOOD comenzó a rodarse en el verano del 2002 y vio concluido su rodaje en octubre de 2013. La causa de semejante tardanza no la ha ocasionado ningún vaivén económico, ni humano, sino que es consecuente con la idea motriz que la ha generado, con la que, libremente, ha sido concebida: ni más ni menos que la posibilidad de rodar una película en la que el envejecimiento de los personajes estuviera encarnado por los mismos actores sin necesidad de maquillaje o cambio de rostro alguno. El espectador asiste a un paso de tiempo encuadrado realmente por unos rostros que han sufrido el mismo paso del tiempo que los personajes.

La singularidad del proyecto podría tildarse de meramente extracinematográfica o de artificiosamente caprichosa. Sin embargo, la incombustible falsa transparencia con la que Linklater sabe solventar siempre el entuerto narrativo que tiene entre manos causa que esto no ocurra, colaborando a que la idea central del film quede definida con deslizante nitidez. El meollo argumental de BOYHOOD lo provoca el seguimiento a un, al principio, nicho de cinco años, Mason, al que seguiremos hasta que cumpla los dieciocho. Lógicamente, la agilidad narrativa se verá obligada a mediar suculentos y numerosos saltos temporales. En éstos, la película cuaja uno de sus muchos encantos.

El film indaga en el paso de la infancia a la adolescencia de su personaje central. Sin embargo, uno de los aciertos de Linklater es no colocar a Mason como omnipresente y tiránico elemento a observar y desarrollar. Su protagonismo es evidente, pero el realizador tolera que la asombrosa experiencia envejecedora se extienda a personajes como la hermana, el padre o la madre. De esta forma, se convierten en elementos muy condicionadores de la mirada aportada por Mason detalles como la personalidad de su hermana, como el hecho de que los padres ya desde el inicio del film estén separados, o como la falta de tino emocional de la madre para conseguir pareja.

BOYHOOD resulta ser una curiosa experiencia espectadora que se mueve con comodidad dentro de ese dilema continuo que constituye las inesperadas elipsis temporales y la sencillez de entramado narrativo que sirve de soporte al experimento y que va ganando en solidez conforme va avanzando la edad del protagonista. Linklater soluciona con naturalidad la dificultad que supone estructurar el guión mediante segmentos biográficos urdidos unidireccionalmente. Los distintos personajes secundarios aparecen y desaparecen según el periplo vital al que debe someterse Mason. No lo es, pero el film parece estar contado por una voz rememorativa en primera persona, pues narrativamente, sin tentaciones melodramáticas estilizadas, se atiene a contar las pinceladas vitales más importantes de su vida.

De ese estallido tenue de imprevisiones, obtenemos un film sensible, tierno, fácil y honesto, que evita siempre el riesgo de la carga teóricamente telefílmica de su propuesta, por el que se cuela una pequeña extrañeza observativa. Resulta muy interesante asisitir a cómo el propio aprendizaje realizador de Linklater se hace patente, haciendo que el paso del metraje nos descubra su propia madurez artística: el empleo de planos largos de acompañamiento, por ejemplo, es muy superior en la segunda parte del film que en la primera. De BOYHOOD cabe decir que le cuadra a la perfección el calificativo de deliciosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Musiczine
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