La música nunca paró

Emocionado, el adjetivo que mejor define mi estado al terminar de ver esta maravillosa película. La historia, más allá del clásico drama hospitalario, es una historia del poder de la música. La magia que nos produce cambiar de un estado de animo a otro en cuestión de segundos, al escuchar los primeros acordes de aquella canción que nos recuerda nuestro primer beso, el primer fracaso amoroso, nuestra primera borrachera, el primer concierto de nuestra vida y un sin fin de recuerdos que vienen ligados a tal canción.

De todo esto nos habla la película, con una prodigiosa banda sonora acorde a la época en la que se desarrolla la acción. Bob Dylan, Rolling Stones, Greatful Dead, The Beatles (momento especial del film sin lugar a dudas, pelos de punta) y una larga lista.

Todos nos sentimos Gabriel cuando se emociona al escuchar a los Dead, se produce una fuerte conexión entre el espectador y el protagonista, vinculo que se realiza a través del amor por la música.

Porqué la música es así… ¿Quién no necesita la música para vivir?

...que esta es una película sobre "la escucha", o mejor dicho, sobre "la no escucha".
"The Music Never Stopped" es un film emotivo y profundo sobre salud y enfermedad, que a través de numerosas canciones recorre los valores y afectos de unos y otros, especialmente de quien solo puede conectarse con el mundo contemporáneo desde el pasado. Además, es un buen ejemplo del uso de la musicoterapia, tema muy rara vez tratado en el cine.
Adolece, eso sí, de alguna sensiblería - sobre todo al final, cuya resolución es convencional e innecesaria -, pero en síntesis es una buena película, con una magnífica musicalización, buenas actuaciones, tema novedoso y propensa a la empatía de todo melómano popular de los últimos 50 años.
La recomiendo.

Da igual que edad tengas, da igual cual sea tu inclinación política, tu religión o cuales sean tus gustos musicales, siempre habrá una canción (del género que sea) que te transportará a algún momento vivido, o podrá traerte de vuelta a esa persona a la que echas tanto de menos y que está tan lejos (o sencillamente ya no está). Siempre habrá una canción que conseguirá explicar con palabras que es lo que sientes y que te apetecerá escuchar en un momento dado. Cuando te sientas triste, melancólico o alegre.

"The Music Never Stopped" nos enseña esto y mucho más. Con algunos pequeños fallos, pecando en ciertos momentos de previsible, pero con una banda sonora mágica, nos enseña que la buena música es subjetiva, que nadie está capacitado para decir que tal o cual canción no es buena mientras haya alguien a quien le despierte una mínima emoción. Nos enseña que un padre desesperado estará dispuesto a cambiar sus creencias por el amor de un hijo y por recuperar el tiempo perdido junto a él. Nos enseña que nada es imposible. Pero sobre todo nos enseña que la música es maravillosa, que todo lo puede, que es inmortal y que nos puede hacer inmortales a nosotros. Porque si hay una canción que te recuerde a alguien, aunque ese alguien no esté a tu lado físicamente, siempre le recordarás cuando escuches "su canción". Y si cierras los ojos y te dejas llevar, te transportará al momento en el que la escuchaste junto a esa persona.

Las películas sobre dramas médicos pueden llegar a encojer el corazón ante el dolor de otras persona, o generar rechazo por las pocas ganas de tragedias que tiene la mayoría de los espectadores. También puede suceder que aparezca la admiración ante la exposición de la valentía y capacidad de superación del enfermo o de sus familiares, o emoción por el reflejo de un caso real que nos puede haber sucedido a nosotros.
Esta película busca todo eso y más, porque hace uso de ese viejo recurso de utilizar música conocida, en este caso de los años 60, para que nos identifiquemos más con los gustos de los personajes y sus recuerdos de un tiempo mejor (o no, pero por lo menos recordable). El caso es que hacer una película con un esquema ya planteado muchas veces y con recursos narrativos de una eficacia ya demostrada en muchos títulos similares a este, no es problema para que consigan volver a emocionarnos hasta llorar, reír, amar y creer en los seres humanos. Y esta película lo logra, sin ninguna duda.

Opera prima del director Jim Kohlberg, desliza una emotiva y sugerente película, inundando de virtuosidad musical, con una calidez narrativa sobrellevado de manera gentil y con un tono diferente, pasa de manera secundaria la enfermedad, siendo el enfoque, las relaciones entre padres e hijo, unas interpretaciones afectuosa de los protagonistas Lou Taylor Pucci, J. K. Simmons y Cara Seymour, con una banda sonora exquisita hacen de un film ESTIMULANTE