Las películas sobre dramas médicos pueden llegar a encojer el corazón ante el dolor de otras persona, o generar rechazo por las pocas ganas de tragedias que tiene la mayoría de los espectadores. También puede suceder que aparezca la admiración ante la exposición de la valentía y capacidad de superación del enfermo o de sus familiares, o emoción por el reflejo de un caso real que nos puede haber sucedido a nosotros.
Esta película busca todo eso y más, porque hace uso de ese viejo recurso de utilizar música conocida, en este caso de los años 60, para que nos identifiquemos más con los gustos de los personajes y sus recuerdos de un tiempo mejor (o no, pero por lo menos recordable). El caso es que hacer una película con un esquema ya planteado muchas veces y con recursos narrativos de una eficacia ya demostrada en muchos títulos similares a este, no es problema para que consigan volver a emocionarnos hasta llorar, reír, amar y creer en los seres humanos. Y esta película lo logra, sin ninguna duda.

Claro que es Bond, claro que respeta el esquema habitual y por supuesto que tiene todo lo que hace falta en sus historias. Los matices que lo hacen diferente consiguen mejorar el pasado (¿acaso no gusta más el cine de acción desde que Bruce Willis inauguró el papel de "héroe sufridor"?) y la fórmula regenerada con Casino Royale se repite en este Quantum of Solace de manera extrema. ¿Bond sufre y clama venganza? Como ya lo hizo en Al servicio secreto de su majestad, o en Licencia para matar. ¿El malo no cumple? Como sucede en tantísimas otras. Este Bond se supone que es el comienzo del personaje, recién conseguido el estatus de 007 en Casino Royale, y eso es lo que parece, un agente extremo al que todavía le falta aprender a controlarse. Total, que yo lo veo coherente y la película está muy bien. Listo. Y se queda un final abierto y prometedor para la siguiente. El Bond de siempre.

La nueva película de Roman Polanski tiene semejanzas con su otro intento de hacer cine comercial ("Frantic", con Harrison Ford), con la diferencia de que ahora tiene una historia mejor, unos personajes mejores y una idea más clara de la dirección que debe seguir cada uno de ellos. El punto fuerte de este film es el diálogo continuo y teatral, que consigue dar entidad a cada escena y coherencia a los pasos que se dan en el avance de la trama.
Se trata de una película muy recomendable a pesar de sus defectos, que son varios y potentes (como le sucede a la gran mayoría de guiones, no soporta un análisis profundo; el ritmo decae en cierto momento; se abren puertas argumentales que quedan sin cerrar), pero a pesar de ellos nos encontramos ante cine negro de calidad, llano y directo a lo que pretende.

Lo mejor que se puede decir de esta película es que se plantean ideas muy interesantes acordes con el espíritu de la saga, además de referencias continuas a los episodios anteriores; estos aspectos hacen "entrañable" el encuentro con esta película, aunque no pueda evitar un gran problema: desarrollo plano y sin emoción del argumento, concluyendo la historia de una manera, quizás, fría y desapasionada.
Insisto en que la película es buena, pero por desgracia se ve muy fácilmente que podría ser bastante mejor, dejando un gusto final agridulce.

¿Qué sucede cuando piensas en una película recién vista y sólo te llegan los defectos que le has encontrado mientras la ves? Lo normal es ponerle mala nota y pasar rápido a otra cosa. El problema lo tienes cuando eso sucede simultáneamente a una fascinación e impresión que no sabes concretar, que se han mantenido estable desde las impactantes escenas iniciales, que no han bajado ante los recursos ridículos/originales que se les han ocurrido a los directores y que han hecho que cada minuto generara unas expectativas sobre los siguientes difíciles de cumplir. Aunque finalmente las cumpliera...
Cuanto he dicho ha pasado con esta película: Nada más acabar sólo me venían a la cabeza lo mal caracterizados que estaban algunos personajes, la trama tan simplificada, la diferencia de nivel entre las historias mezcladas, la resolución "débil" de alguna de ellas, la espiritualidad cutre que destila, etc. Pero nada de eso puede evitar el 8 que le he puesto. Se trata de la emoción, de la fuerza de las imágenes, de unos escenarios impecables, de un sentido del humor difícil pero agradecido, del notable intento por hacer algo distinto con las cosas de siempre, de la esperanza de que con talento todavía existen las vueltas de tuerca en esto de contar historias.
Los sentimientos siempre ganarán a las normas. Y esta película tiene pocas normas y muchos sentimientos.