El mimado de la abuelita

Llegar al éxito no fue nada fácil para Harold Lloyd. Su recorrido fue largo por los estudios cinematográficos al lado de, Hal Roach y Mack Sennett, con quienes cosecharía sendos y largos fracasos, antes de volver con Roach quien, al recibir una herencia pudo establecer su propio Estudio, como bien se lo merecía un hombre de su talento.

Fue, éste, quien pensó en la idea de anteponer a los cómicos de la época -que se caracterizaban con ropas de vagabundo y personalidades de escasas ambiciones- a un joven bien vestido y con unas grandes gafas que le dieran un cierto aspecto intelectual. Se caracterizaría, además, por luchar contra las adversidades con perseverancia, mucho ingenio… y un tris de buena suerte.

<<EL MIMADO DE LA ABUELITA>>, fue como una preparatoria para la obra maestra que, con el mismo trío: el director, Fred C. Newmeyer, Harold Lloyd como protagonista, y Mildred Davis como la chica, habrían de realizar al año siguiente: “Safety Last”.

No obstante ser una obra menor, sobre todo cuando osamos compararla con el portento cinematográfico que es esta última, <<EL MIMADO DE LA ABUELITA>>, es una historia que posee sus encantos e incluso dos o tres secuencias bastante agradables. Se trata aquí de un joven huérfano, bastante enfermo en su niñez, hasta el punto de que su historia clínica la archivaban así: Volumen uno, volumen dos…

Puesto al cuidado de la abuelita -una mujer encantadora y tierna que siente una gran consideración cuando nota lo débil y tímido que resulta su nieto-, ésta se ingeniará una buena forma de que él pueda enfrentar sus miedos y consiga salir adelante.

Harold, coquetea con Mildred, una bella chica del vecindario, pero ella también coquetea con otro malvado y oportunista joven que la pretende con argucias de todo tipo. Cuando éste hace su entrada en escena, lo vemos lanzarle un palo a un gato que cruza incidentalmente, y con esto, como luego lo haría don Luis Buñuel, se nos da una primera pista de la clase de tipejo que estará a bordo.

Se inicia, así, un triángulo amoroso que nos recuerda a, “Sherlock Jr.” (Buster Keaton, 1924) y luego, nuestro apocado y blandengue chico, quizás se sienta motivado para enfrentase con sus limitaciones. Las secuencias del acto heroico del abuelo y la persecución del malvado vagabundo, son harto agradables y dan clara cuenta de lo que pronto se avecinaba con este equipo.

Y al final, además de unas cuantas sonrisas, también quedamos con una válida lección para la existencia: El miedo es una creación de nuestra mente o hemos permitido que, los demás, irresponsablemente nos lo infundan. Vencerlo es una decisión propia y sólo se trata de hacer lo contrario de lo que con él sentimos. Los amuletos no cuentan para nada, ¡lo que cuenta es tu decisión de cruzar la línea!

Dijo Buster Keaton que viendo El mimado de la abuelita le surgieron gags para El maquinista de la general. Y cuando le encogen los pantalones a Lloyd lo cogió para El colegial y eso lo digo yo. Ya solamente por la escena del espía rebelde valdría la pena comprar la entrada aunque no te den palomitas ni refresco. Nunca de un cobarde se sacó tanto rendimiento ni tantas risas. Jerry Lewis tomaría buena nota para sus personajes y es que Harold Lloyd fue una inspiración constante para los querían llegar alto.

Harold Lloyd inmortalizó su personaje en El mimado de la abuelita hasta el final de sus días. Y lo llevó a las más altas cotas del cine. Su mundo entre onírico y fantástico estaba basado en el Yo puedo. Y a partir de ahí todo vale en el universo de un soñador. Y si el soñador hace semejantes escenas es impensable lo que podría hacer despierto. Y menos mal que estoy despierto para ver El mimado de la abuelita; una historia que se adelantó a su tiempo y me dejó patas arriba. El mimado de la abuelita es el mejor cuento que se pueda contar a un niño. Y una de las mejores películas que pueda ver un honbre.

Hola, no es tan buena como "El hombre mosca". La he visto subtitulada en inglés, más o menos me he enterado. Aquí Harold no hace un papel de gracioso, más bien de pobrecito y tierno enamorado, inspira compasión. En conjunto veo la película infantil, como un cuento. Con alguna escena que más o menos puede hacer gracia, pero no mucha, la verdad. Destaco la escena que ella le canta al piano, la cara tan graciosa que él pone, enternecedora. Saludos.

Se ve que el comediante Harold Lloyd no tuvo en esta ocasión su mejor día, pues nos encontramos con un mediometraje aburrido, infantil, con un humor totalmente pueril y un guión más que trasnochado. Realmente es muy difícil rescatar algún momento divertido en esos 60 minutos interminables, que parecen aún más eternos por la demencial banda sonora.

Aconsejable única y exclusivamente para fans de este actor, amantes del cine mudo poco exigentes y espectadores a los que les guste un humor similar al que hacían los payasos de la tele allá por los 70.

Floja floja de verdad.