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Woodstock 99: Peace Love and Rage

Documental Woodstock 99, un festival de música de tres días con la intención de hacer eco de la unidad y del idealismo contracultural del concierto original de 1969 que, en su lugar, cae en revueltas, saqueos y abusos sexuales.
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
29 de agosto de 2021
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los conciertos o festivales a los que acudimos siempre se guardan en nuestra memoria de manera idealizada. Música, baile, ruido, gente, algún amor o beso. No cabe sitio para la reflexión, simplemente se vive el momento. Recordamos nuestra experiencia y la adornamos omitiendo aquellos detalles que podrían convertir aquel bonito recuerdo en una historia de terror. Woodstock 99: Peace, Love and Rage es ese mazazo a la memoria de los que acudieron al susodicho festival.

El director de esta orquesta de rock, sexo, drogas y demás locuras inimaginables es Garret Price. El mayor logro del documental no es la perfecta combinación de imágenes de archivo, música y voces de los participantes. Un ritmo frenético que conduce al espectador por las corrientes deseadas para al final tirarlo de cabeza al fondo del pozo, allí acaba encontrando, perfectamente organizado por Price, el horror de este festival y de la sociedad norteamericana. Lo que hace especial al documental es su valor periodístico.

Woodstock 99 fue un festival donde acudieron mujeres, hombres negros, músicos, alcaldes, famosos y multitud más de gente. Pero el espacio donde se celebró el festival se llenó del ser dominante en la sociedad estadounidense: el hombre blanco. Adolescentes y jóvenes adultos de entre 20 y 30 años que venían de buena familia (y otros no tanto) que buscaban divertirse y romper con la sociedad que los rodeaba. El documental logra una mescolanza espléndida a la hora de contar el relato de terror del 99 dándole voz tanto a esos hombres blancos como a las mujeres, personas afroamericanas, músicos, periodistas o a los propios organizadores del festival. Todas las voces en un mismo documental: se contradicen y concuerdan constantemente, siendo siempre apoyadas por la profesionalidad y rigurosidad de las imágenes de archivo o datos ofrecidas por el director.

Un documental sobre el pasado que les da voz a los y las que pensaron y vivieron aquello sin olvidarse en ningún momento de los datos objetivos o las voces expertas. Es un logro impresionante y muy bien llevado.

Para descubrir el relato de terror que narra Woodstock 99: Peace, Love and Rage, disfrutad de su metraje porque es uno de los documentales más interesantes del año.
theo56
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1 de agosto de 2021
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
*De donde sale Woodstock 99

El documental empieza tratando de establecer a través de los creadores del festival de donde salió la idea de intentar recrear el mítico festival del 69 para llevarlo a la generación X. Garret Prince nos narra muy bien el entorno social y político de la época a través de los cambios en la música de principios de los 90 a finales. Una década que empezó siendo más parecida a lo que es hoy en día la sociedad inclusiva defendiendo los derechos LGTBQ+ y criticando el racismo con grupos como Nirvana hasta la rabia que transmitían grupos como Limp Bizkit a finales de la década.

La mejor reflexión del documental es la siguiente: “La cultura americana se basa en que las generaciones pasadas intentan forzar a las nuevas generaciones a vivir las experiencias que les hicieron felices en su momento, sin tener en cuenta que la sociedad ha cambiado. Y por eso la cultura estadounidense nunca va a evolucionar.”

Woodstock 99: Peace Love and Rage también reflexiona sobre el cambio generacional que estaba ocurriendo en esos momentos en la MTV, que pasó de grupos como lo que había en el festival a los Backstreet Boys. Por decirlo de alguna forma, el target pasó de los hermanos mayores a las hermanas pequeñas.

*Problemas de festivales

Nunca me han gustado los festivales y después de ver el documental, sobre todo después de la pandemia del Covid-19 dudo que nunca asista a otro festival de música. Solo con ver a 500.000 personas caminando y sudando hombro con hombro, pecho con pecho ya me dan picores.

Woodstock 99: Peace Love and Rage se organizó en una base militar y se valló con un muro para la paz que posteriormente fue destruido por los asistentes. A mano. Y eso es lo de menos. El agua embotellada en los puestos de comida valía 4$ y aunque había agua gratuita para los asistentes eso acabó siendo parte de los baños públicos hasta que alguien reventó la tubería que hizo que parte de esa zona se inundara. Si fuera poco los baños portátiles que puso la organización no se podían vaciar con suficiente rapidez con lo que las aguas residuales empezaron a salir mezclándose con el agua de la tubería y creó un charco de aguas fecales. En las que muchos asistentes se rebozaron pensando que era barro.

*Hombres blancos de mediana edad

Querer hacer un festival de amor, paz y rock & roll y poner en el cartel Limp Bizkit, Red Hot Chilly Peppers, The Offspring, Kid Rock, Metallica… quizás no fué la mejor opción. El documental quiere dejar muy claro que gran parte de la audiencia de Woodstock 99: Peace Love and Rage eran hombres blancos de mediana edad. Y en esa época era peor que ahora. Por lo que sea, culturalmente se había generado una especie de sensación de rabia contenida que estos grupos proyectaban sobre su audiencia y eso fué gran parte del detonante del desastre más que anunciado. Puede que fueran las malas interpretaciones de películas como El club de la lucha o que se tomaran demasiado en serio las letras de Limp Bizkit, pero en el documental muestra claramente este tipo de actitudes.

Woodstock 99: Peace Love and Rage habla de la gran cantidad de violaciones que hubieron ese fin de semana. Solo se reportaron 44 casos, pero se habla de miles. A finales de los 90, por culpa de la televisión se veía a la mujer empoderada como una mujer que era guapa y lo sabía y que podía mostrar su cuerpo como quisiera. Y eso está bien, pero no hay que confiar en que el hombre blanco de mediana edad con privilegios lo vaya a respetar. Muchos grupos en el festival vieron las agresiones y los tocamientos hacia las chicas que hacían topless como The Offspring que pidieron en el escenario que se respetaran a las chicas, pero está claro que eso no funcionó.

*Por desgracia todo es un gran anuncio

Pudieron ocurrir muchas desgracias en Woodstock 99: Peace Love and Rage pero una cosa voy a decir: no se ha escuchado mejor música en un festival des de esta época. Si algo tiene el documental es un soundtrack exquisito.

Paradójicamente Woodstock 99: Peace Love and Rage termina haciendo la siguiente reflexión: se intentó imitar un festival hippie con los valores puros hippies por parte de una organización capitalista y eso nunca funciona. El problema es que justo después hace un anuncio descarado al festival de música Coachella, que si bien es cierto que sigue ciertos valores y es un poco menos agresivo con el público, no deja de ser un festival organizado por una empresa capitalista.

Escrito por Daniel Burón
Cinemagavia
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9 de agosto de 2022
14 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jamás creí que diría lo que voy a decir, pero el documental que ha estrenado hace poco Netflix sobre este mismo tema TIENE MENOS IDEOLOGÍA que el perpetrado por Garret Price, de hecho, apenas unas migajas en comparación con esta bomba agendista y repelente.

Desde luego que un progre no puede vivir si no aprovecha la oportunidad que sea para echarte un sermón. No lo pueden evitar, es más fuerte que ellos.

Y es que el documental pierde bastante más tiempo en juzgar y en emitir reflexiones de mercadillo sobre la sociedad moderna que en exponer los hechos y contar simplemente lo que ocurrió. Y para ello se vale de un afroamericano racista, un demócrata defensor de los pobres, y una petarda con esa cara alucinada que impostan 24/7 las “activistas”, a la que por cierto, le dan muchos más minutos de voz que a los organizadores del evento, y todavía me estoy preguntando la razón.

Si tanto echáis en falta una conclusión filosófica barata acerca del por qué este Woodstock ’99 fue una cagada total, se me ocurre que todas las sociedades ultra-reprimidas a la usanza de las anglosajonas, en cuanto encuentran una excusa válida para liberarse de toda esa tensión que acumulan matándose a trabajar y a competir, y una ocasión para desinhibirse, no lo hacen con equilibrio, sino que lo llevan al extremo y la lían. Siempre y allá donde van.

En realidad todo se resume en escasez de agua, falta de saneamiento y control de residuos, y poca seguridad. Da igual que los conciertos sean de cantautores folk que de grupos de death metal; de haber organizado como Dios manda esas tres cosas, no habría sucedido ni el 1% de toda aquella mierda.

Lo que me lleva a reflexionar sobre los tiparracos responsables (pero que irónicamente NO SE HACEN RESPONSABLES), los tales John Scher y Michael Lang, este último incapaz de ofrecer otra cara que no sea la de una media sonrisa algo siniestra, y ambos incapaces de asumir la realidad, y las consecuencias de sus acciones y omisiones. Y de recapacitar acerca del hecho de que mucha gente vaya a un festival para oír a una banda que les guste y hacer otras actividades lúdicas, y en vez de eso resulten gravemente heridas, sean violadas o incluso mueran.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JACHi
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24 de julio de 2021
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran documental, con el sello característico de HBO en toda su impronta. Entrevistas magníficas con organizadores y algunos artistas de la época ya dureza del surrealismo apocalíptico de aquellas tres noches en 1999.

El mayor error de su ejecución, fue pensar que la juventud del 99, se iba a parecer (sobre todo en intelecto), a la de 1969. Y es que, aquella historia de amor idílico de finales de los 60, tenía un propósito, tenía un contexto histórico, la de 1999, solo era sexo y drogas, sin un trasfondo, sin ganas de cambiar nada.

El segundo error, claramente fue la elección de artistas tan superficiales, que no representaban lo que significó el movimiento de Contracultura, 30 años antes. Fácilmente, es equiparable si hicieran un Woodstock en estos días e invitaran a cantantes de reggaeton, cero profundidad.

Pero bueno, yo creo que no digo nada nuevo, todo estuvo mal en ese festival.
Luiskrlosd
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3 de agosto de 2021
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woodstock 99: Peace Love And Rage (2021) es un documental que indaga sobre lo sucedido en la tercera, y por ahora última, edición del festival musical realizado en 1999 en Rome, New York. Radiografía de una época en la cultura musical y juvenil, y de tres días que terminaron en un desastre.

Por Nicolás Bianchi

Luego de diez años de crecimiento económico ininterrumpido, con las más bajas tasas de desempleo en mucho tiempo y el presidente Bill Clinton explicando por televisión sus actividades extra curriculares con Monica Lewinsky y las demás becarias de la Casa Blanca, Estados Unidos se encuentra con que a vastos sectores de su juventud, sobre todo blanca y de clase media, la recorre un sentimiento de furia. 1999 fue también el año del tiroteo masivo de Columbine, que no fue el primero de su tipo pero sí un símbolo de una época.

El documental Woodstock 99 pone a lo sucedido a las afueras de New York, en un pequeño condado, en contexto. Los tiempos cambiaron. Pasaron 30 años del festival original, realizado en 1969. La segunda edición de 1994, al cumplirse 25 años, también fue exitosa aunque no tan recordada. Pero cinco años después todo fue diferente, quizás por el espíritu de una época muy particular que combustionó en la base militar abandonada donde los organizadores Michael Lang y John Scher decidieron organizar las tres jornadas de ‘paz, amor y música’.

La idea que se desprende del documental es que era previsible, y prevenible, que todo terminara mal. Lo que se muestra es un camino directo al colapso. Realizado en julio, durante los días más calurosos del verano, lo primero que empezó a faltar fue el agua gratis. Cuatro dólares la botella de medio litro o intentar beber del agua que otros malgastaban bañándose eran las opciones para los jóvenes deshidratados. Porque además de las fallas de la organización lo que se vivió fue un desmadre general de los asistentes al festival.

Nada los unía, más que el resentimiento, y el festival no tenía ningún propósito más allá del lucro esperado por los organizadores. Al borde del cambio de siglo la juventud estadounidense no está aglutinada ni contra la guerra, ni contra el racismo y mucho menos a favor de algún tipo de proyecto colectivo. Son jóvenes, rebosan de energía y lucen enojados, aunque nadie sabe muy bien por qué.

Se trata también de un momento particularmente misógino y homofóbico de la cultura del rock. El festival solo contó con tres actos femeninos en tres días (Alanis Morisette, Jewel y Sheryl Crow), mientras que gran parte del público fue impulsado por bandas que hacían de la violencia parte de su espectáculo, como Kid Rock o Limp Bizkit. Otras, como Korn, Red Hot Chili Peppers o Metallica, si bien no eran particularmente agresivas sí continuaban con el despliegue de testosterona. Nadie intentó calmar las aguas. De hecho en el documental se habla del ‘rock agresivo’ como un subgénero de aquel tiempo.

El documental recurre a material de archivo, fragmentos de los recitales que están montados para resaltar los principales argumentos de la película y entrevistas con varios de los protagonistas en el presente, veinte años después de los hechos. También se incluyen las voces de periodistas y asistentes al festival, para introducir las distintas líneas que el director Garret Price busca señalar. Entre otras atrocidades, los tres días de Woodstock 99 significaron un gran despliegue de violencia contra la mujer.

Woodstock 99 narra las tres jornadas como un lento pero constante descenso hacia el desastre. Primero el calor fue más del esperado y luego colapsaron los servicios sanitarios, mientras un sentimiento de ira, reforzado por los shows de las bandas más convocantes del momento, comenzaba a adueñarse de todo. Son muchos los testimonios que hablan de un festival con malas vibraciones. Como si todos, músicos, organizadores y asistentes, hayan puesto su pequeña cuota para contribuir a un caos general.

Se estrenó en HBO Max. Contacto: [email protected].
El Golo Cine
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