Alvin y las ardillas

Te encuentras en tu casa con tres ladillas parlantes con la voz tuneada por John Cobra a lo Cañita Brava y encima tus sangrantes oídos se enteran que saben cantar. Antes de que te vueles la cabeza se te presentan unas cuantas opciones qué hacer con las ladillas:

a) Al ver que se han escapado de un videojuego de los Teletubbies, matarlas con el botón de Delete antes de que hagan explotar tu cerebro.

b) Al ver que en EEUU son superventas discos cantados por perros, gatos y Justin Bieber, llevarlas a una discográfica.

c) Al ver que pueden gustar al público infantil, llevarlas a Hollywood y que hagan una película con ellas.

En “Alvin y las ladillas” se decantaron por las opciones b) y c).

Como Theodore, está película se cayó del árbol al nacer… Ni homenaje a “One Froggy Evening”, ni que digan que las ladillas son como niños ni un poporrí de covers pasadas por el auto-tune y el defecto. Esta película es la muerte ladillil.

“Alvin y las ladillas” es todo un pedazo bodrio. Bueno, un bodrio que recaudó 361 millones de dólares en todo el mundo.

No tengo derecho a comparar la serie con la película, ya que los recuerdos de la primera los tengo muy borrosos y llenos de oquedades. Pero la verdad es que la película tiene sus puntos, pese ser bastante mediocre en general. Las vocecillas de los pequeños protagonistas roedores (tipo pitufo) son muy graciosas, y la aparición del actor Jason Lee es un punto favorable (quien haya visto "Me llamo Earl" o ciertas películas de Kevin Smith me entenderá). Todo resulta bastante infantil por lo que su visionado está recomendado a ser hecho en familia. No tiene nada de especial, pero está bien para pasar el rato.

Familiarmente divertida y cinematográficamente común. Alvin y las ardillas gustará a un público muy amplio, pero ninguno de ellos llegará a adorarla ni a tenerla entre sus películas favoritas. Como suele pasar en estas producciones, hay una moraleja subyaciente durante toda la película, pero que a la vez esconde una especie de crítica (voluntaria o no) de la industria discográfica y de la explotación de todo lo que vende hasta la saciedad.
Tim Hill, experimentado en animación de este tipo (con puntos buenos y malos) consigue una buena película, pero que no supera el calificativo de resultona, con algún que otro punto gracioso y otros un tanto típicos, pero cumpliendo su objetivo en mayor medida. Sin embargo hay un montón de opciones mejores dentro del mismo género por lo que no es una película catalogable como primordial.

Otra película "life-action" que explota una serie de animación humorística. Típico recurso de nuestros tiempos que augura un fracaso de base. Los personajes animados se crearon como dibujos por algo, porque era así como funcionaban mejor, y por tanto no será lo mismo si uno los convierte en seres infográficos rodeados de personas. No obstante la película tiene tres excusas para justificar el uso de esta técnica: la primera, que la serie de los ochenta (no la más vieja de los 60) realmente jugaba con el contraste entre el diseño realista de los seres humanos y el aspecto cartoon de las ardillas; la segunda, que las series anteriores no eran obras maestras -aunque resultaban simpáticas- y la tercera, que al fin y al cabo es una película para niños. Se puede añadir una cuarta que es que los personajes ya han sido re-imaginados y re-diseñados en varias ocasiones.

La cinta acierta en sus intenciones y en su planteamiento (que refleja en cierto modo la historia "real" del grupo-ver wikipedia) y en el casting del protagonista humano, Jason Lee, que resulta carismático como David Seville. También refleja bastante bien las personalidades originales de las ardillas, Alvin, Simon y Theodore (aunque quizá falta algo de la faceta intelectual del segundo). Además participa en el guión Jon Vitti, guionista de algunos de los mejores episodios de Los Simpson, si bien no parece esforzarse demasiado en esta ocasión.

Podría haberse tratado de una aceptable propuesta para niños si la "actualización" no implicara incluir chistes de pedos, coprofagia, o referencias a la cultura pop que se olvidarán al de unos días. Tampoco pegan otros aspectos contemporáneos como algunos toques raperos en el vestuario de los personajes o las actuaciones musicales acompañados de cantantes juveniles que parecen salidas del Disney Channel. Además David Cross resulta algo irritante, y su doblador también, aunque tiene algún momento divertido.

Por último, carga un poco las tintas con el mensaje familiar. No me parece una mala moraleja para niños pero al adulto le resulta algo cansino y creo que los chavales tampoco necesitaban que se les adoctrinara tanto, bastaba con un diálogo más cortito.

Me quedo con la película de animación de 1987, que también es bastante infantil pero resulta más entrañable y tiene algunos momentos excelentemente animados.

Nos encontramos ante un film que cuando ves su cartel ya sabes que no vas a encontrar una obra maestra. Lo que encuentras es una película con unas ardillas cantarinas, quizás hasta cierto punto histriónicas, pero que sabemos lo qué les pasará y cómo les pasarán las cosas. Jason Lee está allí para acompañar a toda la informática, al poder.

La virtud de esta película es una b.s.o entretenida (nada del otro mundo), unas situaciones que ves venir de lejos y algunas gracias que están bien.