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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
7
4 de enero de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llamado antiguamente Trastorno de doble personalidad o de personalidad múltiple, el ahora llamado Trastorno de identidad disociativo, ha sido bastante discutido y cuestionado, pero continúa descrito en el DSM IV como “la existencia de dos o más identidades o personalidades en un individuo, cada una con su propio patrón de percibir y actuar con el ambiente. Al menos dos de estas personalidades deben tomar control del individuo de forma rutinaria y están asociadas con un grado de pérdida de memoria que va más allá de la falta de memoria normal. Los síntomas deben ocurrir independientemente del abuso de sustancias o de una inducción médica”.

Personalmente, no he conocido ningún caso y de su real ocurrencia solo dan fe algunas historias llevadas a la literatura y/o al cine, ya sea como registro de hechos reales como el que cuentan Margery Lawrence en “LA MADONNA DE LAS SIETE LUNAS”, Corbett Thigpen y Hervey M. Cleckley en “Las tres caras de Eva” o Flora Rheta Schreiber en “Sybil”, y también historias de ficción como las de “Psicosis” o “Vestida para matar”. Mejor explicación de lo que comúnmente ocurre en la realidad, puede encontrarse en una película como “Las dos caras de la verdad” donde, Aaron el joven procesado por asesinato, nos da unas clasecitas de brillante manipulación.

Sin embargo, el abuso sexual en niñas o adolescentes (como es el caso de Maddalena la protagonista de “LA MADONNA…”), suele inducir conflictos psicológicos como neurosis, sociopatías y hasta podría causar un cierto trastorno de identidad disociativo, al querer huir inconscientemente del maltrato sufrido o de la imagen personal que provocó aquel incidente.

El caso que nos cuenta Margery Lawrence en su famoso libro y que, el inglés Arthur Crabtree, ha llevado al cine con innegable atractivo y emocionalidad, nos habla de una chica de Florencia, Italia quien, tras ser violada en su adolescencia, entra en un convento, es reclamada en matrimonio por un hombre de la alta sociedad, y tras tener a su hija, la lleva a estudiar a Inglaterra, y se va a vivir a Roma, donde espera poder olvidarse de su pasado. Pero el trauma parece haber dividido su mente y cuando la realidad se le vuelve inmanejable, Maddalena oye una voz que la llama, huye y enseguida regresa a Florencia, donde se transforma en la gitana Rosanna y se reencuentra con su gran amado, el truhán Nino.

Se evidencia un profundo afán por huir del sufrimiento y como dice en aquella extraña brújula en el jardín, pareciera que Maddalena (Phyllis Calvert) solo quiere contar con las horas de alegría que la vida pueda proporcionarle. En su vida intervendrán entonces, su adorable y comprometida hija Angela (la bellísima Patricia Roc) y Sandro Barucci, el oportunista gitano que pareciera un mal pronóstico en sus vidas, eficazmente representado por el futuro brillante director, Peter Glenville, en sus tiempos de actuación.

“LA MADONNA DE LAS SIETE LUNAS” es un drama que consigue atraparnos y que demostrará las profundas y extrañas experiencias que podríamos llegar a tener en nuestra vida.
Luis Guillermo Cardona
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7
23 de diciembre de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo he sentido y lo he comprobado muchas veces: Así como no hay nadie tan próximo a la música clásica como un amante del rock, no hay igualmente nadie tan cercano a la espiritualidad como un hombre de izquierda. Y casualmente, tanto al roquero como al izquierdista, les duele la vida, nunca están conformes, y suelen ponerse a disposición del cambio donde ven la esperanza de que pueda –y deba- suceder. Hablo por supuesto de los auténticos, porque, deplorablemente, tampoco estos senderos están exentos de gente liviana. Aquellos, son de corazón sangrante y noble, y sienten como suyo el dolor del pueblo y el lamento de los excluidos.

Creo que, Leonardo Favio (1938-2012), fue un hombre de corazón sangrante. Conoció la pobreza en su infancia, fue abandonado por su padre, estuvo en la cárcel… y tuvo la suficiente experiencia para comprender que las cosas en el mundo no andan bien repartidas. Después de estudiar en un seminario de donde se escapó pronto, hizo pequeños papeles en radioteatros conseguidos por su madre, hasta que consiguió acercarse al cine donde hizo de extra y de actor secundario, hasta llegar a su mayor deseo que era el de convertirse en realizador.

“NAZARENO CRUZ Y EL LOBO” fue la quinta película de este comprometido peronista, y en ella vuelve al tema que siempre alimentaba sus populares canciones: El Amor. Basado en un cuento tradicional argentino, esta es la historia de un muchacho que, como yo, vivió la “tragedia” de ser el hijo número 7. Al saberlo enamorado, Nazareno Cruz es visitado un día por el diablo y éste lo pone en la disyuntiva, según la cual debe escoger entre el oro o el amor. Si renuncia al amor lo hará rico, pero si elige el amor se verá convertido en lobo en cada noche de luna llena.

Favio se la juega con un guión que roza la más modesta, cristiana y poco sostenible tradición oral, pero logra sacarlo avante con unos magníficos y originales sets; sirviéndose de “encantadoras” y auténticas brujas que poco tuvieron que pasar por la sala de maquillaje; y con una, en general, muy cuidada fotografía, complementada con efectos que realzan los tonos emocionales de la gótica narración. Incluso, esos largos planos dispuestos a dar espacio para que suenen completos los preciosos temas “Soleado” de Zacar (Ciro Dammicco) y algún fragmento del “Rigoletto” de Giuseppe Verdi, tienen su propia magia. Y huelga decir que, el gallardo y cansado diablo, está muy bien representado por Alfredo Alcón, uno de los más sobresalientes actores argentinos.

Es la segunda vez que veo este filme y vuelve a conmoverme profundamente ese sentido momento cuando el rey del averno le dice a Nazareno: “No te olvides de mi. No te avergüences de mi cuando estés frente a Dios, Nazareno. Yo también, si Él quisiera, me repartiría como un pan de amor entre la gente”.
Luis Guillermo Cardona
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8
3 de octubre de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si un hombre fuma, bebe, es pendenciero, irrespeta a las chicas, juega al fútbol, corre en autos o en motocicletas, manifiesta homofobia… y apenas sabe coger la cuchara para llevarse la comida a la boca, ¿es muy viril, muy hombre? Lo que yo creo es que juega a ser macho, y en algunos casos, ésta no es más que una máscara para ocultar incompetencias, o en otros casos, inclinaciones que pugnan por salir a flote… y en ocasiones lo logran, aunque “nadie” se entere.

Si un hombre es abstemio, pacífico, sabe remendar su ropa, es cortés con las damas, prefiere la música clásica al fútbol, respeta plenamente la esencia de cada persona… y es capaz de cocinar para sí mismo o para otros, ¿es homosexual, un gay? Lo que en mi profesión he comprobado es que, un hombre de este estilo, se valora tanto a sí mismo como a los demás, que por eso cuida de su propio ser, comparte, se vuelve independiente, y vive la vida a plenitud, sin jugar a las apariencias y siendo, él mismo, con la más plena autenticidad... y de una cosa se puede estar seguro: Nunca le verás entre grupos de hombres que se van muy juntitos al estadio... o que salen de pesca sin mujeres a bordo... o que buscan a las chicas solamente en los burdeles. Ellos, saben conquistar, y se verán con frecuencia muy bien acompañados, pues, resultan muy atractivos para las mujeres de verdad.

Algo así, es lo que ocurre con, Tom Lee, el joven de 17 años, estudiante del internado Chilton, quien por actuar casi exactamente como el segundo Hombre que describimos, es calificado de sister boy (damisela) y ridiculizado por sus impertinentes condiscípulos... y el profesor de educación física, y aún su propio padre, también lo verán como una suerte de desadaptado al que hay que enderezar o sacar del camino. Pero, al avanzar el proceso, se irán transparentando las personalidades, y quizás, pronto entenderemos que las firmes palabras de la señora, Laura Reynolds, tienen mucho peso: “La hombría es mucho más que decir vulgaridades, fanfarronear y escalar montañas. La hombría también es ternura, delicadeza y consideración”.

Obra de gran éxito en Broadway, estelarizada por, Deborah Kerr, John Kerr (sin parentesco), y Leif Erickson, al momento de ser llevada al cine por, Vincente Minnelli, se contó con un guión escrito por el propio autor, Robert Anderson, y el trío protagonista retomó los roles con los que fueran tan aplaudidos en las tablas.

Deborah Kerr, logra aquí una de las mejores actuaciones de su carrera, dando vida a una mujer empeñada en demostrar que la hombría no es aquello de lo que muchos se jactan y pregonan, y en cambio, Sí es lo que muchos ejercen con humildad y respeto. Su rol enaltece a las mujeres al dar cuenta de su sensibilidad, su carácter y su claridad ante la vida. Lástima ese forzado final de castigo impuesto por la obtusa censura que, Minnelli, tiene que reflejar con la carta que un día se descubre, pues, para nosotros, Laura Reynolds se merece toda la dicha del mundo.

Contra todo, <<TÉ Y SIMPATÍA>>, es un filme muy cálido, bellamente realizado, y con un conjunto actoral que logra demostrar que sus personajes los han sacado del alma.
Luis Guillermo Cardona
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8
1 de octubre de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pionera en los títulos de cine-escuela con niños discapacitados, a la que seguirían títulos como “Ana de los milagros” (1962), “Ángeles sin paraíso” (1963), y otras, <<MANDY>> es una importante película que refleja, con valiosos elementos, el proceso que debe seguirse para ayudar a los niños que nacen con problemas auditivos. Son ya tiempos en que comienzan a invertirse algunos roles y ahora es el padre el obstinado frente a la intuición y la fe que tiene la madre de que en la institución elegida -Royal Residential Schools para niños sordos-, sacarán adelante a la pequeña Mandy, hasta hacerla apta para vivir en sociedad.

Versión cinematográfica de la novela, “The Day is Ours”, de la escritora inglesa, Hilda Lewis (1896-1974), fue el brillante director, Alexander Mackendrick, quien le dio el nuevo rumbo, logrando plasmar un particular triángulo amoroso en medio del difícil proceso mediante el cual, la pequeña Mandy de 6 años, lucha para adquirir el lenguaje que la haga plenamente comprensible. De esta manera, el conflicto familiar alcanza una relevancia central, pues, Christine la madre de la niña, se ve abocada a separarse temporalmente de su marido porque tiene la certeza de que, el escaso, sobreprotector y amargo apoyo que sus suegros, y ellos mismos como padres, vienen ejerciendo con la niña, solo la convertirá en un ser marginado sin posibilidad alguna de socialización.

Es entonces que, la relación entre la atractiva y solitaria Christine, y el profesor Dick Searle -un hombre que a veces juega a ser duro, pero que quiere con sinceridad a los niños y demuestra una profunda vocación-, comienza a estrecharse… y despertará celos... y será motivo hasta para un complot por parte de alguien de la institución que ve con malos ojos al eficiente instructor.

Representada con mucha fuerza y credibilidad por la pequeña Mandy Miller -quien ya había debutado con Mackendrick en “El Hombre del Traje Blanco”-, Mandy Garland es un prístino ejemplo de lo que puede alcanzarse cuando se tiene fe y perseverancia... y cuando se cree, firmemente, en las posibilidades de desarrollo que abundan en cada ser humano.

Se estima que, en promedio en el mundo, uno de cada cien mil niños nace ahora con problemas de hipoacusia. Esta deficiencia genera trastornos emocionales y baja autoestima, limita enormemente la capacidad cognitiva, y con frecuencia, se vive en un gran aislamiento al no conseguir hacerse comprender por los congéneres. Pero, cuando se le trata adecuadamente desde muy temprano y se le cualifica para aprender a hablar o conocer el lenguaje de señas, estos niños se tendrán en mejor aprecio, conseguirán relacionarse con mucha gente, y en algunos casos, hasta podrán ser creadores, artistas o convertirse en seres de alta utilidad para quienes padecen el mismo tipo de problemas. Presten mucha atención al personaje del filme, Jane Ellis, para que conozcan a una mujer ejemplar.

Al terminar de ver a, <<MANDY>>, sentí haber estado ante un filme enaltecedor, ejemplo de perseverancia y de fe, en el hombre y en la ciencia. Muy recomendable.

Título para Latinoamérica: MURALLAS DE SILENCIO
Luis Guillermo Cardona
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7
18 de agosto de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definitivamente, me debo la lectura del libro “El guardián entre el centeno” de J. D. Salinger, pues, como me ha ocurrido anteriormente con al menos otro par de obras (“El filo de la navaja” y “Un curso de milagros”), éste me persigue de tal manera que solo puedo atribuirlo a la ley de causalidad. Sin proponérmelo en lo más mínimo y sin referencia alguna, en menos de un mes llegaron a mi ¡cuatro películas! que hacen referencia al polémico libro (“Pleasantville”, “El coleccionista”, “Bowling for Columbine” y “Conspiración”). Algún tiempo después volví a verlo citado en “Regalo para soltero”… y ahora me encuentro con “DESCUBRIENDO A FORRESTER” cuya historia nos recuerda, de alguna manera, los tiempos de ermitaño de su atribulado escritor.

J. D. Salinger (Jerome David Salinger, 1919-2010) fue un newyorkino de clase alta que llegó a ser novio de Oona O’Neill, quien le dejaría para casarse con Charles Chaplin. Fue soldado de infantería durante la Segunda Guerra Mundial e hizo contraespionaje luego de terminada la guerra. Escribió numerosos relatos que le publicaron en diversas revistas y finalmente, en 1951, publica su corta novela “El guardián entre el centeno” que se hizo muy popular entre los jóvenes de colegios y universidades, pues su personaje central, Holden Caufield, al parecer es un adolescente inmaduro y desadaptado, pero de estimable agudeza. El carácter mítico de este pequeño libro, se lo ha ganado tras descubrir que diversos criminales, entre ellos el que atentó contra John Lennon, lo tenían entre sus pertenencias. Con posterioridad a su gran éxito, Salinger publicó varias series de relatos, pero un día entró en un fuerte ostracismo, asumió un encierro voluntario y sus últimos escritos jamás los publicó. “Los sentimientos de anonimato y oscuridad de un escritor –declararía un día- constituyen la segunda propiedad más valiosa que le es concedida”.

Inspirado en la vida de Salinger, con base en un guión de Mike Rich, y siguiendo la huella de su gran éxito “El indomable Will Hunting” de la cual retoma diversos tópicos narrativos (relación maestro-alumno bastante huraña en principio, chicos genios y marginales, recomendaciones para autoencontrarse y para enamorar, profunda empatía superada la hostilidad…), Gus Van Sant logra contarnos una historia interesante, pero sin duda menos vital, veraz y significativa que la de su filme precedente.

Sean Connery luce un tanto cansado y no consigue, ni de lejos, el poderoso tono que logra Robin Williams en “El indomable…”. Mejor -pero sin llegar tampoco a la altura de ese Matt Damon que aquí se da una pasadita como para recordarnos el éxito de tres años atrás-, es la labor del joven debutante Rob Brown, quien como Jamal Wallace, logra redondear una figura bastante carismática y significativa para los avances del entendimiento que sigue consolidando la era Obama.

Interesantes lecciones de cómo escribir, algunos apuntes necesarios a nuestra prejuiciosa sociedad, y diversos momentos de sentida calidez, hacen de “DESCUBRIENDO A FORRESTER” una película digna de cierto aprecio.
Luis Guillermo Cardona
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