Hay cosas que echo de menos en esta vida. los viejos tiempos, los ochenta, era un niño, la vida me quería y yo tambien a ella. El tiempo pasaba deprisa, tan deprisa, que todo parecía ir a cámara rápida, casi sin tiempo para respirar. Como Michael J. Fox en sus películas, siempre corriendo. Como en esta película.
Un joven en la gran ciudad de Nueva York. Esperando a que acabe el día y empiecen a encenderse los letreros de neón. Pasando las noches en discotecas, fiestas, rodeado de luces de colores, drogas, música y mujeres.

En la década de los ochenta aparecieron muchas películas post-apocalípticas y catastrofistas de diversos tipos, entre las que se encuentra este pequeño diamante en bruto. El manejo de la tensión en esta película, es magistral.
La odisea de Harry comienza cuando coge la llamada de un teléfono publico, al lado de la cafetería donde trabaja Julie. A partir de aquí, Harry tendrá una hora para salir con Julie de la ciudad, antes de un ataque nuclear lo arrase todo por completo.
Conforme va avanzando la historia, el ritmo va siendo cada vez mas acelerado, angustioso y asfixiante, hasta alcanzar momentos de caos absoluto. Véase la escena del atasco, en la que el protagonista se sube encima de los coches.
Destacar a Anthony Edwards y Mare Winningham, que son el alma de esta historia. Perfectos.
Una de esas películas que me han acompañado a lo largo de mi vida.
Recomendable al cien por cien a los amantes del genero.

Quien me iba a decir, la primera vez que vi a esta banda en acción, que me acompañarian tantas y tantas horas de mi vida. Pues si, así es, así ha sido.
Después de haberla visto varias veces desde el primero, hasta el ultimo episodio, siento que no volveré a ver nada parecido en mi vida. Nada tan puro, tan inspirado, tan perfecto.
Me he sentido parte de una familia, que ha estado ahi en esos momentos en los que no me apetecía nada, en los que estaba cansado y abatido, en los que estaba harto de todo. Ahí estaban Los Soprano. Animando y alegrándome el día. No creo que se le pueda pedir nada más a una serie. Esta serie da otro significado a palabras entretener, divertir, gozar, disfrutar, vivir.
Dicho esto, a continuación me centrare en lo que para mi es lo mas importante de Los Soprano; Sus protagonistas, la familia, los personajes... Y que personajes, señores.
Por encima de todo y de todos se encuentra el gran Tony Soprano. James Gandolfini, el que parte la pana, el que corta el bacalao, el omnipresente, el gran jefe. Simplemente magnifico, solo toca inclinarse ante el que ya es un personaje mítico de la historia de la televisión.
Seguidamente, un peldaño por debajo se encuentran los fijos, la familia mafiosa, los que cada capitulo que pasa, vas descubriéndolos un poquito más.
Christopher Moltisanti, interpretado por Michael Imperioli. Me encanta cuando la atención se centra en el y sus problemas. Silvio, Steve Van Zandt, el que podríamos decir que es el consigliere. No es Robert Duvall, ni falta que le hace. Recuerdo su imitación de Al Pacino. Y Paulie interpretado por Tony Sirico. De este ultimo destacaría el carácter de su personaje, de lo mas entregado que te puedes encontrar por la vida.
Menudo tridente mágico, si señor.
Entre los personajes femeninos destacaría a la mujer, Carmela, interpretada por Edie Falco, su madre, interpretada por Nancy Marchand, su hermana Janice que es Aida Turturro y como no, su psiquiatra, Lorraine Bracco, ¿alguien dijo tensión sexual?.
Y volviendo con los hombres, menos mal que no estamos todos juntos metidos en una sauna, a lo que voy que me pierdo... uno que merece mención aparte, Dominic Chianese como el tío Junior. Me gusta su personaje, siempre sabiendo como volver loco a Tony hasta sin proponérselo, y alguna vez va aun mas lejos todavía.

Analicemos las adaptaciones de videojuegos. Lo primero; no se respetan. Los creadores venden al mejor postor o se la encasquetan al primero que dice ser conocedor del juego, aunque no sea así.
Más aun, se está vendiendo buen material y se está tirando directamente por el retrete. ¿Por qué?. Porque el juego no es visto como un arte, sino como un mero entretenimiento y no se les pasa por la cabeza equipararlo a un libro.
En este punto se acumulan los despropósitos y la chapuza.
Cuando hablamos del Resident Evil de Mikami, no estamos hablando del Padrino de Puzo y sabemos que el director no va a ser Coppola. Pero de ahí, a dar una patada en los cojones a los seguidores, hay un trecho.

Vamos a la raíz del problema, la fidelidad. Básicamente todas las adaptaciones (la de esta crítica se puede salvar), se han pasado por los mismísimos este aspecto. Si le pones el nombre del juego, se consecuente y aunque te tomes ciertas licencias, mantén la estructura.
Pero el problema es que a alguien se le ocurrió pensar que quizás era mejor cambiar el argumento, historia y personajes, para que el jugador no se topase con lo mismo. ¡Muy mal pensado!.
Los espectadores que no lo jugaron quieren ver exactamente eso y los jugadores se sentirán satisfechos al ver aquello que les entusiasmó. Aquí radica el problema.
La solución (ya es tarde), es no venderse. El todo por la pasta no debería valer si apreciaran lo que crearon, mas que llenarse los bolsillos. No dar libertad a gente sin talento (o vergüenza) y controlar el proyecto en primera línea.

Mucha gente carga las tintas contra el doctor Boll, pero su sentido del humor le salva.
De Alone in the dark puedes decir que se monta paranoias de cuidado, flipadas de acción, situaciones de risa, pero si el protagonista se llama Edward Carnby, se llama Edward Carnby. Aunque Boll solo jugó al New Nightmare, me vale. Es mala, pero esto lo respeta.

Finalmente aquí llegamos a Silent Hill, que es una rara avis dentro de este tipo de adaptaciones.
No respeta el argumento estrictamente dicho. Pero respeta la estructura.
No respeta los personajes protagonistas. Pero da profundidad al carácter de estos.
Y sobre todo, Gans realmente muestra un aprecio hacia este proyecto. Ya quedó demostrado con El pacto de los lobos, que es un berenjenal, pero con guiños constantes.
Otro punto positivo es Radha Mitchell, que consigue alejarse de otras heroínas que van haciendo flipadas, ofreciendo una actuación seria y contenida.
Y lo que definitivamente hace de esta película que esté a años luz de otras, es la ambientación y los escenarios, plasmados tal y como debe ser.
Da gusto para un seguidor de la saga, encontrarse esos lugares con una buena coartada detrás. Y sobre todo asistir a ese cambio del "otro mundo" desde el momento en el que se empieza a oír la sirena. Por no hablar de la aparición de Cabeza pirámide. Respeta el espíritu del juego.
Una notable adaptación.

El Solipsismo o "ego solus ipsus" traducido de forma aproximada a "solamente existo yo". Y básicamente sin meternos en berenjenales, es tener consciencia de que lo único que podemos asegurar es la existencia de nuestra propia mente y que todo lo que nos rodea puede ser producto de nuestra mente. Puede ser falso, una ensoñación, puede no significar nada o todo. Ser solipsista es muy cansado si te lo tomas en serio.
El Show de Truman al igual que hace Matrix, da vueltas sobre el mismo eje; la existencia y la realidad del ser humano.
¿Es necesario ver esta película?. La respuesta es si. Porque vas a preguntarte cosas que antes te planteabas de pasada.
Pobre Truman y gran Jim Carrey, una de sus mejores películas.
Es cómico e interesante ir descubriendo al mismo tiempo que Truman Burbank, como va notando los detalles que delatan una falsa vida, un montaje televisivo.
Ver los anuncios que van metiendo los personajes en las conversaciones, publicidad subliminal dirían algunos. Especialmente con su mujer, una Laura Linney totalmente desquiciada en su papel.
Las conversaciones con el amigo del alma bajo las estrellas. Noah Emmerich con Marlon, consigue dejarnos bueno el ánimo con cada una de sus apariciones, a los espectadores de este singular show.
El reencuentro con su padre. ¡Que grande es la televisión!.
El collage que hace de la chica a base de recortes de trozos de revistas. Recordaba guapa y elegante a Natascha McElhone en Ronin, pero aquí tampoco esta nada mal, aun saliendo poco en pantalla.
Y todo siendo observado atentamente por el creador y a su manera, padre de ese hombre feliz llamado Truman; Cristof.
Ed Harris le da esa seriedad a todo lo que hace, desde el personaje mas importante, hasta el que apenas sale unos minutos, y aquí no iba a ser menos. Sus frases hacen reflexionar, como toda la película. Representa un Dios y cumple su cometido, sin duda.

El show de Truman es tan grandiosa porque bien podríamos ser protagonistas de algún show parecido, bueno en algúnos casos, malo en otros, pero por creer se puede creer en todo o en nada en esta vida.
Sino pionera, de las que no se olvidan con el paso del tiempo y eso ya es decir mucho.