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Críticas de simón
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Críticas 138
Críticas ordenadas por utilidad
9
21 de julio de 2008
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notabilísima película en principio más próxima a la serie “B”, tanto técnica como argumentalmente, que a producciones del entorno de Hollywood. A pesar de lo mismo consigue articular un mensaje que impactó desde el momento en la cual se proyectó en primera ocasión, y que aún sigue vigente hasta la fecha. En una parte del film el protagonista sugiere a un adolescente que mantuviese izada la bandera del inconformismo y que no se fiara de nadie con más de treinta años; y ese precisamente es el espíritu que impregna la mayor parte del metraje de, en cuanto a ideas se refiere, esta excelente producción.
Soslayo de forma consciente su estremecedor final, toda una metáfora de la paranoia armamentística de la época, por no resultar redundante, para no desbaratar los planes de visionado para los pocos que aún no lo conozcan, y porque disiento de la opinión de una inmensa mayoría que considera que ésta es la mejor secuencia del film, puesto que sin duda, para este que suscribe, la escena más importante se produce durante el soliloquio del gran Charton Heston todavía como tripulante de la astronave que lo conduciría a un futuro incierto, haciendo constar en el mismo todo el descreimiento y el recelo que sobre la raza humana y sobre su evolución asumía.
Lo mejor sin duda del film, como ya se ha reseñado con anterioridad, no se debe obviamente a su deficiente apartado técnico, ni a sus decorados, ni al diseño de producción, ni a los vestuarios, ni a los maquillajes... todo lo mismo bastante limitado, sino que el valor real de esta producción se mide en relación a su mensaje, enriquecido con multiplicidad de matices, que hacen de esta película una de las más comprometidas de su época y de la historia en general.
En ella no sólo se refleja la paranoia de la carrera armamentística que se produjo en plena guerra fría, sino que la misma sirve de crítica a la actitud que sobre la misma adoptó los EEUU (de los soviéticos mejor ni hablar, la historia lo demuestra con solvencia). Además de esto, (en aquellos momentos era el principal problema de la humanidad) se habla sobre la religión, la política y, como ambas en concatenación, contaminan la vida pública; sobre el concepto de autoridad y cómo el mismo varía en función de variables espaciotemporales; sobre la ciencia y el papel destacado que debería ocupar en una sociedad avanzada, en detrimento de la tan obsoleta moralidad que surge del pensamiento religioso; sobre la ecología, el maltrato al reino animal, la relación del hombre son su entorno; y sobre todo y lo más importante se diserta sobre la relaciones entre los hombres, del contumaz “cainismo” y la cruel competitividad que suele presidir las mismas.
Película pergeñada sin duda para la reflexión, además de para entretener esas pesadas tardes de fin de semana en la que todos los planes iniciales se van al traste.
simón
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6
2 de mayo de 2008
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se puede calificar este modesta producción española como la representación o como una muestra más de lo que se ha convertido la actual cinematografía de nuestro país.
Contando con un director novel, como ocurre en la mayoría de las nuevas producciones, se consigue de entrada que la idea central pueda, como poco, resultar interesante, novedosa o refrescante.
También es cierto, que siendo dirigida por un bisoño, la película peca o puede hacerlo de exhuberante, al mostrar sin rubor un exceso de apuntes personales, en cuanto a situaciones cotidianas se refiere, debiéndose apoyar para evitar los males antes nominados en un coherente guión si no quiere terminar la película en una colección de tramas y situaciones con desigual interés para el espectador.

Con todo, la película puede considerarse como interesante, ya que como la Torre que pretenden construir los ajados protagonistas, este film puede lograr que se vean ciertas situaciones desde una óptica diferente a la acostumbrada, con momentos más que lúcidos; sobre todo a lo relativo a la desvertebración social y estructural de una zona minera azotada como pocas por el cierre de las mismas.

También puede observarse ciertos pecados propios de directores primerizos, como la contumaz obsesión en abordar muchos temas, dejando los mismos en ocasiones inconclusos, sin desarrollar, no profundizando en ellos todo lo que un servidor le hubiese gustado; o en la habitual tendencia de éstos en contentar a la mayor cantidad posible de espectadores, pecado que se aprecia en los momentos cómicos, en ocasiones demasiado forzados, o en ciertos momentos que se suponen trancesdentales y que en nada ayudan a la tan perseguida naturalidad, que por encima de todo, sobresale como la motivación última de este film.

Pero con todo, lo mejor de esta propuesta es la forma como refleja el paso del tiempo en cada uno de los personajes de este film, no siempre ejemplares ni rectos, tampoco villanos o desalmados, pero ante todo muy humanos, que son el espejo en los cuales poder reflejar todas nuestras debilidades, pero también y muy al contrario, reflejar todas esos sentimientos y emociones que nos definen como humanos, y que precisamente logran engrandecerlo.
simón
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4
19 de agosto de 2011
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo haber visto esta película hace ya algunos años, y las ideas que en mi memoria perduraban comprendía la reverencial rebeldía de dos tipos solitarios cruzando con sus motos los magníficos paisajes de una Norteamérica que todavía no había vivido el necesario cambio de generación cultural, una América que aún habría cambiar de muda y aceptar alguno de sus episodios más convulsos a consecuencia de problemas arrostrados desde su concepción como nación.
Recordaba su gran banda sonora, y su grito desesperado de libertad, los chutes lisérgicos en las comunas hippies y la intolerancia de una sociedad profunda y cerril; y recuerdo, sobre todo, la admiración que me despertaban esos dos modernos héroes opuestos a un mundo injusto e intolerante al que no querían pertenecer.
Revisionada años más tarde, en pleno año 2011, los recuerdos que aún guardaba se transformaron en la sensación de haber sido partícipe de una gran impostura trasnochada sobre una época con muy pocos momentos que celebrar.
No eran dos héroes en oposición pacífica luchando contra un ambiente hostil y envidioso de la valentía que supone el afrontar la búsqueda de la libertad como seña de identidad. No eran, como recordaba, los dos estandartes de una generación de buenos hombres que pretendieron cambiar un mundo tan injusto como incomprensible; sino que tras una nueva visión se develaron como lo que realmente eran y habían sido siempre, como dos perdedores más en la búsqueda del autoplacer ególatra, sin más talento que el que se les supone para yacer con hippies pasadas de rosca y negociar con edulcorados narcotraficantes algunos kilogramos de sustancias pulverulentas.
Vista varios años después la decepción por comprobar el vacío de un discurso tan banal como hedónico es comparable con el desencanto de una generación (la nuestra) que impotente observa que todo por lo que se creyó luchar se perdió como terruños de un reloj de arena averiado, y que la impostura de un mundo tan artificial como superfluo no condujo a otra cosa más que a la reacción contraria a la que se pretendía (como casi todas las revoluciones, sean del signo que sean).
Vista años después no resiste ni tan siquiera una comercial banda sonora que no significa nada más que otra vuelta de tuerca del engranaje de una maquinaria capitalista que mercadea incluso con la contracultura que discursa inútilmente con destruirla; no resiste vista años más tarde ni tan siquiera unos paisajes de postal, que pretendían metáfora de libertad, y que acabarían convirtiéndose en pasto de turismo vago y superficial.
En definitiva, película trufada de discursos ingenuos y trasnochados que terminó por convertirse en aquello contra lo que prometía pelear.
simón
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6
2 de mayo de 2011
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me despierto casi sin haber dormido tras una larga e insomne noche, después de largas horas pensando, maldiciendo mi mala estrella, echado en un rincón de esa cama que me amenaza cada noche al llegar la madrugada. Suena el despertador, me levanto distraído como cada mañana mirando a mi alrededor, buscando un hálito de vida, intentando encontrar excusas que me inyecten un mínimo de vida en un cuerpo exangüe desde hace mucho tiempo. Entre una nebulosa, dentro una viciada duermevela entreveo una tenue luz que intenta hacerse un hueco entre los intersticios del quicio de la ventana, y por un breve momento creo ver un rescoldo de eso que dicen vida; pero como el cruel espejismo del moribundo extraviado, pronto percibo que nada ha cambiado respecto de ayer o anteayer, que el día que recién despereza va a ser como otro cualquiera; que nada excitante va a acontecer y que no va a aparecer al otro lado de la puerta nadie para desearme los buenos días.
Pese a todo, como por la inercia que impulsa mi viejo reloj de cuco que cuelga en la pared de mi habitación abro la ventana y del otro lado, en ese lugar que separa la difusa línea de la realidad, de pronto se agolpan los nuevos colores que trae consigo la primavera recién llegada, abarcando más allá de la línea del horizonte que apenas sí dejan ver los altos edificios de la gran ciudad, más allá de la estela que ha dejado tras de sí el último aeroplano que viene de depositar esperanzas en vidas apenas sí vividas. Y tras esa frontera que separa la vida del purgatorio de mi habitación, dónde abigarrados colores se transforman en angustiosa oscuridad es dónde ya sí definitivamente percibo la dolorosa e injusta punzada fría de la soledad.
El transcurrir de las horas pasa muy lentamente, casi puedo sentir anudadas a mi cuello las interminables cuerdas de ese reloj que nunca vacila, casi puedo palpar el pesado fluir de los segundos; me asfixian, me angustian, me agotan. Me entristece la certeza del crepitar de mi soledad, nadie va a mitigar mi dolor, nada conseguirá atenuar la impaciencia; ya ni siquiera puedo ya soñar con otra vida, ni siquiera imaginar un futuro tan incierto como aterrador, porque hace tiempo que dejé de creer en la magia y la esperanza mudó en una triste realidad, disfrazándose de resignación.
Y consigo odiar al mundo, por lo que no me ha querido ofrecer, por lo que nunca quiere ofrecer a nadie.
simón
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5
10 de noviembre de 2008
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quinta película de un menguante director que apuntó magníficas maneras con una excepcional (a pesar de su ambigüedad) “El Sexto Sentido”, historia que convenció a crítica y público, que en extraña comunión, acreditó su hondas bondades sobre la capacidad de crear una fantástica y agobiante atmósfera y trasmitir, al tiempo, emociones poco vistas en un tipo de cine escorado hacia la más estólida superficialidad. Bajó su director el listón en su segundo largo, con una aceptable, a pesar de todo, y poco convencional historia de superhéroes, “El protegido”, que crecía a rebufo de su predecesora, un monstruo cinematográfico difícilmente olvidable. Continuó con la infravalorada “Señales”, una película que lograba irradiar sensaciones tan perturbadoras y conmovedoras, al tiempo que legaba su particular testimonio sobre la trascendencia vital, como pocas hasta la fecha; para periclitar finalmente con dos producciones bastantes flojas: “El Bosque” y “La joven del Agua”.
Con este último título, “El Incidente”, Shyamalan dirige con mucho su peor película, pergeñando una historia sin interés, en la que cree filmar una invectiva sobre la presión que el ejerce hombre sobre el planeta y en la forma en la que nos relacionamos con la naturaleza. Resulta para este que suscribe sumamente sencillo alzar la voz y denunciar la contaminación ambiental, el cambio climático y el calentamiento global en un momento en el que la defensa de todos estos aspectos significa lo políticamente correcto; lo que ya no resulta tan cómodo es contarlo de una forma que impacte, que abra diferentes caminos para el debate y reflexión y que aporte nuevos puntos de vista a los ya tantas veces repetidos. Obviamente el director se limita a lo primero.
Por lo demás, partiendo de un inicio ciertamente prometedor, la película declina a medida que avanza en su metraje, lastrado por un guión que no consigue fijar la atención del espectador en los estólidos y superficiales dramas individuales surgidos “Ad Hoc”, dando como resultado la percepción de cierta indiferencia generalizada ante el destino final de sus protagonistas.
En suma, actores mediocres que no aportan dramatismo ni credibilidad, guión displicente que no aporta más ideas de las participadas en su inicio, personajes hueros y, en algún caso prescindibles, sin nada que justifique su presencia ni ayuden en la evolución del film, golpes de efecto sin sentido surgidos al calor del aplauso más fácil y un director que no se aplica a la hora de levantar una historia en la que no cree, son demasiados ingredientes interactuando de forma negativa para que la película consiga resultar, si quiera, medianamente interesante.
simón
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