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España España · Lleida
Críticas de Uma
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Críticas 199
Críticas ordenadas por nota
7
29 de abril de 2010
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si algo tiene Rob Reiner es que sabe hacer su trabajo. Es decir, sabe dirigir a la perfección de acuerdo con los cánones estrictos del cine americano, un patrón de cine que, no nos engañemos, a todos nos a tocado alguna vez, por más que nos aplicamos en buscarle alternativas, y que sin duda, se ha impuesto en el mundo entero. Si a un buen profesional de lo suyo, como es Reiner, le pones un buen guión en la mano, como el de "Cuando Harry encontró a Sally" o el de "Algunos hombres buenos", tienes un éxito asegurado en la cartelera. Reiner nunca falla. Ahora bien, no le pidas planos imposibles, no busques en él lirismo ni fuerza visual, no esperes encontrar arte en sus películas.
"Juegos de amor en la Universidad" tiene un espléndido guión, aunque se apoye demasiado en los estereotipos. Funciona bien, tiene escenas con gracia, y la química hace acto de presencia. Pisa un terreno que, bien ejecutado, siempre deleita (al menos a aquellos que no le buscan siempre tres pies al gato): una road movie con una pareja que, de inicio, se odia. A partir de ahí pasa lo que tiene que pasar, aquello que esperamos ver aparece ante nuestros ojos, y no echamos casi nada de menos. Es previsible, pero sin serlo, o sea, sabemos lo que pasará, pero no cómo, ni con que palabras, ni con que gestos. Nos reímos con los personajes, nos fundimos con ellos, nos enamoramos, y nos gustaría ser ellos, vivir lo que están viviendo.

Como ya he dicho, con un buen guión, Reiner no falla. La traducción de la historia a imagenes es acertada, lo que quiere decir que transmite la gracia, la comicidad y la tensión romántica sin perderse ni diluir aquello que quiere explicar. Simplicidad y concisión, precisión en las interpretaciones y en el tono de las secuencias, agilidad en la narración. Muy bien. Pero, hay algo más...

Aquí termina la parte académica de la crítica. Ahora viene la irracional (donde suelo cometer los errores).

Ésta es una de sus primeras películas. A mí es una de las que más me gusta, quizá porque aquí la dirección de Reiner es más grosera, más fresca, más novata que en sus películas posteriores, tan perfectamente ajustadas a los cánones. Es una película de universitarios que parece dirigida y escrita por universitarios, o sea, por soñadores. No se nada de la vida de Rob Reiner, pero me gusta pensar que aquí, novato como era, soñaba aún con hacer películas con alma, películas únicas, películas desnudas y entregadas, aunque fueran pequeñas. Películas con errores. Yo tengo la teoría de que los errores (no sé seguro si ésta es la palabra ajustada), lo que rompe el academicismo, es lo que termina encendiendo la magia en una película (véase sino Centauros del desierto), y le da el encanto que nos enamora de ella, muchas veces irracionalmente. ¿Quién no adora alguna película que sabe que no es muy buena?
Yo adoro esta película.
Uma
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7
12 de marzo de 2010
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha gustado. Tiene peros, pero es honesta, y consigue atraparte. Tom Ford tiene su universo visual, es un creador, y en la película se nota. Tiene buen gusto en todo, y lo sabe trasladar a la imagen. No en vano marca tendencias con la moda. Como creador es además osado y valiente, y eso son puntos que se gana. El tratamiento del color es un ejemplo. Se arriesga, y mucho, teniendo en cuenta que es la primera vez que hace una película. Hay que aplaudir que haya puesto tanta carne en el asador. La historia es buena, aunque hay que decir que es una adaptación. No sé si la novela es buena o no, no la he leído, pero lo cierto es que Ford es capaz de vendernos un estado de ánimo, de situarnos en un espacio temporal muy definido (me gustan las películas en las que el espectador sabe que todo va a pasar en un periodo acotado), de transmitirnos la fragilidad de ese espacio de tiempo, el drama que subyace... Y lo hace con la imagen, tratándola, mimándola, y eso tiene mérito para alguien que es nuevo en este lenguaje, aunque a veces se pasa un poco. Colin Firth está muy bien, como Julianne Moore, sujetan bien una historia que exigía sin excusas buenas interpretaciones para llegar a buen puerto. El retrato del protagonista, como de su amiga, no tienen sombras ni contradicciones, y la empatía funciona. Nos gusta ese profesor de mediana edad, y nos gusta la histerica de su amiga. Estupenda la secuencia de la cena entre los dos. La historia es buena, está llena de riesgos, y Ford los supera con buena nota.
Y los peros? Alguien que conocí que sabía mucho de cine decía que cualquier efecto visual (incluso un simple cambio de plano) debía pasar desapercibido para la mente del espectador, aunque no para sus emociones. El tratamiento del color es interesante, pero le falta sutileza, se ve demasiado. Lo que pasa entonces es que por unos segundos, te saca de la historia. El efecto se ve, pero no se siente. NO ES TAN FÁCIL COMO PARECE HACER CINE, SEÑOR FORD! También se ven algunos defectos en la narración propios de un novato, detalles como planos que quieren ser muy expresivos, que quieren aportar matices, pero que están de más, cortan el ritmo. Le falta síntesis en algunos momentos. SIMPLICIDAD, SEÑOR FORD! Por último, se apoya demasiado en la música. Ahí peca de poco original.
En definitiva, me parece un experimento muy interesante, con errores (pocos) de primerizo que no matan la película en ningún momento. Ya sea por la composición visual, por las relaciones creadas o por las interpretaciones, la historia se hace atractiva, y el final está a la altura. Hay potencial, haga más señor Ford.
Uma
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6
2 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena parte de la fascinación que genera esta película, reside en la fascinación que los personajes sienten en relación a los edificios de estilo moderno situados en la ciudad de Columbus, un lugar realmente excepcional arquitectónicamente (vale la pena buscar "Columbus, Indiana" en la wikipedia). A los espectadores nos fascina lo que les fascina a ellos. Ese canal funciona muy bien. El lugar es excepcional. Los parques, las construcciones horizontales o verticales, las formas simples y luminosas, se convierten en una inspiración formal para la propia película: el director aplica esas líneas, esos espacios, esa luz al concepto formal de la película. Y no solo desde una perspectiva visual. Pausa, tiempo, silencio, una cadencia que invita a la conversación, a la contemplación (a los personajes, y al espectador a través de ellos), a la reflexión. Planos muy cuidados para componer pequeños cuadros que emulan los edificios, los parques, las calles, los interiores que los personajes admiran, y dentro de los cuales se mueven, hipnotizados por su influjo, como pretende su director que nos movamos por el interior de sus almas.

El director toma prestada toda esa belleza para hipnotizar a su vez al espectador, con un resultado más que aceptable. Siempre hay, sin embargo, un momento en el que una película se la juega, donde tiene que correr sola y desnuda, sin trampa, sin elementos prestados. Y ahí, la película cojea, vuela a poca altura. Una historia pequeña, con algo de magia, que se va quedando poco a poco por el camino, remontando en algún momento puntual, en el tramo final, y desinflándose silenciosamente en algún otro.

Crónica de dos hijos que hablan de sus padres, de cómo estos han condicionado sus vidas, de los vínculos de dependencia emocional y física que les impiden florecer, o, al contrario, de las ausencias traumáticas que les han dejado heridos para siempre. Una película melancólica, de personajes que son víctimas de su sensibilidad (un perfil muy habitual en el cine independiente americano). Una vez más, las férreas reglas éticas y morales, impiden al cine independiente aportar algo nuevo al firmamento del cine, en cuanto a contenido. Le falta tanta mala leche, que termina siendo un cine irrelevante en lo sustancial.

En cualquier caso, la película tiene atractivo, y discurre por una ciudad fascinante, y por las vidas de dos seres que despiertan nuestro interés y que generan expectativas. Que la película esté mal resuelta, no impide que el que suscribe haya disfrutado bastante de ella.

No se la pueden perder los amantes de la arquitectura. Y sobre todo: véanla subtitulada.
Uma
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6
18 de marzo de 2024
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La película tiene una línea argumental jugosa. Un escritor talentoso que escribe alta literatura, pero no vende nada. En un arranque rabioso, escribe una "mierda" de novela, que resulta tremendamente exitosa. Críticos, autores, editores, todos se rinden a un libro que su propio autor, que lo publica con seudónimo, considera bazofia. Es un buen argumento, un poco "Wilt", pero, al menos en la forma como está filmado (no he leído la novela), plantea no pocos problemas.

En primer lugar, la combinación de drama y comedia, no acaba de encajar. Los flecos personales del protagonista, esa faceta dramática de la película, son como ramales que surgen a lo largo de la narración sin llegar a conducir a ninguna parte sustancial, sin sumar demasiado a la comedia, y a la inversa. Alejan al personaje y a la película de su enredo principal, con lo que este pierde intensidad, pierde capacidad de sátira, cojean los personajes paródicos por breves y episódicos. Y lo mismo pasa al revés. Uno por otro, drama y comedia, ni comen ni dejan comer, como el perro del hortelano.

Además, poniéndonos sesudos, no me gusta esa posición divina en la que se sitúa el personaje y, por supuesto el autor (el de la novela y el de la película), cuando deciden, desde su supuesto elitismo, qué es buena literatura, y qué no lo es, qué vale la pena y qué no, cuál es el pensamiento correcto, y cuál no lo es. Un maniqueísmo muy americano que no consigue arreglar ningún intento, por parte de sus autores, de ampliar el horizonte. Me parece muy legítimo defender una posición respecto al arte, sin embargo no me agrada demasiado hacerlo a costa de menospreciar otras miradas. Todo ello, se mezcla con una cuestión racial, que, sinceramente, hay que ser de los EEUU para comprender del todo, y que yo he obviado en mi visionado, porque al final es una cuestión que ellos han protocolizado hasta el ridículo, y han convertido en puro veneno para cualquier obra.

Cierto es, sin duda, que vivimos un declive del conocimiento, el listón parece cada día más bajo. Como decía no sé qué filosofo, castigamos a los inteligentes por serlo, por no tener consideración con los estúpidos. Y cuando en clase hay un alumno estúpido, baja el nivel de toda el aula... Seguramente muchas de esas reflexiones son bastante acertadas, sin embargo, qué peligroso es cuando unos alzan la voz para decidir quiénes son listos y quiénes son estúpidos. Principalmente porque la inteligencia es un elemento abstracto que puede tomar formas distintas. No todos valemos para lo mismo. Conozco gente muy lista, que parecen retrasados cuando tienen que freír un huevo. Yo creo que puede haber mucha inteligencia en una película que consigue hacer reír, y en una que consigue hacer llorar. Y a veces hay mucha estupidez en el cine intelectual, que solo aburre.

La película, pese a sus defectos de ensamblaje, funciona aceptablemente, puede pasarse un buen rato. El patrón no es nada novedoso, una itinerancia entre la comedia y el drama, buscando esos momentos tan de cine americano que te tocan el corazón o te arrancan una sonrisa. Pero su discurso intelectual es pura arrogancia. Y para no verlo hay que ponerse en modo estúpido. Un contrasentido.
Uma
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6
18 de enero de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una esforzadísima película, de una factura asombrosamente veraz en lo técnico y en lo visual. Vivimos en un mundo en el que buena parte de lo que vemos en el cine es digital, es pura mentira impostada sobre un fondo verde. Ver una película como esta, donde (casi) todo es real, rodada en los mismos lugares donde ocurre la historia, con actores procedentes de los pequeños poblados remotos de los valles del Himalaya, le da ya de inicio una autenticidad impagable a la película, y con muy poco consigue el hechizo de trasladarte en el tiempo y en el espacio. La inmersión es eficaz.

No está tan conseguida la historia dramática, que no gira tanto entorno a un crimen y su resolución policial, sino a la introspección del personaje principal y su sentimiento de culpa respecto a la tragedia. Los remotísimos valles indios, el influjo de sus gentes sencillas y sus costumbres y ritmos, son escenario y mecanismo para el proceso sanador del personaje, para su tránsito a una edad de madurez. Sin embargo esta línea dramática, que es en realidad la esencia de la película, está irregularmente trabajada, y no siempre con acierto. Tiene un punto de partida un tanto cuestionable, pues el concepto de culpa con el que trabaja la película es interpretable, y a partir de ahí, el camino recorrido puede suponer un distanciamiento cada vez mayor del espectador occidental. Entre nuestros valores el concepto de justicia es esencial, y aunque podamos entender que la película se centra en un aspecto más espiritual del trauma, no podemos evitar que la espina se nos quede clavada. En mi opinión (muy subjetiva), esta película plantea contradicciones en el espectador occidental.

En cualquier caso, la progresión dramática tiene buenos elementos, aunque no son especialmente originales. Son piezas que se van sucediendo con atino, sin alardes, también sin una propuesta de guion que merezca especial atención. En ese sentido, uno siente que esos espectaculares paisajes no tienen el protagonismo que podrían. Falta ruido de viento, falta sentir el frío, falta algo de sufrimiento físico, de suciedad tangible, de sudor en el hielo... Ideas que lanzo al aire sin pensar para ilustrar lo que uno echa en falta sin ser capaz de concretar. No es que no haya cosas de esas, es que no se acaban de utilizar eficientemente con una intención cinematográfica. Me faltan decibelios en el drama. Por otra parte, es muy remarcable la exposición de aspectos costumbristas, que hacen del todo verosímil toda la peripecia.

Lo que sí me atrevo a concretar es el déficit (para mí el fallo más visible de la película) en la narrativa temporal: no se cuenta bien el transcurso del tiempo, nunca llegamos a saber (sentir) cuánto pasa el personaje perdido en ese valle remoto, nunca alcanza su vivencia un estatus de rutina, de integración, con lo que no se percibe la entidad de su proceso personal, no hay una progresión visual que nos permita identificar el paso del tiempo y el estado de las cicatrices. Eso perjudica la película, porque impide dar toda la solidez a los lazos afectivos generados. Y eso tiene consecuencias sucesivas sobre muchos aspectos de la historia. El espectador cuenta con el elemento tiempo para comprender los vínculos, y eso se pierde en parte. Y mira que con muy poco, con cuatro planos, puedes dar las pistas que ubiquen sobre esa cuestión. La aventura final, recupera la narrativa correcta, y se nota emocionalmente al momento, y es que hay muy buen material, la historia tiene una base muy fértil y muy agradecida.

Salvador Calvo, un auténtico aventurero, un Indiana Jones del cine español (quizá algún día haya que pensar en hacer una película sobre él), tuvo la amabilidad de desplazarse a Lleida ayer miércoles para dialogar con los espectadores. Fue un auténtico placer hacerlo, conocer de primera mano los entresijos de un rodaje tan complicado como el de esta película, en lugares muy apartados del norte de la India, y conocer también el trabajo y la maceración que hay detrás del planteamiento dramático. Muchas cosas cobran sentido cuando tienes la oportunidad de debatir con el autor, y eso me llevo yo y los espectadores que participamos en el coloquio. Mi crítica, sin embargo, no puede incorporar ese libro de instrucciones, no sería justo. La películas se exhiben solas, sin anexos explicativos. Por eso transcribo con toda pureza mis percepciones durante la proyección. Nadie puede cambiar ya lo que tiene de bueno esta película, que es mucho, que es abrumador, por lo abrumador del trabajo técnico y visual, ni lo que pueda cojear ligeramente en ella, en el guion sobre todo. Ni nadie cambiará el hecho de que verla suponga para el espectador meterse en el interior de una gran aventura personal que pone al alcance de la mano lo más importante en el cine: la emoción.
Uma
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