Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
8
20 de diciembre de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La justicia es una sola. No hace distinción alguna entre el hombre y la mujer, el rico y el pobre, el débil y el poderoso, el aristócrata y el esclavo, el negro y el blanco, el inglés y el africano… La justicia solo sabe de hechos e intenciones, y a esto se ciñe rigurosamente para dictar su sentencia. Así las cosas, es bien poca la justicia que vemos a diario en la sociedad humana, porque en ella se privilegia a aquellos que tienen la sartén por el mango, en contra de los que solo pueden confiar en la integridad de los jueces. Y, del otro lado, en muchos casos se pretende la condena de las clases altas, sin sopesar más motivo que ese particular hecho.

Con el mismo profundo sentido de la existencia que había demostrado en sus grandes clásicos: “Canción de navidad”, “Oliver Twist” o “La pequeña Dorrit”, orientadas especialmente hacia el público más joven, Charles Dickens regresa, en 1859, con “HISTORIA DE DOS CIUDADES” para contarnos una experiencia adulta, y quizás una de las más maduras historias que nos haya dado la literatura.

La historia se presta para diversas interpretaciones. Pareciera ser un alegato en contra de la histórica Revolución francesa que puso fin a la monarquía y al absolutismo, pero durante la cual se cometieron toda suerte de desmanes. También podría verse, como un gran ejemplo del espíritu de lealtad y sacrificio que podía haber en un hombre del pueblo como Sidney Carton o incluso como la joven Marie Gabelle. Pero, lo que en particular me interesa y encuentro de enorme relevancia en esta historia muy bien adaptada por el director Ralph Thomas, es su sentido de la justicia, con el que se deja firmemente sentado que NO se puede condenar a una familia entera por los actos de uno o varios de sus miembros; que un apellido, un color de piel, o una nacionalidad, no pueden ser estigma para todos los que lo tengan; y que, por más que se haya sido víctima, no tenemos derecho a tomarnos -y a reducir- la justicia con propósitos de venganza, pues la pregunta es concreta ¿en qué puede ser mejor el que da de lo mismo que recibió?

Resulta de fuerte impacto, ese “insignificante” abogado, dedicado al alcohol e irresponsable, a quien, el día en que siente renacer el amor en su existencia, lo acompaña también un despertar que lo anima a generar un acto de justicia, que la sociedad enardecida no estaba en absoluto en capacidad de comprender.

Dirk Bogarde convence plenamente con esa efectiva caracterización que, como suele ser característico en un actor del más alto profesionalismo, le sale de adentro convirtiéndose a sí mismo en ese ser al que está representando. Dorothy Tutin, Cecil Parker y Donald Pleasence, entre otros, complementan muy satisfactoriamente una historia que está marcada con el sello de la trascendencia.

Título para Latinoamérica: “EL PRISIONERO DE LA BASTILLA”
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
14 de diciembre de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una discusión que lleva ya bastante tiempo: Hay quienes sostienen que solo tres cosas se necesitan para ejercer debidamente un oficio: práctica, práctica y práctica. Y están también los que piensan que, estudiando, se trasciende el oficio y éste se convierte en profesión. Pero, creo yo que lo cierto se encuentra en un equilibrio entre ambas cosas y lo que se requiere para un óptimo ejercicio es conocimiento teórico-práctico no solo de… sino de lo relacionado con… todo esto adicionado a la reforzadora experiencia.

James Gannon (o Gallagher) es un empírico periodista de vieja data, despectivo con los intelectuales y con gran repulsa por las escuelas… pero su experiencia lo tiene ya como editor del periódico New York Evening Chronicle. Su frase predilecta es nada menos que ésta:”Si quieres ser periodista, nunca lo aprenderás en la escuela”.

Un día, las circunstancias lo llevan hasta una escuela de periodismo, pero de invitado –con su rechazo absoluto-, pasa a convertirse en alumno de la encantadora profesora Erica Stone, a quien él subestima, y descresta, queriendo demostrarle (y demostrarse) que se aprende más haciendo que estudiando. Pero, como del odio al amor no hay sino un suspiro, llega el momento en que cada uno siente que el otro es más interesante de lo que parece… y la profesora termina sintiendo que le están moviendo el piso pues, el supuesto empapelador, luce para ella como un talento malogrado que debió, desde hace mucho rato (pues ya está bastante mayorcito), haber sido periodista.

Aunque lo mejor de esta deliciosa comedia -inicialmente escrita como drama, pero modificada al encontrar rechazo en varias productoras- es, sin lugar a dudas, Hugo Pine (magnífico Gig Young), el aventajado psicólogo, prolífico escritor… y absolutamente todero, que pone nerviosos a Erica y a Gallagher, también creo que esta es la mejor actuación que le he visto a Clark Gable, por encima de “Sucedió una noche”, “Lo que el viento se llevó” o cualquiera otro de sus éxitos. La soltura, la compenetración y lo encantador del personaje que aquí representa, me deja plenamente satisfecho, al igual que Doris Day, comediante hasta la médula y nacida con la gracia en cada poro.

Con “ENSEÑAME A QUERER”, el director George Seaton, tiene aquí otro de esos estupendos momentos que, de tanto en tanto, sacaba de su bolsillo. Logra un certero debate sobre la escuela y el empirismo, poniendo las cosas en su preciso lugar. Demuestra que también la psicología es otra forma de brillante astucia, como la que puede aprenderse trasegando por la vida. Y de ñapa, nos ofrece unos estupendos diálogos y algunas escenas antológicas como la lección de redacción que, en clase, brinda Gallagher a la profesora… y sobre todo, la secuencia de la cena en el bar donde Gig Young, y también Gable, están como nunca antes en sus vidas.

“ENSEÑAME A QUERER” es de la clase de filmes que me hacen sentir que se merecían mucha, pero mucha, mejor suerte. La he pasado de maravilla.
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
14 de mayo de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una película inolvidable. Si eres muy chico, te complacerás con la magnífica y leal relación que sostienen el pequeño Joe y su perra Lassie. Si eres un adolescente, la perseverancia de ese magnífico ejemplar collier, te despertará aprecio y profunda admiración. Y si eres un adulto, verás la sabiduría con la que algunos mayores consiguen tratar a los animales, dándonos ejemplo de cómo relacionarse inteligente y amorosamente con la naturaleza.

“LA CADENA INVISIBLE” es de esos filmes que obedecen a un especial momento de inspiración que el universo concede a ciertas privilegiadas personas. Tiene que haber una circunstancia especial o un propósito muy firme de ser maestro de luz en algún momento de la vida para que, repentinamente, se nos conceda la medida exacta de cada línea escrita, de cada momento narrativo, de cada actuación… de tal manera que el conjunto redunde en una obra de arte de gran significado para toda la humanidad.

Creo que no hay un ser humano a quien no le haga falta alguna de las pedagógicas salidas que nos ofrece esta aventura, y menos aún, puede haber alguien que permanezca indiferente al compromiso ejemplar conque actúa cada uno de sus personajes. Aquí brilla, en todo su esplendor, la buena educación, la honestidad, la comprensión, el sentido de justicia… y un buen número de valores que fluyen de entre los maravillosos potenciales que, tan generosamente, nos ha dado la existencia.

Opera prima de Fred M. Wilcox, un virginiano que se había iniciado como script para el director King Vidor, y quien luego de hacer tareas como director de segunda unidad y asistente de dirección, consigue del mayor, Eric Knight, esta adorable historia que, convertida en una gran película, inmortalizaría a la perra Pal con su fílmico nombre Lassie, y pronto ameritaría numerosos filmes (cuatro de ellos con Pal como protagonista) y muchos otros –series de tv incluidas- con diversos colliers aptos según la época.

Llegó a tal punto la estima que los americanos sintieron por Lassie, que hay estadísticas que afirman que, en la década de 1940, en los EEUU se pasó de tener cerca de 3.000 perros collier a 18.400. Cada niño quería tener uno en su vivienda, y para los adultos, era un verdadero orgullo sacarlos a paseo.

¡Cuánta falta le hacen filmes como este a los pequeños de hoy!
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
16 de marzo de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por muchos años, sobre todo en tiempos de Semana santa, me pregunté quien sería aquel hombre que clavó a Jesús de Nazaret en la cruz y luego le enterró la lanza en un costado para asegurarse de que estuviera muerto. No sé por qué, pero aunque me dolía profundamente la muerte del Mesías, me conmovía, más aún, el sufrimiento de este desgraciado. Pues Jesús lo tenía todo a su favor en la posteridad, pero este soldado podía haber perdido absolutamente todo lo que era su vida. ¿Cómo se llamaba?, ¿A qué familia pertenecía?, ¿Cómo había vivido?, ¿Qué labores había hecho como soldado?, ¿Por qué tuvo que ser él, el elegido para semejante tarea?, ¿Cómo se sintió después?, ¿Qué ocurrió con su vida?

Ahora, al ver “LA TÚNICA SAGRADA”, me doy cuenta que no soy el único que se había hecho preguntas como éstas. Y me complace saber que fue Lloyd C. Douglas, el mismo autor de esa gran obra titulada “Magnífica obsesión” (llevada con éxito al cine en varias ocasiones), el hombre que indagó profusamente sobre estos hechos y luego escribió esa emotiva, valiente e iluminada obra titulada “La Túnica” (The Rope).

Fue Henry Koster, el director que la llevó al cine, creando el primer Cinemascope en ser exhibido públicamente, y consiguiendo una obra que hace decidida referencia a algo tan relevante, comprometedor y significativo en términos de amor y humanidad, como el derecho a la redención de los peores asesinos, mediante un estudio concienzudo de su existencia. Algo como lo que haría posteriormente y con absoluta maestría, Truman Capote con su maravillosa “A sangre fría”. Esto es lo que no vió la crítica de cine que denostó la película de Koster… o quizás sea, precisamente, lo que motivó su rechazo. Sin embargo, “LA TÚNICA SAGRADA” se llevó el Globo de oro a la Mejor película y obtuvo dos premios Oscar.

El filme tiene una puesta en escena impecable; fotografía, música y edición, bastante correctas; el guión, escrito a dos manos entre Albert Maltz (uno de los notables Diez de Hollywood) y el brillante Philip Dunne ("¡Que verde era mi valle!", "El mundo de George Apley"...) está lleno de vitalidad y fuerza dramática; y un conjunto actoral muy preciso, con Richard Burton, Jean Simmons y Michael Rennie dándonos vigorosas interpretaciones. Algunos momentos son trabajados por Koster con profunda eficacia, como el encuentro de Demetrio con Judas, el seguimiento del camino hacia el calvario, o esa escena cumbre cuando, la fe absoluta y la dignidad del espíritu, se imponen contra la soberbia de los poderosos.

Esta es una película necesaria, imprescindible diría yo, para aquellos que, desde el fondo de su alma, sientan deseos de aprender a vivir como se debe.

Título para Latinoamérica: “EL MANTO SAGRADO”
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
13 de febrero de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película colombo-española puede dividirse en dos partes: La primera bastante floja donde conocemos a un director de orquesta que acaba de recibir un mensaje de su novia donde le dice que han terminado, y ella, después, ya no aparece por ninguna parte. Que sea director de orquesta, empeora la situación porque resultan muy poco creíbles los dos momentos en que le vemos dirigir a la Orquesta Sinfónica de Bogotá. Y además, hubiese dado lo mismo si fuera un empresario, un narcotraficante o un político cualquiera, porque su profesión no enlaza nada que se relacione sentidamente con la historia, y todo lo que vemos, es a un seductor con novia perdida, amante en cama y súbdita de desvare. Es más, creo que como político o narco hubiera despertado mayores sospechas y sería más entendible cuando sabemos el tipo de muchachitas con las que está ligando.

También en esta parte, las escenas cargan con un voyerismo un tanto oportunista y parcialmente insustancial, las actuaciones son tan planas como la sabana de Bogotá y las vocalizaciones parecen de debutantes sin escuela (y estamos hablando de actores que tienen ya una larga trayectoria). Curiosamente, cuando en un breve papel entra en escena la canadiense Alexandra Stewart, es a la única que le entendemos sin tener que hacer un gran esfuerzo.

Viene luego la segunda parte, donde vemos “la cara oculta”. La historia se repite desde otra perspectiva cobrando significado, y comienza un “esto-es-entre-tú-y-yo” bastante logrado y puesto a cargo de los personajes de Belén y de Fabiana, quienes comienzan a aflorar sus instintos. Las actrices, Clara Lago y Martina García, lucen muy asentadas apropiándose finalmente de sus roles; se deja de lado, casi total y felizmente, al director de orquesta; y la trama cobra un marcado interés con las situaciones que se presentan enseguida. Un thriller de situación extrema, desdoblamiento de personalidades e inescrupulosos afanes posesivos, va teniendo lugar y el director, Andrés Baiz, se luce con los aspectos técnicos, pues sus encuadres, edición, iluminación, manejo del espacio-tiempo… son de muy buen nivel.

Director de gran éxito con su primera película “Satanás”, Baiz demuestra que tiene oficio, aunque debo decir que, “LA CARA OCULTA” se queda en la posición de mero entretenimiento, mientras que, aquella otra, profundizaba muy seriamente en las motivaciones humanas.

Se deja la puerta abierta para una posible continuación… pero "hay puertas que nunca deberían abrirse".
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Más sobre Luis Guillermo Cardona
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow