En pleno 2016, el cine de terror languidece y agoniza, viviendo de ciertos filmes paridos por las grandes productoras. Filmes que, sacrificando todo arte en el género, mantienen a flote las taquillas (y los bolsillos de las casas cinematográficas) haciendo que el público salte de sus asientos durante repetidas ocasiones, cuando un sonido repentino y altísimo rompe los tímpanos. Así, la gente abandona las salas diciéndose asustada.
Pero el precio que se paga por estas estrategias es terriblemente más alto que sólo hacer cine de terror de mala calidad: se ha educado al público en general respecto a que todo el cine de terror medianamente aceptable es así.
"La bruja" nace justo en el centro de este contexto. Con sus maneras pausadas, fotográficas, de ritmo pensado y bien aplicado, de actuaciones de primer orden y una vuelta a "los básicos" del cine de terror, no nos sorprenda que no guste o que la gente se haya quedado "esperando más".
"La bruja" es una película de terror excelente, porque logra construir una atmósfera, tiene una bella fotografía que se queda en tu mente y escenas que difícilmente olvidarás.
Hacía mucho que no se hacía algo así de permanente en el género.
El guión quizá es su punto débil. No digo que sea malo, digo que es una revisión a los miedos básicos y quizá no sea memorable, es una vuelta atrás a los miedos legendarios del ser humano. Un guión que quizá se queda corto, insisto, no por alguna deficiencia, sino por el estado actual de nuestros imaginarios colectivos.
No presten demasiada atención al guión, vean la forma en que nos lo narran. Quizá si saben apreciar esto no tendrán que esforzarse demasiado.
Las pretensiones del director no son hacernos saltar del asiento una y otra vez. Si tienen esto en mente quizá no deberían ver "La bruja". No pasará.
Si tienen la delicadeza para percibir lo que es la tensión, la sentirán y les gustará.
Hay momentos álgidos muy bien logrados, actuaciones excelentes (observen a esos niños actores, soberbios) y además ¿ya dije que es una delicia visual?
No todas las películas del género hoy en día lo logran, ni todas las personas hoy en día son capaces de percibirlo.
Vale mucho la pena hacer el intento.

Usualmente, cuando a uno lo invitan a ver un drama, lo piensa dos veces. ¿Será divertido? La pregunta más usual. Con "Whiplash" no piensen ni se pregunten nada. Lo será.
Esta película nos invita a conocer las desventuras de un entusiasta muchacho, que aspira a ser el baterista principal de una banda musical escolar liderada por un tirano.
Un guión en apariencia simple. No nos debemos dejar engañar. El director de esta película nos manipula con varios giros, actuaciones de primer nivel y una cadencia narrativa bien calculada para ponernos tensos, emocionarnos y seguir como niños pequeños llevados de la mano lo maravilloso del cine: una historia simple, contada y armada de una excelente manera.
Narrativa, ritmo y montaje excelente. Un final que no se pueden perder por nada.
Además, al tratarse de una película ambientada en el "mundo musical", sí, escucharán buena música.

"Trumbo" es una película que padece de algunos elementos que la hacen pesada de ver: se alarga de más, plana y con ritmo lento en ciertos puntos, se detecta un "guión milagro" (sí, esos guiones que mágicamente solucionan todos los obstáculos y se transforman en una especie de Dios para el protagonista y para el director, mejorando todo lo que les estorbaba, pero sobre todo transformando con mucha rapidez la historia de la película sin tomarse el tiempo necesario para que no pierda credibilidad). Así como una intención difícil de captar.
A pesar del tono difuso, "Trumbo" posee una legítima e interesante historia que contar y que vale la pena ver. Las actuaciones y (más que otra cosa) el desarrollo de la historia, no fallan en poner de manifiesto los peligros de la ignorancia, la estupidez, la intolerancia y el racismo, aunque no conseguirán tocar el corazón ni envolvernos totalmente en el periodo histórico en que se desarrollan los hechos, ni en empoderar la imagen del Trumbo real.
Bryan Cranston gusta y convence la mayoría de las veces, da lo mejor de sí, pero no alcanza a conmover ni a ganarse un lugar en nuestras mentes, queda la sensación de que no le dió vida total al personaje.
Pese a estos factores y al pobre final, "Trumbo", como un todo ya finalizado, consigue ser disfrutable.

Estamos ante un poema bien calculado de un tópico ya bastante conocido: el posible enfrentamiento del ser humano contra la máquina. Aún así, esta película desde un principio nos deja claro que su intención es sutil y sobria.
Posee gran belleza visual y una tensión que siempre yace en el subuselo. Tensión que finalmente nunca logra despegar como uno piensa que sucederá. Con todo, es una película que satisface y hace sentir su presencia logrando su cometido: mantener la atención y hacernos sentir que estamos viendo algo digno.
La hechura de "Ex Machina" es exquisita. Cala hondo visualmente y logra ganarse un lugar en la memoria (algo díficil de conseguir ante la sobreestimulación que tenemos por parte del género), la música es un éxito que aparece donde debe aparecer, para adherezar unas actuaciones protagónicas y secundarias muy competentes y creíbles. ¿Se ha visto un androide más embriagador que la hermosa Alicia Vikander?
"Ex machina" no aporta nada nuevo, o que no hayamos visto ya, a la bien conocida fórmula "inteligencia artificial versus humanidad", muy explotada en Hollywood. Ni a la narrativa de la misma. También carece de lenguaje complejo de entender en cuestiones sci-fi, prescinde de secuencias de acción que nos roben el aliento. Puede que muchos la encuentren corta y de bajas aspiraciones, sin que logre traspasar su intensidad visual.
Pero la intención del director no es ésa.
Por el contrario "Ex Machina" rehace, con mucho cerebro y corazón, una de las ambiciones más solicitadas de la industria: la inteligencia artificial.
Fans de los gigantescos blockbusters con interminables escenas de destrucción, no creo que ustedes disfruten de la delicadeza de "Ex Machina".