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Críticas de princesadelguisante
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Críticas 10
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
31 de agosto de 2012
51 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director danés Ole Bornedal dirige una nueva cinta de terror de posesiones y exorcismos tomando como premisa unos hechos reales que tuvieron lugar en 2004, cuando una caja de madera que, según se anunciaba, contenía un dibbuk (un espíritu maléfico o demonio de la tradición judía) se subastó en Internet y fue vendido a un conservador, que descubrió que había pertenecido a una superviviente del Holocausto de 103 años de edad. El hecho fue documentado por una periodista de Los Angeles Times y, la productora de Sam Raimi, Ghost House, decidió recopilar las fatalidades que habían sufrido los distintos propietarios de la caja original para idear una historia protagonizada por una única familia norteamericana a lo largo de 29 días, tal y como rezan los títulos de crédito.

Bornedal, que ya había realizado otras dos incursiones en el género de terror, “El vigilante nocturno” (1994) y “La sustituta” (2007), intenta crear una obra con nombre propio, que aporte un punto de vista distinto al género de las posesiones infernales, pero fracasa en el intento. Cierto es que, en lugar de abusar de los iconos católicos de los curas exorcistas liderados por el Padre Karras, apuesta en esta ocasión por los ritos y tradiciones judías como un leve hálito de aire fresco, pero en todos los demás elementos de la película no hace sino abundar en los ingredientes habituales de la fórmula. Queda, por ello, fatalmente relegada al saco de las películas de imitación, sin que pueda quitarse el polvo de la obra emblemática de la temática empleada, “El exorcista” (1973).

“The Possession” tiene su principal valor en dos de sus actores que concentran las principales alabanzas. La joven actriz Natasha Calis, que interpreta a la terrorífica poseída en cuestión (Emily), y Jeffrey Dean Morgan (“Watchmen”, “Supernatural”, “Anatomía de Grey”) que hace de padre desesperado de forma correcta. Sobre todo la primera, que siguiendo lo que es ya una ley no escrita del género, a pesar de su corta edad, logra transmitir toda la maldad y a la vez impotencia del personaje. Eso sí, no llega a la deliciosa interpretación de Isabelle Furhman en “La huérfana” (2009), pero no está mal. Kyra Sedgwick (“El leñador”, “The closer”) sale perdiendo en un cuarteto (hay que añadir a la hermana Madison Davenport) cojo en dos de sus patas.

La película logra momentos de tensión que se van dosificando cada vez más frecuentemente hasta llegar al previsible clímax de la película. Abusa de los efectos de sonido y de la llamativa partitura de Anton Sanko, que se rompe con estruendosos silencios, jalonados por fundidos a negro, tras cada episodio demoníaco.

Entretenida para los no muy exigentes, se deja ver. No le ha salido mal la jugada a Sam Raimi, apostando un presupuesto mediano a una película que atraerá a adolescentes a las salas de cines. Bienvenidos sean.
princesadelguisante
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8
9 de octubre de 2011
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Carretera encontrada", una película de David Lynch con su colaborador habitual Angelo Badalamenti. Ah no, espera, que se llama "Drive", no tiene quebraderos de cabeza, sí tiene toques de cine negro, de Tarantino y del cine de acción de los 70 y 80. ¡Pero sí cuenta con Angelo Badalamenti! Y, además, aparecen canciones de la bso de "La red social" (Trent Reznor) y de "Traffic".

Me he hecho un lío. Rebobinemos.

Una película muy reconmedable, que exuda cine por los cuatro costados. Empieza con una gran secuencia. Luego baja muchísimo hasta plantearme si me iba a aburrir, pero en cierto punto todo ha empezado a fluir, a dejarme embobada, a no saber si era una cinta de acción, de terror, de amor con beso a lo "Casablanca" o a lo "Lo que el viento se llevó", sangre a borbotones pero con elegancia al más puro estilo mafioso, y todo ello aderezazo con buenas actuaciones.

Agito mi cocktail (por cierto, los títulos de crédito rosa chicle parecen sacados del bodrio de Tom Cruise del mismo nombre), me enciendo un cigarro (ah no, que no fumo y odio el tabaco) y me pregunto, ¿y cómo se llamaba este director que ganó merecidamente su premio en Cannes?, un tal Refn. Joder, pues lo añado a mi lista de directores fetiche para no quitarle el ojo.

¿Le nomirarán al Oscar o en EEUU no sabrán apreciar su estilo? Mira, me da igual. Esta sensación de pelos de punta no la sentía desde hace mucho.

Me monto en mi Impala plateado y doy gracias a los directores que han mamado del cine, de todos los géneros y no tienen reparos en mostrarlo ante la cámara. ¿Mi destino? Me voy a chivárselo a David Lynch, para que se ponga las pilas ya y se deje de líos y meditaciones.
princesadelguisante
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7
11 de enero de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Danny Boyle es uno de esos directores a los que no se les podrá achacar la falta de personalidad. A todos aquellos a los que les hayan atraído sus anteriores trabajos, esta es su película, porque lleva el gran sello de la casa: ese poderío visual, esa vivacidad en los planos y composiciones, el nerviosismo en la manera de narrar y la orgía sensorial, heredada o emparentada con los videoclips y especialmente con el mundo del skate. Para lograr esa chispa inconfundible cuenta, en primer lugar, con un frenético montaje, que elimina cualquier sensación estática consecuencia de la lamentable situación del personaje que no puede moverse durante 127 horas al tener su brazo aprisionado bajo una pesada roca, en segundo lugar, con una animada explosión de colores en una remarcable fotografía de Anthony Dod Mantle y, en tercer lugar, con una banda sonora bastante ecléctica y llamativa de A.R. Rahman, y que, más que acompañar la trama, la moldea a su voluntad, convirtiéndose en protagonista en diversas ocasiones (magnífico el comienzo y el final a cargo de Sigur Ros, así como la colaboración de Dido).
De lo anterior se deduce que nos encontramos con el Danny Boyle elevado a la enésima potencia, es decir, ese que hacía de las suyas en la criticada “La playa”, con momentos de videojuego incluidos, o en “Sunshine” con una parte final algo confusa, o con las secuencias más delirantes de “28 días después” o “Slumdog Millionaire”. Por ende, los que han salido escaldados de los ensayos postmodernos del británico, terminarán bastante decepcionados o descolocados con esta obra si no se someten sin remisión a las premisas visuales efectistas y algo alocadas y se dejan agarrar de la solapa desde unos títulos de crédito que ponen las cartas sobre la mesa, hasta un desenlace en el que acabaremos exhaustos y sin aliento.
Destacar la actuación de James Franco, que lleva sobre sus hombros la casi totalidad de la trama, aunque no toda a diferencia de Ryan Reynolds en “Buried”, y al que hay que elogiar el temple hasta en las escenas más conmovedoras, sin pasar la línea de la exageración en ningún momento, sino que consigue una interpretación contenida que sólo traspasa la pantalla exactamente en el momento en el que debe de hacerlo y, en ese momento, esos ojos vidriosos, esa mirada perdida hacia la esperanza del que está punto de ser vencido en la batalla, remueven de sus asientos hasta al espectador más apático.
Finalmente, para aquellos que están esperando ver la película sólo para echar el ojo al momento “gore” de la aventura, que tanto ha dado que hablar con rumores sobre desmayos en las salas de cine presuntos o verdaderos, no negaré que la tendencia es a apartar la vista ante el sufrimiento del alpinista, pero aún dirigiendo la mirada hacia la escabechina, un espectador medio que haya visto películas de terror o violentas de las de ahora, no sentirá tanto rechazo como se publicita.
Para los que quieran emociones extremas y un fuerte hálito de vida.
princesadelguisante
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6
5 de enero de 2011
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mark Romanek (“One hour photo”, 2002), conocido director estadounidense de videoclips musicales (“Perfect Drug” de Nine Inch Nails, “Can´t stop” de Red Hot Chili Peppers o “Scream” de Michael y Janet Jackson, por el que obtuvo un Grammy) abandonó su proyecto de “El hombre lobo” para ocuparse de llevar a la gran pantalla la exitosa novela de Kazuo Ishiguro, una historia que mezcla ciencia-ficción, drama y romanticismo, decantándose claramente por el halo dramático del destino de los tres personajes principales, Kathy, Tommy y Ruth. Sólidamente interpretados por Carey Mulligan (que realiza un actuación emocionante), Andrew Garfield (que nos sigue asombrando tras el mejor papel de su carrera en “La red social”) y Keira Knightley (que hace uso de sus manidas pero efectivas técnicas dramáticas), nos encontramos con tres personajes que han sido creados para servir a otros fines distintos de los de vivir una vida propia y plena, destino que se ven coercitados a asumir desde su más tierna infancia y, por ello, aceptan sin rebeldía ni cuestionamientos. Esto es quizás lo más complejo de explicar por parte del director y del guionista, Alex Garland, y que no han llegado a transmitir correctamente, pues el espectador que no haya leído la novela de Ishiguro, se pregunta constantemente por qué estos tres jóvenes cuya libertad es mutilada en aras de salvar a otros, no luchan por tomar las riendas de sus vidas, que al fin y al cabo, como seres humanos, sean modelos o copias, merecen.
Aún cuando la película plantea los dilemas éticos de los avances científicos, no se centra en este tema, que parece una mera premisa circunstancial para entender a unos personajes perdidos, tristes, pasivos y vencidos, acertadamente acompañados por una melancólica y apagada fotografía que prescinde de colores básicos para deleitarse en otros más grises o amarillentos, salvo en momentos puntuales de gran belleza, y una maravillosa y conmovedora banda sonora creada por Rachel Portman.
Aunque guionista y director profundizan bien en la tragedia personal de cada personaje, aisladamente considerados, naufragan a la hora de reflejar sus relaciones recíprocas, pues la película es un prodigio de la sugerencia, basándose en tibios gestos e inmensos silencios que han de ser sustentados por las concienzudas actuaciones, pero no será muy entendida ni asimilada por los que no gustan del cine pausado que invita al espectador a ser minucioso y observar el detalle, para no ahogarse en la macilenta narración.
Eso sí, si te atrapa desde el principio y te dejas imbuir por esa belleza discreta, la emoción a raudales está asegurada. Y lo mejor es que no es una película romántica ñoña, sino cruel, en la que el final te hace pensar y plantearte cuánto tiempo es suficiente para una vida y te incita a amar, a luchar y a aprovechar estos segundos en que lees estas líneas. ¡Vive!
princesadelguisante
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7
5 de diciembre de 2010
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la historia de un hombre que busca sobrevivir en un mundo ingrato, un hombre desarraigado en origen y deshauciado hacia un súbito fin, que sin embargo, se aferra a la vida con garras de león. Sabedor de las desichas propias y ajenas, intenta hacer de salvador de unos pobres seres sin derecho a vivir legalmente y, por tanto, unos pobres fantasmas explotados, a la par que él busca una tajada para llevar alimento a sus dos hijos pequeños que sueñan con hamburguesas y patatas, arroz y natillas con canela, mientras que, entre la mugre de la alienación humana, chapotean sobre un plato de cereales hecho papilla. Iñárritu no filtra la miseria, sino que la embellece en su feismo desarmante. No en vano ese Biutiful, escrito como suena, no pretende engañar a nadie, quiere mostrar la dureza de la vida cuando uno es un desheredado de la sociedad, un paria, un huérfano literal o por obligación. Rostros que deambulan por unas calles macilentas, donde el foco persigue a un hombre insertado en el bullicio palpitante de los barrios más cosmopolitas (babélicos, podríamos decir) y escodidos para el gran público.

Este es un drama personal, familiar y social, a pequeña y a gran escala. Con sordina y altavoz. Pero drama de verdad. El punzante realismo, si acaso matizado por atisbos de realismo mágico, en forma de apariciones de ultratumba, desgarra el corazón del espectador a cada embate de vida miserable, en donde la llaga no cicatriza sino que se hunde hasta traspasar el otro lado, el que llega al patio de butacas. Sólo algunas risas familiares y en petit comité, de un momento de esperanza, y algunas bellas imágenes de fuga, sabiamente distribuídas, dan tregua a la emoción más rabiosa e indignante, de una sociedad que teje una maraña de deshumanización absoluta.

No hay juegos temporales, como en el conocido tándem Arriaga-Iñárritu, pero sí permanece el poso de amargura de la trilogía del dolor, prolongándose y potenciándose en esta cinta. La impronta de Iñárritu es clara, variedad o mixtura cultural, desorientación en tierras extrañas, dificultades en la comunicación o muerte. Ver spoiler.

Bardem está en uno de los mejores papeles de toda su carrera. Lo que expresa ese actor en cada momento, es difícilmente repetible. En cada fotograma mueres un poquito con él, en cada imagen sufres con él y te zambulles en esos ojos empañados, que van quedando huecos, de esperanzas y de vida. La fotografía de Rodrigo Prieto es de las más impresionantes que he visto. Zapatos colgando a contraluz, hormigas devoradas por un cristal de colores, chimeneas vomitando humo, lluvia caleidoscópica sobre los cristales de un coche. ¡¡Biutiful!! La música muy en la línea de Babel. Con cuerdas pellizcadas, que chillan las desgracias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
princesadelguisante
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