¿Cuántas veces hemos visto en las biografías de personajes públicos esta frase?: "ese instante cambió mi vida", y es que, como alguien dijo, muchas veces vale más tener suerte que talento.
Tal es el caso de Robbie Turner (James McAvoy), que equivoca el papel que Briony Tallis (Saoirse Ronan) debe entregar a su amada Cecilia (Keira Knightley), lo que acabará provocando un cataclismo en la vida de todos los personajes que protagonizan este precioso film de consecuencias irreparables.
¿Cuántas veces Robbie se estrellaría contra el muro de la impotencia al no poseer el poder de regresar a aquel momento que lo truncó todo?. ¿Cuántas veces pasaría por su cabeza lo que pudo ser y no fue?.
¿Y qué decir de Briony?. Ella se deja invadir por la frustración y el rencor, por la ceguera de sentirse segundona y eclipsada, de creerse relegada al segundo plano de los hermanos menores que se encuentran en esa edad ingrata, en esa especie de tierra de nadie que es la preadolescencia, y comete, cegada por una impulsiva venganza infantil, un acto que acabará cobrándose un precio terrible.
A partir de ese suceso, Joe Wright construye un film brillante y emotivo que dejará su huella en los espectadores más sensibles.
Visualmente preciosista, "Expiación, más allá de la pasión" es una historia de amor sobrecogedora, una historia de amor truncada por los caprichos de una niña, la cual intentará expiar su culpa durante el resto de su vida.
Se trata, en definitiva, de una de esas películas que es mejor ver varias veces para poder disfrutar de cada detalle. La fotografía, la música, las actuaciones de los protagonistas y los secundarios, la luz en cada momento de la narración... y la sensación de impotencia que nos produce no poder volver atrás en el tiempo para reparar lo irreparable.