"Abogado, eh...
Está bien, yo te enseñaré la ley,
la ley del Oeste"
Y con su fusta de cuero, se la enseñó.

Esta historia no es de vaqueros que roban bancos, ni de venganzas contra indios asesinos, ni siquiera de un ajuste de cuentas entre el abogado de la frase y el fustigador que la pronuncia.
Esta historia trata del pasado que nunca volverá, de las frustraciones del presente, del futuro incierto que nos depara, y congelado entre el pasado, el presente y el futuro, trata de un hombre, el que se oculta en la sombra, el que no se atreve a declararse, el que siempre estuvo y nunca será recordado, Tom Doniphon.


La nostalgia se apoderó de Ford, observó su diligencia con telarañas y vio que su mundo, su western, tenía los días contados.
El caballo se volvía de hierro y silbaba a su llegada, saludaba con su larga melena blanca y chirriaba a su parada.
Con su aparición, John dirigió su mirada a Wayne, que seguía montado en su caballo con su sombrero vaquero mirando al especímen como quien mira un invasor, y decidió darle un último regalo. No sería su última colaboración, pero si fue su último western juntos.
Tom Doniphon, o lo que es lo mismo, John Wayne, es el hombre de las pistolas, justo, amable, terco y cabezota que le teme más el comprometerse con una mujer que poner en su sitio al temible Liberty Valance.
Un cactus en flor será todo su legado para aquella que construyó/destruyó un hogar.
Ransom Stoddard, o lo que es lo mismo, James Stewart, es el hombre de las palabras, ambicioso, culto, intransigente y decidido que llega a Shinbone en busca de fortuna y fama. Enseñará a leer y escribir, les enseñará a votar y se irá de Shinbone con lo que fue a buscar, y algo más.

Esta es la historia de una transición, de como el hombre de las pistolas cede su trono al hombre de leyes, de como cede su amor, de como cede su leyenda.
Y esa leyenda se hace dueña de la gran obra de Ford, película magistral que trasciende cualquier género para otorgar así una estrella más a la leyenda del Séptimo Arte.