Si una película te mantiene pegado al asiento, horrorizado por la dureza de las imágenes y de la historia, te coge de lo más profundo y te pellizca haciéndote sufrir como pocas en tu vida lo han hecho, haciendo que ames y odies a los personajes y que olvides que estás viendo una película, es porque es una obra maestra. Y eso es lo que me ha pasado a mí con esta maravilla.

Es dura, muy dura, pero es también preciosa, no he podido evitar llorar con el final y durante una parte en especial de la película me ha hecho sufrir más que ninguna otra hasta el momento. Y eso es todo, la verdad no tengo mucho más que decir, que si no os importa pasar un mal rato en la medida en que empaticéis con la historia, debéis verla, aunque por aquí la mayoría lo hayáis hecho ya. Es muy dura, pero es también un alegato a la bondad del ser humano y un canto a la esperanza y al valor.