Vaya por delante que me sigo quedando con Oblivion como una de las mejores películas de ciencia ficción reciente.

Dicho esto, Doug Liman nos trae una película tremendamente videojueguera con una enorme idea y una notable ejecución. ¿Cuántos de vosotros (sobre todo si jugáis a videojuegos) os habéis preguntado sobre lo que cambiaría todo si pudierais guardar la partida de vuestra vida como un videojuego? Tenemos de esta manera a un temerario Tom Cruise que necesitará de quinientas vidas (siguiendo con terminología videojueguera) para aprender a luchar y participar en una guerra de la que será clave.

La primera hora es sensacional, rozando el sobresaliente. Tremendamente divertida hasta el punto de preguntarse uno si está viendo una comedia o una película tan seria como parecía en esos minutos iniciales tan Starship Troopers. A todo esto sumen un pelotón que ya lo quisiera para sus películas James Cameron y una buena actuación de Tom Cruise y Emily Blunt, dentro de la posibilidad de sus registros. El resultado es una película de ritmo trepidante que no separa intriga argumental de espectacularidad visual.

La cosa se acaba torciendo en ese momento, más o menos cuando "se nos quita el juguete". A raíz de ahí empiezan a aparecer todas las carencias que también estaban presentes al principio pero que eran tapadas por "nuestro juguete". Nos damos cuenta de lo plana que realmente es y de lo vacía que queda sin su pilar central, aunque sigue siendo una película de ciencia ficción matabichos aconsejable.

Pudo ser mucho más, desde luego, y no me extrañaría que con el éxito que ha cosechado (sobre todo en críticas) tuviéramos algún tipo de continuación. De ser así, que no nos quiten nuestro juguete antes de tiempo.