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Voto de Jesús García Peón:
9
Cine negro. Thriller España, a comienzos de los años 80. Dos policías, ideológicamente opuestos, son enviados desde Madrid a un remoto pueblo del sur, situado en las marismas del Guadalquivir, para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. En una comunidad anclada en el pasado, tendrán que enfrentarse no sólo a un cruel asesino, sino también a sus propios fantasmas. (FILMAFFINITY)
29 de marzo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
He disfrutado mucho viendo la película. Hace tiempo llegué a la conclusión de que solo me gustan las películas que me revuelven el estómago, que me obligan a pensar y sobre todo que me hacen dar una vuelta a los propios esquemas que manejo y he manejado en el pasado para plantear mi vida y el modo en que me relaciono con el entorno.

Me alegro mucho de que en mi país, se hagan este tipo de películas que nos acercan a la excelencia, a la excepción entre tanta basura de cine que se fabrica. Durante todo el film observo la lucha entre los que practican el antiguo oficio de la supervivencia y aquellos otros que establecidos en la herramienta que les ofrece la democracia se asentaron en la comodidad y los derechos como plataforma para alcanzar un mundo mejor. ¿Cuál es el trasfondo? La desigualdad.

Ya muy joven llegué a la conclusión y no me apeo, de que reducir el ratio de desigualdad es el único remedio para luchar contra la mayor parte de los males que se asientan en la supervivencia basada en la necesidad de las cosas elementales, porque hay otros tipos.

La película también habla de diferencias, en este caso políticas pero a esto le doy menos importancia. Un policía que formó parte de la “brigada político social” y que torturó en nombre de un estado corrupto que exigía por la fuerza ser considerado de derecho y en el que todavía cree una parte importante de la población. El otro policía es demócrata y con eso parece que ya está dicho todo pero para alguien como yo que todavía se asombra con los abusos en democracia, no dice gran cosa.

Fui amigo del hijo de un policía que había militado en la “brigada político social”. Era un buen chico, lo quería y lo recuerdo con cariño. Era enemigo de su padre pero no por su circunstancia profesional pasada sino porque era incapaz de entender cualquier cosa, era cuadrado e inútil para dialogar. Siempre decía, sin embargo, que su padre no mató ni torturó aunque vio y consintió porque él también tenía que supervivir, supongo que necesitaba pensar que eso era así porque necesitaba seguir viviendo y para hacerlo todos necesitamos excusas.
Jesús García Peón
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