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Voto de Black Floyd:
10
6,9
98.675
Fantástico. Infantil. Aventuras
Escondido en el desván de su colegio, Bastian devora durante las horas de clase un libro enigmático, ”La historia interminable”, que relata la paulatina destrucción del Reino de Fantasía. Una especie de ”Nada” misteriosa destruye el país y a las criaturas que lo habitan. A medida que avanza en la lectura, Bastian se da cuenta de que la salvación de Fantasía depende de él; de que consiga entrar dentro del libro... (FILMAFFINITY)
2 de febrero de 2010
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vivimos en un mundo mucho más cercano al imaginado por la mente enfermiza y temerosa de Kafka, a la previsora de Orwell o Huxley, que a la maravillosa e ideal que se esconde detrás de un muro con puerta verde de H.G. Wells.
Bastian (Barret Oliver) aborrece la escuela (en especial las matemáticas) y a tres de sus compañeros quiénes siempre lo persiguen para golpearlo, extraña a su madre fallecida y resiste al frío trato de su padre, ocupado en llevar adelante la casa y su propia vida. De esta manera, Bastian suele refugiarse en la fantasía de los libros, que proponen ficciones si bien no siempre puras y luminosas, más interesantes que los absurdos acontecimientos de la vida ordinaria. Hay reminiscencias en este film de mitología nórdica, como Gmork, que nos recuerda a Fenrir, el terrible lobo del Ragnarok; o "la nada", esa suerte de nihilismo, que barrerá al mundo, algo similar a los tres inviernos consecutivos que devastarán al mundo arrancando árboles, arrojando montañas por los aires y apagando las estrellas, y sumiendo al mundo en las tinieblas, según las Eddas.
Termino abajo.
Bastian (Barret Oliver) aborrece la escuela (en especial las matemáticas) y a tres de sus compañeros quiénes siempre lo persiguen para golpearlo, extraña a su madre fallecida y resiste al frío trato de su padre, ocupado en llevar adelante la casa y su propia vida. De esta manera, Bastian suele refugiarse en la fantasía de los libros, que proponen ficciones si bien no siempre puras y luminosas, más interesantes que los absurdos acontecimientos de la vida ordinaria. Hay reminiscencias en este film de mitología nórdica, como Gmork, que nos recuerda a Fenrir, el terrible lobo del Ragnarok; o "la nada", esa suerte de nihilismo, que barrerá al mundo, algo similar a los tres inviernos consecutivos que devastarán al mundo arrancando árboles, arrojando montañas por los aires y apagando las estrellas, y sumiendo al mundo en las tinieblas, según las Eddas.
Termino abajo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
"La nada", es decir la falta de imaginación por parte de los hombres, el abandono del amable hábito de la lectura, la vocación por todo lo práctico, lo tangible y substancial, la visión anémica y numérica del mundo, la agonizante capacidad poética de hombres y mujeres están destruyendo "el mundo de fantasía". Esta guerra hacia el mundo "real" me parece a mi como un bálsamo, un osasis. El hombre será siempre una fuente inagotable de inspiración poética, aun existiendo tantos estudiantes de abogacía, tantos "Gran hermano", creadores de parásitos sin talento con ínfulas de artistas. Por encima de estos mediocres personajes, se elevarán los cantos de músicos y poetas, los arquitectos de la fantasía y la ficción, que vienen a dulcificar los problemas que causan "los otros", los secos, abyectos y grises políticos, con sus ópticas arcaicas, pálidas, deleznables, los propagadores de guerras, los asesinos, los violadores de mujeres y niños, los asesinos y torturadores de animales con guardapolvo blanco en laboratorios, los traficantes de órganos de niños secuestrados, los traficantes de armas y de droga, los Menguele, los Hitler, los Franco, los Castro.
No dejemos que esto suceda, aun hay muchos Dunsany, Machen, Lovecraft, Stevenson, y Chesterton para alimentar y no dejar desfallecer la fantasía.
El apego a la ficción no es otra cosa sino el intento de recuperar lo perdido; la inocencia perdida.
No dejemos que esto suceda, aun hay muchos Dunsany, Machen, Lovecraft, Stevenson, y Chesterton para alimentar y no dejar desfallecer la fantasía.
El apego a la ficción no es otra cosa sino el intento de recuperar lo perdido; la inocencia perdida.