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Voto de Néstor Juez:
6
6,2
570
Drama
Años 80. El joven Aram, un marsellés de origen armenio, hace explotar el coche del embajador de Turquía en París. En ese momento, un ciclista que pasaba por allí es herido de gravedad. La madre del terrorista se siente culpable y siente la necesidad de ir a la habitación del hospital del herido para pedirle perdón, algo que éste no entiende. Por otra parte, Aram, en contra de la opinión de sus compañeros, decide ir a conocer a su víctima. (FILMAFFINITY) [+]
23 de febrero de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias a Golem pude ver en los cines homónimos un pase de prensa de la última película, producida en 2015, de la última película del director francés de origen armenio Robert Guédiguian: el drama Una historia de locos, inspirado en la novela autobiográfica La bombe de José Antonio Gurriarán. Una película de cine social y, aunque francés, con mirada a Europa y su frontera con Asia, que pese a su prestigioso realizador se verá camuflada por sus compañeros de cartelera y difícilmente habría podido disponer de mi tiempo en un pase comercial. Es un privilegio poder, gracias a la distribuidora, cubrir más ampliamente la extensa producción cinematográfica contemporánea. Y con los años mi predisposición hacia el cine de autor de índole realista y social es cada vez más positiva. Y en este caso, pese a no hallar excelencias cinematográficas en la propuesta, la disfruté emocionado y la abandoné conmovido. Si se maneja con gusto, el cine político es muy efectivo. Y por muy convencional que pueda ser el desarrollo argumental y el tono emocional de la narración, el corazón y sentimiento con el que se filma este alegato invaden de lleno a cualquier espectador receptivo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En Berlín, durante el año 1921, un hombre asesinó a otro en un parque con un disparo a quemarropa. En el juicio se descubrirá que la víctima era un despiadado dirigente turco, y su asesino un armenio autoerigido en justiciero vengativo del genocidio que los turcos realizaron despiadadamente con su patria. Este asesino, Tehlirian, ganó el juicio y se convirtió en un símbolo de la lucha por la liberación armenia durante décadas. En 1973 Aram, veinteañero de familia armenia residente en Marsella, manifiesta su descontento por la pasividad de su pueblo, y se enrola al frente armado de resistencia. Pero cuando se percate del vuelco que da a la vida de una víctima inocente de su primer atentado, el francés Gilles Teissier (que queda inhabilitado de ambas piernas), empezará gradualmente a replantearse la utilidad y moralidad de los medios violentos. Un drama social sobre el dolor de un pueblo masacrado. Un relato de dos personajes unidos por el acto más impredecible. Una historia que toca a su director en un ámbito más personal, y que refleja las herencias generacionales y las disquisiciones de las familias. Las interpretaciones son en su conjunto estupendas, sobre todo la madre de Aram, Anouch (interpretada por Arianne Ascaride, mujer del director y protagonista de casi todos sus filmes), destacando la dinámica de afecto que se crea entre Gilles y la familia de su agresor. Pese a que la factura del filme, aunque estándar, sea muy competente (muy hermosa y efectiva partitura de Alexandre Desplat y cámara de Pierre Milon que coquetea con términos y leves movimientos), lo que destaca el filme es la potencia social y humana de su tragedia y la profundidad de sus peones. Pocos filmes se han hecho de otras grandes catástrofes humanas del Siglo XX que no sea la Segunda Guerra Mundial, por lo que ya sólo por una utilidad cultural una película cómo esta, tan inteligente y emotiva como amena y cercana. Pese a las divergencias, la nobleza une y el sufrimiento ajeno bien hace perdonar las penas propias, pues tarde o temprano se evidencia que el fin no justifica los medios.
Si bien el cine político, llevado a la excelencia por Costa-Gavras, es una herramienta social útil y efectiva, en este caso para transmitir su mensaje recurre a lo panfletario, al subrayado discursivo y, por ende, a la manipulación emocional con métodos extrafílmicos. La relación amorosa entre Aram y la también combatiente Anahit queda en mero apunte de desarrollo rutinario, y el acercamiento de Gilles a la familia de Aram, si desarrollado con credibilidad, desliza por momentos en la cursilería. Pero si se narra con ritmo y personajes que se sientan personajes se acepta toda narración con gusto, más aún si claman a la libertad y a la justicia, al fin de la opresión y la diáspora de su pueblo.
Una historia de locos es una obra que no triunfa en cuanto a calado cinematográfico, pero mi sensible personalidad no puede evitar emocionarse con ella.
Si bien el cine político, llevado a la excelencia por Costa-Gavras, es una herramienta social útil y efectiva, en este caso para transmitir su mensaje recurre a lo panfletario, al subrayado discursivo y, por ende, a la manipulación emocional con métodos extrafílmicos. La relación amorosa entre Aram y la también combatiente Anahit queda en mero apunte de desarrollo rutinario, y el acercamiento de Gilles a la familia de Aram, si desarrollado con credibilidad, desliza por momentos en la cursilería. Pero si se narra con ritmo y personajes que se sientan personajes se acepta toda narración con gusto, más aún si claman a la libertad y a la justicia, al fin de la opresión y la diáspora de su pueblo.
Una historia de locos es una obra que no triunfa en cuanto a calado cinematográfico, pero mi sensible personalidad no puede evitar emocionarse con ella.