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Voto de Mazcota:
8
7,4
93.439
Drama
El duque de York se convirtió en rey de Inglaterra con el nombre de Jorge VI (1936-1952), tras la abdicación de su hermano mayor, Eduardo VIII. Su tartamudez, que constituía un gran inconveniente para el ejercicio de sus funciones, lo llevó a buscar la ayuda de Lionel Logue, un experto logopeda que intentó, empleando una serie de técnicas poco ortodoxas, eliminar este defecto en el habla del monarca. (FILMAFFINITY)
7 de enero de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ser la película triunfadora en la última gala de los Oscars comporta crear unas expectativas enormes a cualquiera que se acerque a su visionado, y más cuando entre sus competidoras (y derrotadas) estaba la fantástica “La red social”. Y esas expectativas se cumplen hasta tal punto que no me atrevo a poner en duda el merecimiento de tales premios, aunque, personalmente, estaría más de acuerdo si se hubieran premiado más a los intérpretes que a la película o al director.
La trama nos describe la superación del duque de York (Colin Firth) para poder cumplir, a pesar de su tartamudeo, con las obligaciones y deberes que, al morir el rey, no acepta su hermano mayor, heredero directo a la corona. Esto implica acudir a varias terapias hasta encontrar a Lionel Logue (Geoffrey Rush), el cual le ayudará.
La historia se representa de una forma ágil y está rodada muy eficientemente (aunque poco vistosa), pero lo que hace que la película sea algo memorable son los magníficos diálogos del guión y las apabullantes interpretaciones de sus 3 protagonistas. Bordar el papel es poco para lo que consiguen Colin Firth, Helena Bonham Carter y Geoffrey Rush. Hay tanta sutileza, tanta compenetración y tanta presencia escénica que hasta parece que les sobren los escenarios (Interiores la gran mayoría). Al parecer Tom Hopper se da cuenta de ello y centra la cámara en los bustos de sus actores para que podamos disfrutar mejor de todos los matices. Todo esto y no la previsible histora, y menos el complaciente final, logra dejarnos con la sensación de haber visto un film realmente brillante.
La trama nos describe la superación del duque de York (Colin Firth) para poder cumplir, a pesar de su tartamudeo, con las obligaciones y deberes que, al morir el rey, no acepta su hermano mayor, heredero directo a la corona. Esto implica acudir a varias terapias hasta encontrar a Lionel Logue (Geoffrey Rush), el cual le ayudará.
La historia se representa de una forma ágil y está rodada muy eficientemente (aunque poco vistosa), pero lo que hace que la película sea algo memorable son los magníficos diálogos del guión y las apabullantes interpretaciones de sus 3 protagonistas. Bordar el papel es poco para lo que consiguen Colin Firth, Helena Bonham Carter y Geoffrey Rush. Hay tanta sutileza, tanta compenetración y tanta presencia escénica que hasta parece que les sobren los escenarios (Interiores la gran mayoría). Al parecer Tom Hopper se da cuenta de ello y centra la cámara en los bustos de sus actores para que podamos disfrutar mejor de todos los matices. Todo esto y no la previsible histora, y menos el complaciente final, logra dejarnos con la sensación de haber visto un film realmente brillante.