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Voto de Halcón:
9
Drama Elisabeth (Liv Ullmann), una célebre actriz de teatro, es hospitalizada tras perder la voz durante una representación de "Electra". Después de ser sometida a una serie de pruebas, el diagnóstico es bueno. Sin embargo, como sigue sin hablar, debe permanecer en la clínica. Alma (Bibi Andersson), la enfermera encargada de cuidarla, intenta romper su mutismo hablándole sin parar. (FILMAFFINITY)
31 de diciembre de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ingmar Bergman, autor sueco fallecido hace escasos años, realiza con Persona un ejercicio de innovación cinematográfica digno de elogio a través de la historia de un tratamiento psicológico, la compañía de la hermana Alma a una actriz que, en medio de una representación de la tragedia griega Electra y en las jornadas posteriores, permanece aislada en un mutismo absoluto.

Sin embargo, la película no comienza con esa escena dramática, sino con imágenes simbólicas de aspectos tan trascendentes de la imaginería de la sociedad del siglo XXI como son la religión o el sexo, pasando por el mundo de la farándula. Nos sumerge después, de lleno, en el silencio absoluto de la intérprete y la incontinencia verbal de su cuidadora, Alma, un nombre apropiado para una persona que ametralla los oídos de su auditora con toda suerte de historias sobre su vida, sus sentimientos y su forma de interpretar y reaccionar ante la vida, sin llegar a revelar su verdadera esencia en ningún momento, una esencia que sale a relucir en las expresiones y miradas que se le escapan mientras monologa. Todos estos matices representados con escalofriante credibilidad por Bibi Anderson en un trabajo magistral.

No estamos ante una obra común, ya que el silencio de Elisabeth, interpretada por Liv Ullmann, carga todo el peso auditivo sobre su interlocutora, y a través de una expresión cambiante y siempre analítica, el personaje de la actriz se desarrolla en la relación que mantiene con la hermana Alma.

El genio sueco no escatima en recursos a la hora de colorear estos personajes, que se muestran desde el comienzo antitéticos en múltiples aspectos de la vida, mostrando una mayor definición de fondo, pero mucha mayor habilidad para ocultarlo Elisabeth, y en cambio, la abstracta psique de Alma parece confundirse entre la cantidad de historias y reflexiones que realiza.

Es una obra de silencio, una obra que nos traslada a la soledad de una costa en que la sociedad ha quedado en el retrovisor, y desde luego, es una obra analítica con los temores más oscuros del ser humano, que sin mostrarlo explícitamente nos revela el miedo a la muerte, a las convenciones sociales, a la opinión de los que pueden interactuar con nuestras vidas e, incluso, a la maternidad y a todas las responsabilidades que ello conlleva.

Así, estamos siempre entre el silencio y la expresión verbal, entre el lado más amable y el más oscuro de los entresijos de la psicología humana, y en este viaje las inquietudes del cineasta escandinavo se convierten en las nuestras en una simbiosis que por hermosa no deja de ser trágica, ya que lo bello, en Persona, es también cruel y desalmado, porque como el reflejo en que se convierte este film con respecto a nuestra especie, la realidad de nuestra existencia está cargada de dudas, complejos, certezas y errores.
Halcón
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