Creo que en un filme, una cosa es la calidad en dirección, actuación, tempo, montaje, etc., y otra es el mensaje, la ideología.

En cuanto a lo primero, la dirección de Haneke y las interpretaciones de Trintignant y Enmanuelle Riva están fuera de toda discusión, conformando una bella película de autor que genera un clima sórdido y angustioso en torno al tema de la vejez y sus probables circunstancias dolorosas en lo que a la salud concierne. El uso de la cámara y la música clásica de conocidos autores como Schubert, junto a la fotografía y un ritmo pausado en un encuadre de densitud, hacen de este filme una obra imperdible.

En relación a lo segundo , es decir, la visión que pretende ofrecer la película de la enfermedad y de la vejez no la comparto. Hay películas sobre la vejez a las que ya me he referido en este foro, como el "Estanque Dorado", con los longevos Henry Fonda y Katherine Hepburn como protagonistas (http://www.filmaffinity.com/es/reviews/1/339985.html?orderby=5); o "Fresas Salvajes" de Bergman: (http://www.filmaffinity.com/es/user/rating/559502/924464.html), que aportan un óptica de la vejez más cabal, más próxima a la realidad, a las opciones que la vejez aporta de sabiduría, posibilidad de revisión, aceptación serena de la finitud de la vida, de las relaciones intergeneracionales, etc., y no meramente, como es el caso de esta película, de una visión laica y burguesa de que la vida no tiene sentido en la tragedia. Quizá conviene recordar a autores como Victor Frankl y su concepto de “optimismo trágico”, propio de las personas de edad avanzada; o las ideas de de “autodesarrollo” y “autotrascendencia”, propias igualmente de la vejez y que psicoanalistas como Jung, Erikson o Kohut han evidenciado. De manera que no concuerdo con una visión fatal de la vejez o de la enfermedad por tremenda que ésta sea, siendo que es preciso aportar opciones que no sólo el cine ha visto sino que son una realidad que también conviene recordar desde la psicología, la literatura, el ensayo, etc., sobre todo a los jóvenes. Eso sin hablar de la circunstancia de que escribo esto en plena Pascua de Resurrección, o Pascua Florida, como se decía antes, que es tiempo para la esperanza.

En resumen, desde mi modo de ver es una película nihilista y desesperanzada que no casa con la realidad de la vejez o de la enfermedad, lo que no obvia la gravedad de determinados casos y circunstancias personales; pero siempre cabe otra opción, otro camino, otra perspectiva. Acabo, así, diciendo una obviedad: las películas son también ideológicas. Y esta ha tomado partido por la desesperanza.