Ojo, no me disgusta pero esta segunda vez como que me la creo menos. Esos diálogos con la voz ahogada los encuentro forzados, se nota que es una pose simulada de los actores, no es natural. El director trata de crear una atmósfera que honre al espíritu trágico tan arraigado en la cultura castiza, mostrando a personajes con los sentimientos reprimidos, seres primarios, apasionados, temerosos porque ocultan algo o porque desconfían, pero casi en ningún momento logro olvidarme de que se trata de una representación. Antonio sobreactúa, adopta el mismo semblante fiero e inamovible en todo momento y se abona al mutismo, por lo que cada vez que abre la boca o hace algo el espectador se queda flipando, o esa es un poco la intención, creo.