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España España · Málaga
Voto de Kaori:
5
Thriller Jules y Vincent, dos asesinos a sueldo con no demasiadas luces, trabajan para el gángster Marsellus Wallace. Vincent le confiesa a Jules que Marsellus le ha pedido que cuide de Mia, su atractiva mujer. Jules le recomienda prudencia porque es muy peligroso sobrepasarse con la novia del jefe. Cuando llega la hora de trabajar, ambos deben ponerse "manos a la obra". Su misión: recuperar un misterioso maletín. (FILMAFFINITY)
31 de mayo de 2014
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo más triste de todo esto es que Quentin Tarantino es un buen director, o al menos un director solvente. Sus conocimientos sobre Cine, técnica y medios saltan a la vista, y en «Pulp Fiction» ejemplifica su competencia a la hora de rodar. También, pese a sus inspiraciones/copias cinéfilas, tiene personalidad, guste o no, la tiene. Ahora bien, una cinta no se compone sólo de manías propias y recursos técnicos adecuados, sino de muchos otros elementos en los que Tarantino ya flojea. Ritmo, diálogos, personajes, guión, narración o mensaje son imprescindibles para construir una película que sea de las más alabadas de la historia, o tan siquiera notable.

Al contrario de lo que muchos afirman, estoy convencida de que de no haber fragmentado la historia, «Pulp Fiction» hubiese quedado mejor. Eso de romper la línea temporal no es superior o inferior a no romperla, y su valoración dependerá del cómo y del para qué. El cómo es irrelevante: Tarantino corta donde le da la gana, pero si cortamos por cualquier otro momento del metraje, la cosa no varía; además, cuando digo cortar, es que es cortar, que tampoco se trabaja las transiciones de uno a otro fragmento. Por qué lo hace también es voluntarista: porque le parece más pulp, imagino, pero el contar la historia desorganizada no modifica un ápice ni el sentido ni la idea de la obra, con lo cual no impresiona a nadie. Sin embargo, puliendo un poco el guión para darle mayor coherencia y continuidad, y no esas piezas deslavazadas (por ejemplo, la cita de Vincent y Mia, absolutamente anecdótica), y con un desarrollo directo centrado en los hechos, podría haber sido una cinta de acción y cachondeo más interesante.

Por supuesto, la violencia es exagerada, seguro que de mal gusto, pero Tarantino sabe llevarla con un toque de cómic barato que es inevitable que rebaje la crueldad. Porque, repito, al desdramatizar la violencia, la deja sin fuerzas y la convierte en atrezo desechable. Me parece peor que presente a unos personajes psicópatas como si fuesen normales. Oiga, no. Que un señor reviente cerebros mientras habla con toda serenidad de cómo se llama la hamburguesa en Francia, no es prueba de que sea un tipo corriente, sino que demuestra a las claras síntomas de psicopatía. Para que nos caiga bien un psicópata tiene que tener una personalidad atractiva, pensamientos elevados, inteligencia brillante, un sentido del humor gracioso o que sus vivencias sean espectaculares, lo que no aparece en «Pulp Fiction».

Una Thurman, inexplicable, su personaje es nulo; Harvey Keitel, imponente; John Travolta, estupendo, supongo que bailando por exigencia friki de Tarantino, y Samuel L. Jackson el más divertido. No comprendo, eso sí, que su monólogo bíblico guste tanto. Bueno, tampoco comprendo qué enjundia tienen estos diálogos soporíferos, estos circunloquios gastados, estos largos minutos de perorata que aburren hasta a quien no está escuchando. Eso no es hablar, no es comunicarse, no es transmitir algo; es soltar el rollo y romper el ritmo del relato.

Lo mejor es la trama de Bruce Willis, con diferencia. Tarantino, que tiene un gusto pésimo para las mujeres, parece afinar con los hombres, y aquí acierta de lleno con el boxeador Butch, quien vivirá el día más extraño de su vida en la tienda de unos pervertidos. Esta secuencia de la violación hubiera preferido omitirla por completo, pero ver a un Bruce Willis con la camiseta blanca manchada de sangre con katana en mano es, para mi, la imagen última, admito que antológica, de «Pulp Fiction». Willis es un hombre de una masculinidad arrebatadora y Tarantino lo luce que da gusto: su aseo en el taxi, el encuentro amoroso con Maria de Medeiros, el sudor, los vaqueros, la chaqueta, las deportivas. Sin él, la película bajaría muchos puntos.

Por ahí me ha conquistado, pero en lo que se refiere al conjunto, aunque original e influyente, no deja de ser intrascendente. Por algo se autodenomina «pulp».
Kaori
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