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Voto de Jark Prongo:
6
26 de octubre de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
”Las tengo que matar aunque solo sea esta vez,
entonces ya podré ser un poco más normal”

Las Chicas Rubias de Serrano, Los Lagos de Hinault

Una comarcal en medio de la nada. Una pareja que se apea de un turismo. Él la empieza a contar que el embalse que ven anegó un pueblo en cuestión de segundos. A ella le impacta el asunto. Se mete al coche y él empuja. Empuja no porque se haya calado. Empuja cual Ursus para ahogarla dentro del coche en el pantano. Una vez terminada la faena va dando brincos de alegría por el campo. Él es José. Está tronado. No porque mate, sino por poseer una pistola y complicarse la vida de forma innecesaria para sus crímenes.

El protagonista de La Sombra De Un Recuerdo se asemeja a lo que resultaría de mezclar la enfermísima Breaking Point de Bo Arne Vibenious con el no menos enajenado asesino de El Descuartizador de New York. O, yéndonos a ejemplos de acá, queda a medio camino de La Semana Del Asesino y Las Horas Del Día. José es un hombre que se desenvuelve fetén en su día a día. Un notas sofisticado, de su tiempo, a la moda. Igual un poquitín alcohólico si algún conocido tuviese que ponerle algún defecto. La clase de ser de la que no se sospecharía que a veces amanece con el vientre cubierto de semen y la mano en la polla por haberse quedado dormido pensando en su hermana muerta ayuntando con un señor negro. Así funciona José, solo que no se extralimita a rememorar aquellos pezones como rotonda de entrada a San Chinarro de su hermana. Él disfruta matando. No a sangre fría. Hace que las mujeres se enamoren de él y luego les da la puntilla. A veces, si las mata mientras facen el coito, él sigue con el asunto. José deja a Patrick Bateman por un ejemplo de ciudadano ejemplar, vaya.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jark Prongo
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