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Voto de Ferdydurke:
5
6,4
28.923
Fantástico. Thriller
John (James Caviezel) vive obsesionado con la muerte de su padre, un bombero (Dennis Quaid), que pereció 30 años antes durante un incendio. Un día, un extraño fenómeno meteorológico le permite hablar con él, a través de un viejo equipo de radioaficionado con el que se comunica con el pasado: John informa a su padre de los errores cometidos en aquel incendio y así evita su muerte. Sin embargo, de este vuelco del destino se derivarán ... [+]
2 de septiembre de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprendentemente buena durante un rato, increíblemente mala al final.
La primera parte es un agradable popurrí de mil cosas mil veces vistas antes; simpático, humilde, esmerado ejercicio de fantasía familiar y evasión sentimental; el viaje en el tiempo otra vez, pero como si fuese nuevo. Bien. Sigue. Y comienzan los terremotos, atropellos y prisas, los sustos y recovecos. Vale. No está mal tampoco. Lo compro. Y sigue (casi dura dos horas, oye). Y aquello empieza a crujir, los goznes a chirriar, los travesaños, carcomidos por un ejército ominoso de termitas kazajas, se nos vienen abajo o encima, el tejado con goterones clama, el vecino gritón enloquece... Y asoma con inquina el ridículo, como al trasluz, agazapado, esperando la ocasión, que viene ya, para atacar a cara descubierta. Ya queda menos, pero continúa. Y llega el cierre...
La primera parte es un agradable popurrí de mil cosas mil veces vistas antes; simpático, humilde, esmerado ejercicio de fantasía familiar y evasión sentimental; el viaje en el tiempo otra vez, pero como si fuese nuevo. Bien. Sigue. Y comienzan los terremotos, atropellos y prisas, los sustos y recovecos. Vale. No está mal tampoco. Lo compro. Y sigue (casi dura dos horas, oye). Y aquello empieza a crujir, los goznes a chirriar, los travesaños, carcomidos por un ejército ominoso de termitas kazajas, se nos vienen abajo o encima, el tejado con goterones clama, el vecino gritón enloquece... Y asoma con inquina el ridículo, como al trasluz, agazapado, esperando la ocasión, que viene ya, para atacar a cara descubierta. Ya queda menos, pero continúa. Y llega el cierre...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Y la casa se derrumba y el espanto se impone. Siniestro total.
Si me pidiesen (lo harán, tarde o temprano) un ranking de finales chapuceros de la historia del cine, lo digo desde ya, este mismo está en lo más alto, top five, por lo menos. No se pueden cometer más estropicios en menos tiempo. La aparición de Quaid como viejo escopetero es realmente grotesca, como de concurso de televisión en cadena pública y en prime time.
Y casi que no tengo fuerzas ni palabras para explicar ese epílogo cochambroso, infame, sádico. Como el boceto chungo perpetrado por un director de campaña de un político español en plenas elecciones generales, casi tan repugnante e idiota, para que os hagáis una idea del tamaño del engendro del que hablamos. Con canción diabólica, insoportablemente blanda y cursi, y un jolgorio americano-hogareño-sensiblero que haría vomitar al faquir más disciplinado, a una foca angoleña también, por supuesto.
P.D.: Esas señas de identidad tan americanas, béisbol, Elvis, asesinos en serie, la familia siempre unida, asesinos en serie..., se aceptan (cada uno tiene lo suyo, aquí paz y después gloria), pero solo hasta cierto punto, concretamente el de no retorno, una vez cruzado este, superada esa frontera abismal, el dolor será inasumible, el padecimiento, intolerable, peor que pisar un charco con botines de charol, algo así como la gonorrea babilónica, no, hija, no.
Si me pidiesen (lo harán, tarde o temprano) un ranking de finales chapuceros de la historia del cine, lo digo desde ya, este mismo está en lo más alto, top five, por lo menos. No se pueden cometer más estropicios en menos tiempo. La aparición de Quaid como viejo escopetero es realmente grotesca, como de concurso de televisión en cadena pública y en prime time.
Y casi que no tengo fuerzas ni palabras para explicar ese epílogo cochambroso, infame, sádico. Como el boceto chungo perpetrado por un director de campaña de un político español en plenas elecciones generales, casi tan repugnante e idiota, para que os hagáis una idea del tamaño del engendro del que hablamos. Con canción diabólica, insoportablemente blanda y cursi, y un jolgorio americano-hogareño-sensiblero que haría vomitar al faquir más disciplinado, a una foca angoleña también, por supuesto.
P.D.: Esas señas de identidad tan americanas, béisbol, Elvis, asesinos en serie, la familia siempre unida, asesinos en serie..., se aceptan (cada uno tiene lo suyo, aquí paz y después gloria), pero solo hasta cierto punto, concretamente el de no retorno, una vez cruzado este, superada esa frontera abismal, el dolor será inasumible, el padecimiento, intolerable, peor que pisar un charco con botines de charol, algo así como la gonorrea babilónica, no, hija, no.