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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Giskdan:
7
Comedia Ambientada en Rusia en 1927, el antes aristócrata Ippolit, bajo el nuevo régimen soviético, no es más que un empleado administrativo ruso. Al descubrir que su moribunda suegra escondió las valiosísimas joyas de la familia en una de las doce sillas de un juego de comedor, se lanza a atravesar Rusia para dar con ellas. En su aventura lo acompañan un oportunista, un cura y su antiguo criado, todos a la caza de la silla. (FILMAFFINITY)
2 de enero de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo por lo que el rey del humor disparatado no se ha caracterizado, es por su sutileza. El director de "El Joven Frankenstein" o "SpaceBalls", es conocido por su inclinación hacia el exceso con el fin de provocar el absurdo. Su comedia satírica "Las Doce Sillas", es una excepción a esa tendencia.

El nombre del tema de la banda de sonido, "Hope for the best, expect the worst" - espera lo mejor, prepárate para lo peor - marca posta el tono y el pulso del relato; la mutación inevitable del pesimismo y la frustración de la derrota, hacia su única alternativa de salvoconducto: la fe y la esperanza en el futuro.

Aquí tenemos, disfrazado debajo de la risas, un estudio sobre la condición humana, la crítica social y las reacciones de los individuos ante diversas situaciones límite. Y claro está, tenemos también al combustible y motivador de las acciones humanas por excelencia, una de la temáticas favoritas del director y a menudo presente en su obra, desde "Los Productores": la vieja y querida codicia.

Inspirada en una novela clásica rusa del mismo nombre, nos presenta a Ippolit -Ron Moody en un papel memorable- un aristócrata de la época zarista quien fuera desposeído por la revolución soviética. Esta comedia de enredos se dispara cuando su madre moribunda le confiesa que, a fin de ocultarla a los bolcheviques, ha escondido su cuantiosa fortuna en joyas, en el interior de una de las doce sillas que amueblaban el comedor familiar. Aliado contra su voluntad con un timador profesional -el lungo Frank Langella- comienza entonces una desventurada odisea por el territorio ruso en busca del dichoso mueble que esconde el tesoro; que además es una carrera contra el tiempo ya que el cura confesor de la finada - exagerado y sobreactuado Dom DeLuise- también recibió el dato y quiere ganarles de mano. Esta historia se enmarca en ese simpático subgénero de "tesoros maquiavélicos que parecen tener vida propia y se resisten obstinadamente en ser atrapados", que ya diera otras obras como "Un diamante al rojo vivo" (The Hot Rock, 1972).

Si bien el final modificado es mucho más "alegre" que el medio trágico que tiene la novela, la capitulación final de Ippolit, dejando de lado su ego en la buenísima secuencia que culmina la película, es a la vez tan esperanzadora como deprimente, y lo vuelven uno de mis finales de película preferidos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Giskdan
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