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El misterio de las 12 sillas

Comedia Ambientada en Rusia en 1927, el antes aristócrata Ippolit, bajo el nuevo régimen soviético, no es más que un empleado administrativo ruso. Al descubrir que su moribunda suegra escondió las valiosísimas joyas de la familia en una de las doce sillas de un juego de comedor, se lanza a atravesar Rusia para dar con ellas. En su aventura lo acompañan un oportunista, un cura y su antiguo criado, todos a la caza de la silla. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
25 de enero de 2009
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraordinaria película de Mel Brooks, en donde se mezcla humor, sátira social y una filosofía de la vida de una manera muy original. Excelentes actuaciones, dirección y musicalización, en esta historia de risas y paradojas de la vida, de sueños frustrados y esa búsqueda incesante del ser humano por sus ambiciones y sueños mas preciados. Muchas veces no sabemos la vida que nos depara.
Juan_Diego_GP
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7 de enero de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la satírica novela, “The Twelve Chairs” (1928), de los periodistas soviéticos
Ilya Ilf (1897-1937) y Yevgeni Petrov (1903-1942), mejor conocidos como "Ilf y Petrov". La novela fue previamente filmada como “It's in the Bag!” (1945). Su personaje principal, Ostap Bender, es un estafador en la búsqueda de la riqueza difícil de alcanzar.

Ippolit Vorobyaninov (Ron Moody) es un envejecido ex-aristócrata miembro del régimen zarista, ahora ajustado a la vida de los empleados de la nueva administración soviética. Su moribunda suegra le confiesa que escondió las joyas de la familia en una silla del juego de comedor, así que se lanza a la aventura de dar con ellas.

Pero en su aventura no estará solo, el sacerdote del pueblo Fyodor (Dom Deluise), también tiene conocimiento de las joyas, ya que la suegra antes de morir, se lo había dicho en confesión. Ambos, por caminos separados, viajan a Moscú para encontrar el tesoro escondido.

Pero el ex-aristócrata tiene otro problema, se ve en la obligación de tener que compartir el botín con un socio, estafador y oportunista, Ostap Bender (Frank Langella).

Tanto el ex-aristócrata, como el sacerdote ortodoxo y el estafador, estarán juntos en esta descabellada aventura, en donde la meta es conseguir doce sillas de comedor.

La película recibió dos nominaciones, una para el “National Board of Review, USA” por mejor actor de reparto: Frank Langella y la otra para el “Writers Guild of America, USA” por mejor comedia adaptada de otro medio.
operez
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2 de enero de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo por lo que el rey del humor disparatado no se ha caracterizado, es por su sutileza. El director de "El Joven Frankenstein" o "SpaceBalls", es conocido por su inclinación hacia el exceso con el fin de provocar el absurdo. Su comedia satírica "Las Doce Sillas", es una excepción a esa tendencia.

El nombre del tema de la banda de sonido, "Hope for the best, expect the worst" - espera lo mejor, prepárate para lo peor - marca posta el tono y el pulso del relato; la mutación inevitable del pesimismo y la frustración de la derrota, hacia su única alternativa de salvoconducto: la fe y la esperanza en el futuro.

Aquí tenemos, disfrazado debajo de la risas, un estudio sobre la condición humana, la crítica social y las reacciones de los individuos ante diversas situaciones límite. Y claro está, tenemos también al combustible y motivador de las acciones humanas por excelencia, una de la temáticas favoritas del director y a menudo presente en su obra, desde "Los Productores": la vieja y querida codicia.

Inspirada en una novela clásica rusa del mismo nombre, nos presenta a Ippolit -Ron Moody en un papel memorable- un aristócrata de la época zarista quien fuera desposeído por la revolución soviética. Esta comedia de enredos se dispara cuando su madre moribunda le confiesa que, a fin de ocultarla a los bolcheviques, ha escondido su cuantiosa fortuna en joyas, en el interior de una de las doce sillas que amueblaban el comedor familiar. Aliado contra su voluntad con un timador profesional -el lungo Frank Langella- comienza entonces una desventurada odisea por el territorio ruso en busca del dichoso mueble que esconde el tesoro; que además es una carrera contra el tiempo ya que el cura confesor de la finada - exagerado y sobreactuado Dom DeLuise- también recibió el dato y quiere ganarles de mano. Esta historia se enmarca en ese simpático subgénero de "tesoros maquiavélicos que parecen tener vida propia y se resisten obstinadamente en ser atrapados", que ya diera otras obras como "Un diamante al rojo vivo" (The Hot Rock, 1972).

Si bien el final modificado es mucho más "alegre" que el medio trágico que tiene la novela, la capitulación final de Ippolit, dejando de lado su ego en la buenísima secuencia que culmina la película, es a la vez tan esperanzadora como deprimente, y lo vuelven uno de mis finales de película preferidos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Giskdan
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1 de noviembre de 2009
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el impulso repercutido a raíz del éxito de su anterior, y superior a ésta, “Los Productores”, Mel Brooks se aventuró en realizar una comedia con tintes dramáticos ambientada en la Rusia de la Revolución y centrándose en la agitada repercusión social que supuso para su población el fin de una Era condicionada por los zares.

El argumento gira entorno a Vorobyaninov (Ron Moody), escribiente y antiguo aristócrata zarista cuyos bienes han sido saqueados por la Revolución, y que vé en las doce sillas heredadas de su suegra la posibilidad de recuperar unas joyas de gran valor cuando ésta, moribunda le confiesa el escondite. Aunque le suponga recorrer gran parte del país y sin más compañía que un delgaducho holgazán y ladronzuelo de poca monta llamado Ostap (Frank Langella) quien le confiará su secreto, Vorobyaninov removerá Cielo y Tierra para dar con su suerte. Pero al sacerdote Fyodor (Dom DeLuise) también le arrebata la codicia y corre tras la fortuna.

No es uno de los films más populares del director de “El Jovencito Frankenstein”, que por cierto interviene brevemente en el papel de antiguo criado del sufrido protagonista, pero merece su visionado oportuno al tratarse de un sátira histórica de un período turbulento en donde el hambre y el pillaje asolaban una nación de grandes extensiones como es Rusia. “El Misterio de las Doce Sillas” es en la comedia lo que “Doctor Zhivago” (aunque no se pueden hacer comparaciones debido a la épica contribución de David Lean al Gran Clásico Literario de Borís Pasternak) lo fue al drama.
Natxo Borràs
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2 de agosto de 2009
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una libre adaptación de la magnífica y divertida novela titulada “Las 12 sillas”, escrita por Eugeni Petróvich Katáevy e Ilia Arnóldovich Fainzilberg (editada en España por Acantilado), que junto a "Vida e insólitas aventuras del soldado Iván Chonkin" (Alianza) de Vladímir Voinóvich son (a mi juicio) dos de las mejores novelas satíricas rusas del siglo pasado, (aprovecho para recomendar otra joyita en la misma línea escrita por el checo Jaroslav Hasek, “Las aventuras del valiente soldado Svejk”, un divertidísimo tocho de 720 páginas en la magnífica edición de “Galaxia Gutenberg”, que está considerada como una especie de “El Quijote” de detrás del telón de acero), novela que ya tuvo una adaptación cinematográfica por parte de Tomas Gutiérrez Alea en la que la historia se situaba en la Cuba de 1962 y el titulo de la película era “Las 12 sillas 1962” (de hecho el párrafo anterior es un copia y pega de mi reseña sobre esa joyita cubana).
Pese a estar ambientada en la época y lugares descritos en la novela (rodada en una Yugoslavia que da bien el pego como la Rusia autentica), se trata de una libre adaptación al universo Mel Brooks (especialmente en el personaje de Ostap Bender que interpreta Frank Langella, que desde su presentación en plan Duran, el ciego de “Los ladrones van a la oficina” ya nos dice por donde van a ir los tiros) en la que si bien se puede calificar como una película más o menos divertida (especialmente en las escenas protagonizadas por Dom de Luise en el papel del ladino cura al que la madre de Ippolit Vorobyaninov le dijo en secreto de confesión donde estaban las joyas de las familia) ni mucho menos esta a la altura de otras obras de Mel Brooks y te puede llegar a hacer pasar un ratillo entretenido, eso sí, a años luz de la adaptación anterior de Tomas Gutiérrez Alea.
Parece ser que existe al menos tres versiones mas, una con Sharon Tate y Orson Welles, otra alemana y otra argentina de las que no tango el gusto ni ganas de verlas (por mi parte con la cubana y esta queda cerrado el tema de las sillas).
tiznao
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