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Voto de Xoker:
4
5,2
20.330
Aventuras. Romance
Amor, honor, traición y pasión en el Reino de Camelot. Cuando Lady Ginebra contrae matrimonio con el rey Arturo, lo hace movida por dos razones: el respeto y la admiración que siente por él y la necesidad de que proteja su reino, Leonesse. Pero, cuando el destino lleva a Camelot al apuesto caballero Lanzarote, surge de inmediato el amor entre ellos, lo que sitúa a Ginebra ante un difícil dilema. (FILMAFFINITY)
19 de febrero de 2017
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy al grano. El film tiene errores, pero hay uno en especial que desmonta absolutamente toda la película y la despoja de toda credibilidad. Al lío.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Julia Ormond va al encuentro del rey Arturo (Sean Connery) a aceptar la proposición de matrimonio que éste le ofrece a cambio de la seguridad de su reino. Me he comido un par de comas pero esto es escrupulosamente lo que se dicen en la escena:
..........................
- Qué alegría que estéis considerando mi ofrecimiento, milady. Quisiera haceros saber que sea cual sea vuestra decisión, vuestro reino seguirá gozando del amparo y protección del mío. De modo que no tenéis por qué aceptar la oferta de matrimonio si ya estáis enamorada de otro hombre. Ya que lo único que pido es amor y fidelidad.
+ Por supuesto alteza, soy toda vuestra. Ni se me pasaría por la cabeza traicionaros.
- Hablo enserio. Unas nupcias me darían la estabilidad y tranquilidad que necesito, pero debo saber que vuestro amor es real y duradero. No estéis obligada a aceptar. Repito. No tenéis por qué sentiros obligada a aceptar. Ambos reinos seguirán siendo aliados y amigos.
+ ¡Oh mi rey! Os prometo que no existe hombre en esta tierra por el que sienta una pasión semejante a la vuestra.
- ¿Estáis completamente segura?
+ Que me parta un rayo si no lo estoy.
- Está bien, esta es la situación. Tal vez no lo sepas pero soy Arturo: rey de Camelot. Un pedazo de reino que deja en mantillas al pueblucho de vacas del que procedes. Tengo una reputación que mantener, estoy sometido a la presión de mis súbditos, estoy mayor, quiero descansar, tener churumbeles, que seamos felices y comamos perdices […] y no me gustaría que mi futura reina deambulara por el castillo buscando sofocar sus fuegos internos fuera de los aposentos del rey. 'Y que no me digan en la esquina: el venao, el venao...'¿Captas la idea?
+ Eso nunca pasará. Os amo.
...............................
Poco después, el rey, ese hombre preocupado por la estabilidad de su matrimonio, en un acto irresponsable, incomprensible y forzado, coloca en la Tabla Redonda ni más ni menos que al mismísimo Richard Gere.
Hay que joderse. Es que son ganas de dispararse en el pie. ¿Se puede ser más inocente? ¿Pero qué hombre dormiría tranquilo sabiendo que Richard Gere anda suelto cerca de su esposa? Ese enlace real tiene los días contados.
No es un error de bulto, es que ya la película no se sostiene.
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- Qué alegría que estéis considerando mi ofrecimiento, milady. Quisiera haceros saber que sea cual sea vuestra decisión, vuestro reino seguirá gozando del amparo y protección del mío. De modo que no tenéis por qué aceptar la oferta de matrimonio si ya estáis enamorada de otro hombre. Ya que lo único que pido es amor y fidelidad.
+ Por supuesto alteza, soy toda vuestra. Ni se me pasaría por la cabeza traicionaros.
- Hablo enserio. Unas nupcias me darían la estabilidad y tranquilidad que necesito, pero debo saber que vuestro amor es real y duradero. No estéis obligada a aceptar. Repito. No tenéis por qué sentiros obligada a aceptar. Ambos reinos seguirán siendo aliados y amigos.
+ ¡Oh mi rey! Os prometo que no existe hombre en esta tierra por el que sienta una pasión semejante a la vuestra.
- ¿Estáis completamente segura?
+ Que me parta un rayo si no lo estoy.
- Está bien, esta es la situación. Tal vez no lo sepas pero soy Arturo: rey de Camelot. Un pedazo de reino que deja en mantillas al pueblucho de vacas del que procedes. Tengo una reputación que mantener, estoy sometido a la presión de mis súbditos, estoy mayor, quiero descansar, tener churumbeles, que seamos felices y comamos perdices […] y no me gustaría que mi futura reina deambulara por el castillo buscando sofocar sus fuegos internos fuera de los aposentos del rey. 'Y que no me digan en la esquina: el venao, el venao...'¿Captas la idea?
+ Eso nunca pasará. Os amo.
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Poco después, el rey, ese hombre preocupado por la estabilidad de su matrimonio, en un acto irresponsable, incomprensible y forzado, coloca en la Tabla Redonda ni más ni menos que al mismísimo Richard Gere.
Hay que joderse. Es que son ganas de dispararse en el pie. ¿Se puede ser más inocente? ¿Pero qué hombre dormiría tranquilo sabiendo que Richard Gere anda suelto cerca de su esposa? Ese enlace real tiene los días contados.
No es un error de bulto, es que ya la película no se sostiene.