Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Comedia Stanley (Jerry Lewis) es un botones un tanto simple del lujoso Hotel Fontainbleau de Miami Beach, Florida. Los huéspedes van y vienen, pero Stanley está al pie del cañón día tras día, enfrentándose (y creando) todo tipo de catástrofes que incluyen confrontaciones con clientes difíciles de complacer, llaves de habitaciones cambiadas y llamadas de teléfono equivocadas... (FILMAFFINITY)
21 de mayo de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El último notable comediante que venía surgiendo en los EEUU de los años 50, ya tenía una sólida experiencia: Diez años (tres en clubes nocturnos y tv, y siete en el cine) haciendo de pendejo y torpe al lado de un Dean Martin, cantante y seductor, el self-man americano. Y otros 12 años, como protagonista en solitario, en una repetición del popular tontuelo, pero intentando también probarse como él mismo y aprendiendo lo posible para acceder al siguiente escalón, la dirección.

Y el sabio, y siempre acudiente destino, movería las fichas a mediados de 1960 cuando, la productora Paramount, cae en la cuenta de que no hay película de Jerry Lewis para estrenar en el próximo verano. Enterado de esto, el mismo Lewis se reúne con su amigo, el guionista Bill Richmond, y en un bolión, juntos escriben las aventuras de un botones entre los salones y cuartos de un gran hotel.

La Paramount concede entonces a Lewis su ferviente deseo de dirigirse a sí mismo… y así comienza el debut, como actor y director, de un clown ensalzado por algunos y menospreciado por muchos… pero bueno ¿no es algo como eso lo que, en definitiva, nos pasa a todos?

Con “EL BOTONES”, Lewis rinde, a su manera, un decidido y entusiasta homenaje a sus admirados maestros de la Edad de Oro de la comedia. Rueda la película en blanco y negro; su personaje es el de un "mudo" que hasta el final sólo silba, imita y se expresa con muecas; y por la escena se deja ver, de tanto en tanto, un caballero que se parece sorprendentemente a alguien a quien Lewis aprecia tanto que hasta ha decidido llevar su mismo nombre: Stan(ley) Laurel.

La “historia”, colmada de sucesivos gags, sobrios y muy ligeros, verosímiles y untados de rico absurdo, resultan en ocasiones muy regulares, pero otras bastante buenos. Lewis “peca” por tomar ideas de los viejos realizadores de comedias como Keaton (la señora que le golpea por meterse con el marido que le pega a ella), Capra (la gente que por montones sale de un auto normal), Los Hermanos Marx (el gentío que cabe donde no cabe)… y hasta se repite a sí mismo con la rutina de imitar a una orquesta imaginaria. Incomoda también, un cierto ego del que todavía no consigue liberarse, pero, en general, el fime divierte y se pasa el rato con unas buenas risas.
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow