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Voto de fresenius:
7
Thriller. Acción La única conexión del ex-agente especial Cha Tae-sik con el mundo es una niña que vive cerca de su casa. La madre de la pequeña trabaja para una organización mafiosa que se dedica al tráfico de drogas y le confía a él la mercancía. Cuando los traficantes se dan cuenta, secuestran a la madre y a la niña. Además, confunden a Tae-sik con un camello. (FILMAFFINITY)
28 de marzo de 2016
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La historia que se cuenta en “Ajeossi” (El hombre sin pasado) ha sido contada un montón de veces en numerosas películas. A grandes rasgos: tenemos a nuestro héroe, que no es lo que parece, apartado del mundanal ruido, llevando una vida más o menos anónima y triste debido a un penoso hecho de su propio pasado. Pero hete aquí que aparece el desvalido, en este caso una niña, dentro de su universo cerrado, y aparece un “tocacojonessinescrúpulos” que va a provocar que finalmente aflore la vengadora bestia dormida.


Por poner un inicio: desde Alan Ladd en "Raíces profundas" hasta cualquier subproducto de Steven Seagal (con perdón de poner estos dos nombres en una misma frase), hemos visto más o menos esta historia en películas de Clint Eastwood, Charles Bronson o Silvester Stallone (sigo pidiendo perdón por la mezcla). Es una historia que tiene sus propios códigos y sus etapas bien definidas, y Ajeossi cumple con todos ellos.


Claro está, entre todas estas películas tenemos desde la obra maestra que es “Raíces profundas” hasta infumables subproductos que no mencionaré aquí. En el caso de “Ajeossi” el resultado es bastante notable. Hace ya bastantes años que el thriller y el cine de acción coreano está muy por delante del americano y este caso, aunque sea con una historia mil veces vista, es un claro ejemplo. Porque lo importante aquí no es la historia, sino la forma de rodar y de contarla.


Lee Jeong-beom, que ya dio muestras de su buen hacer con “Cruel Winter Blues” (2006), inicia la historia con una estética que parece tomada de un manga al uso, desde el look del protagonista a la forma pausada con que nos adentra en la presentación de unos personajes que en muchos casos son arquetípicos (incluyendo el “histrionismo asiático”). Pero, una vez planteada la situación, viene la hora de las tortas. Entonces la película coge buen ritmo y ya no para hasta su excelente final.


La película sobresale por tres motivos: lo bien rodada que está la acción, la cámara se mueve lo justo, encuadra de maravilla y las luchas (artes marciales y a cuchillo) son muy creíbles; Lee Jeong-beom juega con la elipsis en la narración, lo hace varias veces y lo hace tan bien que se permite utilizar el recurso para una parte de la resolución de la historia. En definitiva, no toma al espectador por un tonto al que debe explicar todo. Y, finalmente, el tercer motivo: pese a lo arquetípico de todo, Lee Jeong-beom trata con mucha crudeza, sin concesión alguna, la parte real de la historia, el tráfico de órganos y la falta de humanidad de las “personas” que forman parte del negocio. No hace falta ser truculento, Lee Jeong-beom no lo es, para mostrar la atrocidad. Quizás algo tramposillo al utilizar concretamente a Kim Sae-ron, una niña que aquí tenía 10 años. Es imposible que no te tenga inquieto por cualquier cosa que le pueda pasar.
fresenius
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