175/09(16/06/10) Extraño y extravagante film de culto, me despierta sentimientos encontrados, lo encuentro inconexo, deslavazado y a la vez fascinante. El realizador franco-canadiense Jean-Claude Clauzon nos ofrece una rareza inclasificable, una cinta destinada a ser controvertida, una mezcla entre la sordidez escabrosa y el lirismo más exacerbado, es un producto pretendidamente pretencioso, miscelánea de universos como el de David Lynch, los Coen y cercano al espíritu de la cinta ‘La ciudad de los niños perdidos’, incluso me recuerda a ‘Días de radio’ de Woody Allen. Es la historia de un niño, Leolo (extraordinario Maxime Collin) de imaginación desbordante, un rebelde incomprendido, vive con su familia en un barrio de la periferia de Montreal, en su imaginario mundo cree que nació de un tomate fecundado por un italiano, su vida discurre en un entorno opresivo, en el que la mayor alegría de sus padres es que defeque la mayor cantidad posible, símbolo de plenitud de salud, mientras el está enamorado de su joven vecina a la que espía mientras su abuelo juega con ella sexualmente mientras le ducha, es un relato sobre el despertar de la inocencia, sobre el onanismo, es el tierno bullir de ideas que de niños todos hemos tenido. La puesta en escena es uno de sus puntos fuertes, donde la magnífica fotografía de Guy Dufaux y la deliciosa música de Richard Gregoire nos transportan a un mundo mágico donde el feísmo más sórdido es el singular escenario, como si una metáfora de que de entre un asqueroso estiércol es de de donde brotan las más lindas flores, donde el humor negro siempre está presente para que su duro relato se haga más digerible. Es esta una obra no apta a todos los paladares, podrá ser tan amada como detestada, y es que discurre por una fina línea donde la maestría y lo grotesco se dan la mano. Recomendable a los que gusten de rarezas de las que no te dejaran indiferente. Fuerza y honor!!!