En su segundo largometraje, el director Barry Jenkins narra la vida de un chico, pasando por su adolescencia hasta volverse adulto, pobre, negro y homosexual, un combo que se prestaba para ser toda una colección de golpes bajos pero que consigue ser una madura y poética película.

Narrada en tres capítulos o episodios, una para cada etapa en la vida de Chiron, primero se lo muestra como un chico callado y algo retraído que sufre de bullying por parte de sus compañeros de escuela, y que padece las adicciones de su madre, encuentra en Juan (Mahershala Ali) y su novia Teresa (Janelle Monáe) una compañía que le hace sentir bien, a pesar de que Juan es quien controla la venta de drogas en el barrio.

Después ya siendo un adolescente, Chiron va a la escuela donde sigue padeciendo los abusos de sus compañeros, teniendo la amistad de Kevin, su amigo de la infancia quien debe aparentar no serlo, con quien Chiron experimentará por primera vez en el plano sexual, y luego de un violento episodio, pasamos a la etapa adulta de Chiron, donde su vida ha dado un giro radical.

Narrada con el típico estilo del cine independiente norteamericano, ‘Moonlight’ consigue ser un relato sensible que deja de lado los trazos gruesos, y aunque tiene algunos momentos que rozan el golpe bajeo, como algunas escenas de bullying, siempre decide irse por el costado y mostrar el lado más humano de sus personajes.

Lo que más sobresale en ‘Moonlight’ son las actuaciones del elenco, todos actores afroamericanos, que cumplen de manera natural a darle unidad al relato, sobresaliendo el recientemente nominado al Oscar Mahershala Ali, y los tres actores que interpretan a Chiron, Alex Hibbert, Ashton Sanders y Trevante Rhodes.

Una película que mira desde otra óptica la masculinidad de un hombre afroamericano, sin estridencias y sin recurrir al tema del racismo para lograr conmover, con una narración contenida, emotiva e íntima.


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