Luc Besson es un director de largo recorrido y, sobre todo, muy identificable, lo que es un halago siempre que no se vaya de madre. No le gusta ceñirse a la narrativa lineal, como muchos otros, sino que juega con ella y en muchas ocasiones la rompe; lo cual, a veces y con mucha mesura, es de agradecer.

En la presente película se nos cuenta la hipótesis de que tan solo utilizamos el diez por ciento de nuestro cerebro, y se plantea el caso de alguien que sin querer pueda llegar a desarrollar el cien por cien de su supuesto potencial. El planteamiento es alocado e imposible, pero digamos que el acierto del director detrás de la cámara y del guion y la siempre agradable de ver y contemplar, ScarlettJohansson, nos hace el film muy llevadero y entretenido de ver, aunque de bajos vuelos; sin olvidarnos por ello al siempre contenido Morgan Freeman.

A todo ello ayudan los ajustadísimos noventa minutos de metraje. Ojalá cunda el ejemplo y muchos hicieran lo mismo.