Cuando supe que se iba a rodar la cuarta entrega de la saga de Indiana Jones, me llevé las manos a la cabeza. Ni por un momento dudé de que sería muchísimo peor que las predecesoras y que sería una película más de acción que pasaría sin pena, ni gloria por las pantallas.

La explicación es que el cine en si, (¡Y no sólo el cine!), salvo honradísimas y contadísimas expeciones, ha dado un bajón impresionante en los úlitmos años. Quizás desde el 1996. A partir de ese año, el descenso de la calidad ha sido bestial, alarmente, preocupante y creo que irreversible. En cambio, desde finales de los 70 a finales de los 90 el cine en general (¡y no sólo el cine!) entró en una fase de enorme calidad que podríamos catalogar como de cine clásico moderno, cine clásico de los 30, 40 y 50, pero moderno.

Por eso sencillamente esta película de Indiana de Jones es un rollo, porque el cine actual es un rollo. Y las otras eran excelentes, porque aquel cine era muchísimo mejor.

Sobre la película, qué decir comparadas con las anteriores: efectos especiales por ordenador poco convincentes, guión confuso y enreversado, diáologos inexistentes y superficiales, fotografía mediocre, realización muy justa, escenas de acción poco interesantes, secuencias lamentables, personajes planos, historias insustancial, emoción inexistente, final totalmente anticlimax, no hay humor, etc.

En fin, una superficialidad permanente, muy al tono del cine actual.