Antes de convertirse en una superestrella Russell Crowe protagonizó junto a Al Pacino esta joya dirigida por Michael Mann, que narra el duro pulso judicial de un científico contra la poderosa industria tabacalera americana. Crowe encarna a un científico, que después de descubrir que la empresa para la que trabaja utiliza un peligroso componente para hacer más adictiva la nicotina, es despedido por oponerse a su comercialización. Los ejecutivos de la compañía ante el temor a que se descubra todo el entuerto comienzan a presionarle para que no hable. Primero hostigándole y después, cuando Crowe acepta declarar ante el gran jurado, desacreditándole ante la opinión pública. Pero Crowe ayudado por un prestigioso periodista sigue adelante pagando un alto precio personal, su mujer le abandona llevándose a sus dos hijas.

El guión está basado en un historia real y viene a señalar con el dedo lo que era un secreto a voces, que las compañías de tabaco utilizan materiales cancerígenos para la elaboración de cigarrillos. El protagonista sufre un auténtico calvario personal al sacar a la luz el asunto. Un asunto tan grave que el periodista que lo investiga ve como su cadena televisiva se cuestiona la emisión del programa denuncia porque perjudicaría los propios intereses de la cadena. Su determinación por contar la verdad le hará enemistarse con sus colegas.

En definitiva, otro acierto de Michael Mann con una historia de denuncia magistralmente interpretada y bien escrita que aunque peca de ser algo larga lo cierto es que trata un tema muy interesante. El cuestionamiento de la ética periodística.