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España España · L'Olleria ( Valencia )
Voto de Grijander:
7
Drama A finales del siglo XIX, el doctor Frederick Treves descubre en un circo a un hombre llamado John Merrick. Se trata de un ciudadano británico con la cabeza monstruosamente deformada, que vive en una situación de constante humillación y sufrimiento al ser exhibido diariamente como una atracción de feria. (FILMAFFINITY)
12 de diciembre de 2010
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fantástica película la que se saca de la manga el genial David Lynch. Cuenta una historia real modificándola solo ligeramente y consigue una moraleja duradera. Profundiza en la superficialidad del ser humano y en sus consecuencias y nos damos cuenta, una vez más, de que en ese aspecto nadie está libre de pecado.

La película es dos cosas: un personaje y un retrato social. En la parte referente al personaje, Lynch consigue mostrarnos el alma desnuda de Merrick. La expresión facial del personaje es practicamente nula, pero lo que para otros sería un obstáculo insalvable, para Lynch es una oportunidad de profudizar en el interior de un tipo amable, inteligente y simpático. El director nos presenta la historia de tal modo que acabamos viendo el interior de una persona, convirtiéndose Merrick en un personaje casi literario. Tremendo el trabajo de David Lynch en ese aspecto.
En lo que a la parte social se refiere, se nos muestra la oscuridad húmeda que inundaba aquella Inglaterra del siglo diecinueve. Esa gente de tabernas, con ese estilo de vida tan similar al de los piratas, con la palabra amistad olvidada en el diccionario y con el dinero siempre en la cabeza y un vaso siempre en la mano. Aquella depravación callejera que surgía cuando el sol se ponía y los oscuros callejones se convertían en hervideros de sexo (no hemos cambiado tanto, ¿no?) Cuando ésto se combina con el fenómeno que supuso Merrick, nacen unos mimbres que el director aprovecha para calcar con dureza la frivolidad humana.

Anthony Hopkins demuestra sin salir de la película que igual te sirve para un roto que para un descosido. Alegría, tristeza, emoción, desencanto... Plasma tantas emociones que es difícil no entender algo de lo que está pensando. Sus lágrimas son las lágrimas de todos nosotros. Destacable también Freddie Jones en un personaje que, en cierto modo, es la máxima expresión de una parte de los demás.

Lo menos bueno (porque no llega a malo) de la película es que tiene tramos un poco lentos y por momentos te parece estar en una especie de bucle en el que pasa lo mismo una y otra vez.

Preciosa historia bien contada que se mete un poco dentro de todos nosotros y que, aunque no revela nada, sí nos hace pensar en temas relevantes que, por cotidianos, acabamos pensando que no son importantes.

Un puntazo el hecho de rodarla en blanco y negro para remarcar esa atmósfera lúgubre lóbrega en la que se desarrolla la historia y, con ello, meternos más en la época en la que sucedieron los hechos.
Grijander
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