Sorprendente e insultante disputa de familia burguesa, una película con carácter y talento al mismo tiempo, con un extraño enfoque de la celebración al trauma en un grandioso escenario para que el misterio de lo espeluznante sea mayor, muchos nervios y alguna, muy poca, pincelada social o religiosa, un ambiente enrarecido desde los primeros planos y discursos, cada toque de cucharita en la copa se torna terrorífico, un escándalo que pudre al más poderoso en una incertidumbre que sabe cocerse, comúnmente es una patata caliente que se convierte en la fatalidad irreversible cuando se confrontan pasado, presente y futuro.

Los responsables de la película parecen perder el control, la continua provocación apenas cambia de nivel, siempre se trata de generar un desconcierto hasta que explota en situaciones insostenibles para la vergüenza común, es muy, pero que muy, retorcida y, en general, despiadada, pero el fracaso que trata de dibujar no salpica a todos, historias secundarias quedan como relleno descaradamente para enfocar el producto hacia ese estrés que se siente cuando ya no hay escape, pero sin dudas que sabe representar a las mentes desquiciadas bajo una perversa creatividad y conducirlas muy profesionalmente, cine que se etiqueta sin ser muy experto en esa expresión danesa de gran calidad culminando en un desayuno luminoso donde se pueden extraer conclusiones, muchas de ellas poco evidentes, pero de lo que se trataba era de extraer sensaciones, como todo este tipo de productos que juegan con el realismo al límite de la naturaleza humana.