Cuando una película trata de ser agradable mediante su capacidad imaginativa y ésta es limitada, se convierte en una prisión de familia y escuela, más que un formato original es de técnica televisiva, la pareja se expresa y se sumerge, pero no deja rastro, estos raritos no maravillan ni evaden, a pesar de que justo lo que pueda buscar el espectador sea eso, la cuerda encantada busca el contacto con la naturaleza, que la realidad sea un mundo mágico donde todo sea posible, lo que pasa es que nada convence.

Presenta invitados que establecen conexiones, pero de resto, la vida y el reino no se se fusionan, no es posible abrir la mente cuando lo que hay que hacer es cerrar los ojos ante un trabajo mediocre, sin emoción ni aventura, sin lecciones infantiles y con el letal recurso del hachazo dramático, la vida es verdaderamente inoportuna, pero ese trauma debe ser tratado con mucho más tacto, consigue construir ese puente porque la sensiblería siempre acaba llegando, pero este terrible sin sentido sobre la culpabilidad tiene otros caminos, y otros objetivos, y es que el puente es de oro macizo, el deseo no es el bosque, lo que Disney enseña es el oro, la corona, el castillo y sus banderas de poder, la servidumbre... fuck!