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España España · Valencia
Voto de A POSITIVAR:
1
Aventuras. Acción Durante la II Cruzada (1147-1149), el Capitán Trueno encuentra en las mazmorras de una fortaleza de Palestina a un cristiano moribundo llamado Juan de Ribera, que le encomienda la misión de llevarse a España un cáliz sagrado que según él es el Santo Grial, que fue robado a una orden religiosa milenaria. Trueno, sus inseparables amigos Crispín y Goliat y una princesa vikinga llamada Sigrid de Thule tendrán que hacer frente a un malvado ... [+]
26 de febrero de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde los últimos años del siglo XX, unos cuantos directores y productores han intentado llevar a buen puerto un proyecto que parecía que estaba maldito. Problemas con el presupuesto, desavenencias con el estilo del guión y desacuerdos entre directores y productores impedían que una película, más esperable que la versión cinematográfica de Superlópez o 13, Rue del Percebe, pudiera ver la luz. Y el 7 de octubre de 2011, "El Capitán Trueno y el Santo Grial" se estrenó en una gran cantidad de salas de todo el territorio nacional de la mano de su director, Antonio Hernández, y de su productor y guionista, Pau Vergara. Yo tuve la mala fortuna de no poder verla hasta algo más de un año más tarde. La espera valió la pena.

Los primeros minutos de la película nos dejan ver que el acabado, con cierto parecido estético a la Trilogía de "El señor de los Anillos" e incluso con toques de "Juego de Tronos", nos va a llevar a visitar lugares nunca vistos en los anales de la cinematografía vernácula. Una impecable factura que se acopla perfectamente a una narración fluida, a unos actores más que creíbles y a una música acompasada, alusiva, rítmica, nada estridente y perfectamente encajada. Una historia tan cautivadora como "La Princesa Prometida", aunque mucho más dinámica y con más recursos artísticos, y con unas escenas de lucha que recuerdan a películas míticas como "Robín de los bosques", de Michael Curtiz, "Los duelistas", primera película de Ridley Scott, o "Scaramouche", esa joya interpretada por Stewart Granger.

La extraordinaria sinopsis es la siguiente: Durante la II Cruzada, el Capitán Trueno y un ejército de cientos de miles de cristianos —brutal escena la de la explanada donde están aguardando las hordas del ejército que dirige el capitán— tienen que invadir una fortaleza musulmana para rescatar a sus compañeros cruzados que tienen en las mazmorras. En una de las celdas, Trueno encuentra a un anciano que tiene debajo de unas piedras nada más y nada menos que el Santo Grial, y que ha debido de pasar escondido en el recto y tenerlo oculto durante décadas en el pequeño calabozo. Pues bien, el anciano le encarga al Capitán que cuide de la reliquia y que se la entregue a los caballeros custodios. Asimismo, Trueno, sus inseparables amigos Goliath y Crispín, y un pequeño reducto de soldados expertos en el manejo de todo tipo de armas serán los encargados de llevar a España a una princesa Vikinga; y de paso proteger el Cáliz. Al llegar a tierras españolas se encontrarán también con la involuntaria tarea de hacer frente a un malvado señor feudal que tiene estremecida a una pequeña comunidad de campesinos, un claro homenaje a "Los siete samuráis", de Akira Kurosawa.

Una trama dividida en tres subtramas que están trenzadas perfectamente hilando la historia. Por un lado tienen que proteger a la princesa, por otro lado deben llevar el Santo Grial a los caballeros custodios y por otro proteger a la población de un villano y sus “diablos” negros. De estas historias también brotan increíbles historias de amor que ayudan a relajar las intensas, y algo gore, escenas de lucha, entre las que destaca el affaire de Crispín con una campesina del Bajo Aragón: un romance justificado, sin excesos, colmado de tensión sexual y que ayuda a comprender la inclinación sexual del personaje, ya que su nombre y su pelo oxigenado podría llevar a malos entendidos. Además de todo esto, durante las casi dos horas de dinámico metraje, hay varios giros argumentales e insertos narrativos que sufragan el devenir del relato. La película utiliza el anacronismo como recurso y no como fallo del guión, como muchos insinúan: que aparezca un globo aerostático, inventado bastantes siglos más tarde, o que tenga un espacio Ricardo Corazón de León, que no había nacido todavía en las Segundas Cruzadas, no hace más remarcar el carácter intemporal del héroe; pues son dos elementos que sí aparecen en el cómic y nadie dice nada. Que la porra de Goliath se aprecie claramente como de cartón piedra chusquero-carnavalera es también un agasajo a favor del tebeo. Que la princesa Vikinga tenga acento ucraniano es un genial recurso actoral que fortalece la interpretación. Que el personaje de Goliath esté interpretado por el lanzador de peso Manuel Martínez limita un poco su actuación pero ahorra en atrezzo, pues podía lanzar toneles y piedras gigantes reales. Cuando se bombardea a los malos desde el globo dejando caer bolas de fuego y los buenos se protegen con mantas mágicas, o el rayo que lanza el mismo demonio durante la ceremonia final, son clarísimos homenajes al cine Troma y a la serie B. Incluso que, en gran parte del film, no sepamos en cual de todas las tramas nos encontramos no hace más que enfatizar el trabajo de los actores, amén del carácter universal del héroe y su dedicación a liberar a los oprimidos; pues no importa dónde ocurra o por qué, no importa si el malo sobreactúa o sus secuaces sean inmortales diablos negros con caretas de papel de plata, no importa que un monstruo con forma de lombriz gigante (clara referencia a la película Temblores) salga de un pozo porque necesita el Santo Grial (que para algo lo querrá). Nada de todo eso importa porque el Capitán Trueno estará allí, sin importarle el entorno o la identidad de las atemorizadas víctimas, para salvaguardar la justicia.

En conclusión, El Capitán Trueno es cine necesario. Una película directa al corazón, que da que pensar, incluso semanas después de haberla contemplado; con arriesgados y poco comprendidos toques experimentales e interpretada desde el estómago y el método. Una película con tantas referencias a grandes historias de la filmografía universal que la convierten en una gran clase de cine. Cine de obligado visionado, que busca masas pero que también contentará al cinéfilo de festival o al amante del cine independiente. Una película que, esperemos, tenga tantas o más secuelas que toda la saga de James Bond.


P.d.: ¡LOS COJONES!

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