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Voto de Vivoleyendo:
9
Drama El 6 de mayo de 1938, Hitler visita Roma. Es un día de fiesta para la Italia fascista, que se vuelca en el recibimiento. En una casa de vecinos sólo quedan la portera, un ama de casa, Antonietta y Gabriele, que teme a la policía por algún motivo desconocido. Al margen de la celebración política, Antonietta y Gabriele establecen una relación afectiva muy especial que les permite evadirse durante unas horas de la tristeza y monotonía de ... [+]
12 de abril de 2015
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué gran director es Ettore Scola. Italia siempre ha puesto el listón muy alto en el cine Europeo (y a veces, mundial), y, aparte de Tornatore, Benigni, Fellini, De Sica y Visconti, se ha colado ya Scola definitivamente en mi ránking de realizadores italianos preferidos.
El dúo Loren-Mastroianni desprende una química tan aplastante que verlos juntos en pantalla es sinónimo de deleite. En cuanto me percaté de que tenía “Una jornada particular” en mi larga lista de películas pendientes y que en ella intervienen ellos dos, no me lo pensé y la hice pasar por delante de otras.
Suscita emociones y reflexiones muy profundas para lo poco que dura. Es de las que me llenan corazón y espíritu. Quisiera pasarme horas comentándola, pero hay que restringirse al corto espacio de que se dispone y casi todo lo que quisiera expresar se quedará, como siempre, guardado en el vasto cajón de las cosas no dichas.
Scola tomó un acontecimiento crucial, un día muy marcado en el calendario romano: el 6 de mayo de 1938, día en que Roma entera se echó a la calle para presenciar el desfile militar en honor de Hitler, que estaba de visita. La película se inaugura con imágenes de archivo y la voz del locutor que retransmitió por la radio el acontecimiento.
En la casa de los Tiberi, ese día comienza tan temprano como de costumbre para Antonietta, un ama de casa entre las miles que se despiertan demasiado pronto, antes que los demás, con un perpetuo cansancio en los huesos, con la sensación de no haber dormido bastante. Nunca se duerme bastante cuando se tienen seis hijos y puede haber alguno más en camino, un apartamento donde a duras penas se termina de recoger, ordenar, limpiar, fregar, cocinar, reparar algo estropeado, coser y zurcir la ropa que hay que reaprovechar y estar en mil cosas a la vez. La familia numerosa tradicional, el macho latino que preña a su mujer año tras año y hace cosas de machos y la mujer latina hacendosa, esposa y madre devota, un mueble más que se mueve y habla, una fregona andante. Nadie, ni marido ni hijos, se detiene a considerarla más allá de su rol estrictamente impuesto y delimitado por la decentísima moral nacional. Nadie se para a interesarse por sus necesidades, no le preguntan si es feliz, si echa de menos otro tipo de vida que no puede tener, inconcebible para ella. Todos dan por hecho que la donna italiana de clase trabajadora ha de ser una matrona abnegada, sin identidad propia, supeditada a quienes la rodean, siempre dispuesta a atender, satisfacer, comprender y perdonar.
Antonietta está tan ocupada que no tiene tiempo para sí misma, muy raras veces dispone de un ratito pero es casi un pecado emplearlo en distraerse o simplemente darse un pequeño respiro. Ella es admiradora, como tantos, del Duce y respira la ideología fascista como si fuese el mismo aire. Tal y como hacen millones de italianos que se saludan con el brazo en alto. El desfile que tiene a Roma en vilo tal vez le habría hecho ilusión si no estuviese tan cansada y, sí, secretamente desilusionada. Prepara a toda su familia para asistir al evento, pero ella se quedará en casa con su viejo vestido, sus raídas zapatillas y su cabello a medio peinar, pues nadie hará las tareas en su lugar si se va al desfile, que promete prolongarse durante buena parte de la jornada.
No está segura de que tener la casa entera para sí la anime mucho, con todo lo que hay por hacer, pero al menos la tímida sensación de libertad, sin los niños de por medio, y la insólita tranquilidad del edificio hoy prácticamente vacío, le conceden una tregua casi agradable, dulce.
Un intervalo a solas, que toda ama de casa, por diligente que sea, agradece. Entonces interviene la casualidad, el destino o esa oportunidad que tan pocas veces se presenta en la vida. Y, no estando rodeada por una vez de toda la gente que la anula (exceptuando a la chismosa, cotilla y suspicaz portera, abanderada de la ultradecencia fascista), mirará por primera vez por la ventana y descubrirá otra ventana con otra vida, que aunque distinta podría ser un espejo de la suya...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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