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Voto de Gunnar Hansen:
3
Aventuras. Acción. Ciencia ficción Año 1957, en plena guerra fría. Indiana Jones (Harrison Ford) consigue de milagro salir ileso de una explosiva situación con unos agentes soviéticos en un remoto desierto al que llegó detenido junto a su amigo Mac (Ray Winstone). El decano de la Universidad (Jim Broadbent) le confiesa a su amigo el profesor Jones que las últimas misiones de Indy han fracasado, y que está a punto de ser despedido. Mientras tanto, Indiana conoce a Mutt ... [+]
7 de enero de 2009
25 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué, me pregunto, tuve que ver esta película? ¿Qué oscuro estímulo me impelió a hacerlo? ¿Por qué no me conformé con cualquier otro cutre-estreno de los que pululan nuestra lamentable cartelera? Son cuestiones estas que, a posteriori, ya de nada vale hacerse. Lo poco que no han aniquilado del niño que todos llevamos dentro me pidió dejarle salir, recrearse en los momentos felices de la infancia a los que tan asociada está la saga Indiana Jones. El sombrero, la arqueología acrobática, el látigo, la chupa de cuero... Me preparé para disfrutar sin prejuicios con el que fuera gran héroe de mi periodo impúber, aquel que nos arrastraba a través de templos perdidos en ubérrimas selvas, nos conducía por abrasadas ciudades de olvidados desiertos o nos introducía reptantes en tumbas malditas ocultas en caliginosas regiones del planeta.
La nueva e innecesaria entrega de la saga queda muy lejos de las predecesoras. Harrison Ford cumple pese a su físico decadente y ajado propio del sexagenario que es. De hecho, formalmente, poco se le puede achacar a esta película que no se pudiera a cualquiera de sus predecesoras. Donde el film hace aguas, donde se desvanece cualquier aspiración de credibilidad, cualquier coherencia, es en un desquiciado guión repleto de fallos y errores que, creo yo, una superproducción de este tipo no puede permitirse. La simple lectura de unos libros de antropología les hubiera enseñado que el quechua es un idioma andino, no mexicano y por ello nadie lo puede aprender en el ejército de Pancho Villa (¡¡¡???). Que la Piedra del Sol azteca no está en Perú, ya que, por mucho que pueda sorprender a un estadounidense, los aztecas son un pueblo sito en México y no en Sudamérica. Que Chichen Itza es una ruina del postclásico maya ubicada en Yucatán y no en la Amazonia... Aún admitiendo que la cultura sea demasiado para los ejecutores del film o para quién éstos presuponen que va dirigido éste, el propio sentido común desaconseja creer que protegerse de una bomba atómica dentro de una nevera pueda salvarte de algo… Y así se podría seguir hasta el tedio. Ya no se presta atención a lo que se narra, sino a cómo se narra. Que todo sea más circense y exagerado, que las situaciones sean cuanto más ampulosas y delirantes mejor, parece ser la premisa de la que parte un sector del cine norteamericano moderno. Los guionistas han pasado a un segundo plano.
El metraje de la película se agotó. Comienzan los títulos de crédito finales. Algo más de mi infancia ha muerto. Un poquito más de aquel niño que una vez fui desapareció al concluir la película. Desde luego, la culpa es toda mía por haber depositado la más mínima esperanza en que tantos años después, una saga inspirada en la serie B más clásica y constituida por tres divertidas películas, pudiera, en estos tiempos postmodernos del consumo rápido, de la espectacularidad desbordante y el circo de los efectos especiales, despuntar hasta el nivel de sus predecesoras. Una pena mi ingenuidad.
Gunnar Hansen
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