"La historia interminable" es todo un referente a una época y a una generación de niños y jóvenes que han disfrutado de la gran influencia que tuvo la novela de Michael Ende y la película de Wolfgang Petersen, el director europeo más americanizado de todo el viejo continente. Mi crítica se basa íntegramente en la película, pues desconozco la obra de Ende.

Con perdón de Ralph Bakshi ("El señor de los anillos", 1978), se puede decir que "La historia interminable" es la pionera de todo el cine de fantasía épica que vino después. El público juvenil actual que haya visto títulos como la trilogía de "Las crónicas de Narnia" , “La brújula dorada” (2007) o “Stardust” (2007), el filme de Petersen les traerá sensaciones parecidas pero lo lógico es que se sientan algo defraudados debido a la calidad de los efectos especiales, totalmente artesanales pero pobres a ojos acostumbrados a lo digital. Todos esos filmes beben, en mayor o menor medida, de la imaginería de Michael Ende y de la gran adaptación que en plena década de los ochenta realizara Petersen.

La película cuenta una historia para niños con muchas connotaciones morales y psicológicas para adultos. La pretensión del filme no es otra que la de contar una historia de pura imaginación, narrada en un libro que lee el joven Bastian (Barret Oliver). En el libro, un guerrero de su misma edad, Atreyu (Noah Hathaway) debe hacer frente a un poder oscuro, la Nada, que se come todo el mundo de Fantasía. La odisea de Atreyu es seguida y vivida por Bastian y se hace partícipe de ella a un nivel insospechado.

El triunfo de la imaginación sobre la razón es el “leit motiv” de todo el espectáculo. La Nada no es más que la rutina, las obligaciones y las responsabilidades del día a día que, conforme crecemos, van minando nuestra capacidad de asombro y dejan poco espacio para la fantasía. Se “come” literalmente los sueños dando paso a una realidad que nos absorbe y, sin darnos cuenta, desaparecen aquellas sensaciones que, siendo más pequeños, nos atraían sin apenas resistirnos. Por eso, por culpa de la Nada, cualquier película, cómic u otro medio en el que de pequeños hemos disfrutado de aventuras en mundos imaginarios y personajes fantásticos, al volver a revisitarlo con más edad nos damos cuenta muchas veces de que no era para tanto. Según el filme de Petersen, nuestra propia Nada ha conseguido destruir el mundo de Fantasía que tan rico y próspero llegamos a crear siendo niños.

La cinta de Petersen puede pecar, precisamente, de dar una idea equivocada a los niños, haciéndoles creer que lo más importante es la imaginación, y que si dejan de alimentarla pueden convertirse en seres aburridos y estresados como el padre de Bastian. Esta visión sería quizás la más extrema, pues el cine es en sí mismo una abstracción de la realidad la mayor parte del tiempo, y precisamente es la ciencia-ficción o la fantasía los géneros que más enriquecen ese espíritu. Gracias a gente como Petersen, Peter Jackson o Steven Spielberg, aún podemos mantener a raya a la Nada sin tener que olvidarnos de la tangible y, a veces demasiado dura, realidad.

Esta película seguirá viviendo en los corazones de todos los que fuimos niños por entonces y tanto sus personajes, sus criaturas y su inolvidable banda sonora perdurará para siempre en nuestro Fantasía particular.

Muy recomendable para nostálgicos ochenteros.