Aparece el logo de Warner Bros. En blanco y negro, un telón y la voz en off de un niño. Un antiguo cómic. Los créditos azules volando por la pantalla, las trompetas de John Williams y la "S" escarlata. Comienza Supermán.

Esa sensación que me produjo la primera vez que la vi cuando la estrenaron en la televisión fue indescriptible. Tantas veces había visto a Supermán en cómics o en dibujos animados que no me creía que pudiera llegar a ver a mi superhéroe favorito en carne y hueso. Todo el día nervioso, deseando que llegara la noche para el gran acontecimiento. Y no sólo yo, mis padres y mis amigos también. Era el no va más, lo más grande que pudiéramos presenciar en nuestra vida.

Y allí estaba. Christopher Reeve, embutido en el traje, inseparable el uno del otro. Desde entonces, para mí Reeve era Supermán y viceversa; no podía imaginármelo con otra cara. Y la música de John Williams acompañaba tanto o más al personaje como su actor. ¿Quién no la conoce, haya visto o no haya visto la película? ¿Quién no la ha tarareado alguna vez mientras jugaba a desabrocharse la camisa, quitarse las gafas (las usaras o no) y alzaba el puño mientras se imaginaba la capa carmesí ondeando al viento? Supermán era ya inmortal por entonces, pero Richard Donner logró hacerlo inolvidable.

Quitándonos un poco la inevitable aura nostálgica, el filme es una de las mejores adaptaciones que se han hecho nunca de un cómic. Richard Donner, famoso pocos años después por su saga "Arma Letal" y la aventura de "Los Goonies", nos regaló unos bellísimos y memorables momentos en una cinta que, si bien entretiene durante más de dos horas, resulta a ratos algo vacía y carente de interés. Buena culpa de ello la tiene la interpretación de Gene Hackman, una de las peores de su brillante carrera, interpretando a un Lex Luthor algo simplón y falto de carácter, que da la sensación de ser un enemigo soso para este Supermán.

El resto de actores están correctos en sus papeles, destacando al siempre sobrio y magnético Marlon Brando como Jor-El, el padre de Supermán, que quiso cobrar una buena suma de dinero por salir unos pocos minutos al comienzo. Y sin dejar al malogrado Christopher Reeve que, a pesar de no haber sido una maravilla de actor, supo darle al personaje todo lo que necesitaba y murió siendo Supermán incluso en silla de ruedas.

Ahora, Christopher, podrás volar de verdad por encima de las nubes.