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Amor

Drama Georges y Anne, dos ancianos de ochenta años, son profesores de música clásica jubilados que viven en París. Su hija, que también se dedica a la música, vive en Londres con su marido. Cuando, un día, Anne sufre un infarto que le paraliza un costado, el amor que ha unido a la pareja durante tantos años se verá puesto a prueba. (FILMAFFINITY)
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Críticas 299
Críticas ordenadas por utilidad
14 de enero de 2013
49 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde la hiperrealidad más bestial que podamos imaginar el director hace de tu tarde una experiencia agónica en lo que lo único que deseas es que la película se acabe. Sin aportar nada más que sufrimiento innecesario al espectador, Haneke te va martirizando con una secuencia de escenas lentísimas en las que nunca llega a pasar nada. Tu vecina de butaca rememorará la muerte de su abuelita, abuelito, madre o padre, incluso es posible que su muerte no se haya producido todavía sino que esté en trámites, por lo que llorará a moco tendido y se emocionará hasta límites insospechados.
El guión podría escribirlo cualquiera que haya vivido una experiencia similar, falto de imaginación y sin aportar ni una sola sorpresa a lo largo de más de dos larguísimas horas. Llega un momento en el que deseas la muerte de todos los personajes de manera fulminante.
Sorprende esta avalancha de premios y que todas las críticas sean no sólo positivas, sino que se llegue a calificar de obra maestra. Es obvio que soportar este tipo de pestiños nos hace más humanos y por supuesto nos convierte en personas muchísimo más cultivadas e interesantes pero no espere aprender nada nuevo ni mucho menos pasar un buen rato. l
POLEMICO
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26 de diciembre de 2017
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conocido por su estilo desconcertante y oscuro y por una filmografía llena de obras que han causado polémica tratando algunos problemas de la sociedad moderna, Haneke nunca había rodado una película tan sentimental y humana como lo es esta historia de amor entre dos ancianos.

En 'Amor', un veterano matrimonio lucha frente a la pausada y a la vez interminable enfermedad terminal de uno de sus miembros. Gradualmente, contemplaremos como el cuerpo y la personalidad de la anciana se va deteriorando con el imperdonable paso del tiempo, ante el triste cambio afectivo que irá sufriendo el anciano.

El director austriaco, un maestro colocando la cámara en el sitio adecuado, utiliza planos largos y un extraordinario juego de planos y contraplanos, juego cuya mejor síntesis es ese momento donde la mujer, con la mirada perdida, se bloquea por vez primera. Un preludio del desastre que se aproxima, ante la aterrada mirada del marido.

El apartamento terminará vacío, como la huella que deja la muerte. Un doloroso y a la vez lírico epílogo a la historia de un hombre que se entrega a su esposa fervorosamente en sus últimos días de vida. Y, de entre todos estos espantosos momentos, Haneke logró extirpar amor.
José Manuel Barba Márquez
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2 de noviembre de 2012
26 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se merece llevar el título de esta crítica. Jamás he visto una persona actuar de manera tan perfecta y real en un rol tan dificil.

Amour es una película sin excesos, bella, simple, sincera. Una película en la que eres espectador, espectador de un drama familiar. Te deja sin aliento mientras eres testigo del deterioro inevitable de una persona. No busca, ni encuentra, la lágrima fácil. Es una película que lentamente y sin darse uno cuenta se introduce en lo más profundo del espectador. No hay emociones superficiales.

Ahí está lo duro de la película, no te permite desahogarte, mas bien acaba asfixiandote. Los escenarios, la música, los cuadros, no podrían ser más pacíficos y tranquilos. Son un placer para la vista y el oído. Esa calma contrasta con la historia de la que somos testigo y esconde grandes angustias.

Su realismo, humildad y sinceridad, genera tal dureza que te hace pensártelo dos veces antes de recomendarla. ¿Cómo valorar una película que te deja la sensación de que acabas de salir de un funeral?

Amour es sin lugar a duda una obra maestra.
Antonio74
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8 de mayo de 2013
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi abuelo falleció hace poco más de un año. Era un tipo simple, de barrio, que disfrutaba del pan con roquefort y un buen western los sábados por la tarde. Era un trabajador, un tipo que vivió de sus manos toda la vida y abría las puertas de su casa sin que nadie lo pidiese. Que podía confundirse en cuestiones geopolíticas pero creía en la justicia cotidiana, en los gestos desconsiderados y en dar sin ver lo que vuelve. También era un cabrón, por qué no decirlo, uno de esos entrañables puteadores de indignación cotidiana que encuentran la forma de desquitarse con los boxeadores que caen en el primer round, los arqueros de fútbol que salen a cazar mariposas en los corners, los dentífricos con gusto a cualquier cosa, los zagueros que pierden la marca y las nubes que cubren el cielo durante los días de verano.

Mi abuela falleció poco antes que él y había pasado sus últimos cuatro años postrada en un sillón sin poder valerse por sí misma ni para las cuestiones más básicas. Eso fue décadas después de haber pasado su infancia en una España demasiado católica, de haber criado a sus hijos y haber sobrealimentado a todos sus nietos. Pero esos cuatro años fueron cruciales. Mi abuelo se encargó de mi abuela y no pidió ni dejó que se le diera una mano. A veces lo hacíamos forzosamente, porque era demasiado o porque era necesario; pero él había tomado una decisión y no íbamos a cambiar su opinión. Digamos que no era una decisión sino lo contrario: una acción que se desarrollaba sin opciones posibles, la consumación de una vida dedicada al otro, el desenlace de una protección que ambos se habían otorgado. Eso era lo más emocionante de pasar los días junto a ellos: no lo era la enfermedad y no lo fue el fallecimiento de mi abuela, no lo era el sufrimiento de ambos sino la presencia de un pacto casi secreto, susurrado, profundo y sincero, de mutua compañía. Porque en cuatro años ese lazo (relegado a tantos poemas, a tantos sonetos, a tantas descripciones lúcidas, a tanta crítica despectiva y tanto romanticismo idealista) se volvió acción, pura y llana, movimiento hacia el otro, cuidado. Se volvió brazos levantando, manos acariciando y lavando, ojos atentos, esfuerzo sin solemnidad. Se volvió sangre, basura por el piso, gritos sin sentido y frustración constante. Se volvió un desastre cada vez peor. Se volvió estar para lo que fuera. Se volvió, de a poco, una apelación al futuro, una certeza en cada dedo que se apoyaba, en cada mancha que se limpiaba y en cada comida que se cocía porqué había que vivir con uno mismo, y había que vivir cuando esto acabara, y había que encontrar lo que permitiera seguir sin recriminarse nada, sin flagelarse, sin derrumbarse, sin quebrar ese pacto silencioso con la vida.

Mi abuelo me llamó esa mañana cuando mi abuela no pudo levantarse. “Se nos fue”, me dijo. Y la vi acostada, ya sin aire, ya sin nada en los ojos. Y vi a mi abuelo llorar por primera vez, y no parar de llorar y putear al aire. Y lo abracé. Y me di cuenta que había necesitado esos años de dedicación pura, que podía despedirse porque el pacto estaba todavía vivo, porque no tenía nada más que hacer y no se debían nada. Falleció poco después.

Pasé ese último tiempo con él y, quiero decirlo cálidamente, fueron sus años más esplendorosos.


(Escrito originalmente para: http://laplumaenelojo.wordpress.com)
therivertoday
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14 de enero de 2013
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sentir que los personajes o situaciones de una película forman parte de tu propia vida y entorno es una de las mejores experiencias que una obra audiovisual puede provocar. Pero Haneke no es amigo de la empatía y presumo que, además, debe importarle un bledo. No creo que haya rodado esta película ni para conectar con un nuevo público ni para llenar su salón de premios y/o prestigio profesional. No le hace falta. La barrera que establece entre su obra (en este caso, "Amour") y el espectador es a veces insalvable. Los silencios; las secuencias innecesarias o directamente alargadas hasta el hastío; las metáforas; la antipatía general del conjunto... Todo ello descoloca y "molesta". A pesar de su trama aparentemente sencilla, no es una película fácil de digerir. A lo mejor, es precisamente eso lo que la hace grande. A lo peor, no es más que una decepción encumbrada en obra maestra por críticos cinematográficos y plumillas de circuitos festivaleros... Sea lo que sea, es el señor Trintignant el que levanta y sostiene la función con tremendo pulso y buen hacer, a pesar de tener, quizá, el papel menos agradecido... El hecho de que la Academia de Hollywood no le haya nominado a él como actor y sí a Riva y al propio Haneke pasará a la historia como un nuevo "crimen" de los académicos (y ya son muchos en la lista...).
robbie_tallis
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