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Dallas Buyers Club

Drama Basada en la vida real de Ron Woodroof, un cowboy de rodeo texano, drogadicto y mujeriego, al que en 1986 le diagnosticaron SIDA y le pronosticaron un mes de vida. Empezó entonces a tomar AZT, el único medicamento disponible en aquella época para luchar contra tan terrible enfermedad. (FILMAFFINITY)
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Críticas 224
Críticas ordenadas por utilidad
3 de febrero de 2014
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La potencia de un guión no sería mucho sin la fuerza de buenas interpretaciones. Aquí tenemos las dos cosas: un gran guión y una gran puesta en escena, con dos soberbios actores a los que seguramente se les recordará por mucho tiempo por sus magníficos ajustes para haber hecho lo que aquí han logrado.
Dallas Buyers Club es el relato de una enfermedad, pero también lo es de una cultura del consumo en la que todos, sin excepción, terminamos inmersos por los tentáculos aberrantes de unas políticas gubernamentales que alaban a Dios pero le hacen hostias al diablo.
Película con gran tono, definida en los detalles que hacen que nuestra mente se arme sus juicios e interpretaciones. No está hecha para juegos, apunta a un lugar en la crítica del mundo actual tras el advenimiento del SIDA y sus consecuencias.
Valetamayo
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4 de febrero de 2014
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“La muerte hace preciosos y patéticos a los hombres. Éstos conmueven por su condición de fantasmas; cada acto que ejecutan puede ser último; no hay rostro que no esté por desdibujarse como el rostro de un sueño. Todo, entre los mortales, tiene el valor de lo irrecuperable y de lo azaroso.” (Jorge Luis Borges, ‘El Aleph’)

Lástima que Jean-Marc Vallée haya elegido un inicio un tanto perezoso para ‘Dallas Buyers Club’, creo, es su principal y único defecto. Si bien es realmente impactante ver a Matthew McConaughey en un estado de semejante decrepitud (el de Ron Woodroof, un cowboy escuálido de tantas drogas, alcohol y mujeres), también es cierto que es lo mejor que ofrece la película en su primera mitad. Es verdad, esta primera parte esta avocada casi exclusivamente a contextualizar el tema que tratará con mayor fuerza en la segunda parte, además de caracterizar a Ron Woodroof y el ambiente en el que se mueve, uno donde la hombría está permanentemente en disputa, donde se es tan hombre como mujeres se pueda coger, donde la homofobia es un requisito y el sida es fruto de la “peste rosa”, frase muy de moda entre el desconocimiento, la ignorancia y la (cómoda-conservadora) falta de difusión sobre esta enfermedad durante la década del ochenta. Encima, Ron Woodroof es un personaje tan antipático en esta primera parte que es muy difícil identificarse con él, y se crea una distancia, por momentos, demasiado amplia entre la historia y el espectador. Pero todo empieza a cambiar al cabo de una hora.

El giro inicia con la aparición de Rayon (un Jared Leto impresionante) y la introducción de un subtema que termina siendo uno de los principales y, tal vez, el más jugoso por lo polémico: el negocio de los medicamentos (algo ya conocido, pero que no deja de sorprender por lo macabro de todo el asunto). Apenas pasada la hora de película estos dos ingresos parecen pasajeros, pero se imbricarán definitivamente luego de que un Ron moribundo termina dando con un doctor, tan ilegal como él, en México. Como en la cita de Borges, la gran virtud de Jean-Marc Vallée es hacer de ‘El club de los desahuciados’ (título en Argentina, poco feliz para mi gusto) una película que se dedica a convertir un personaje desde lo patético a lo precioso, gracias a su sentido de supervivencia (o el miedo a la muerte). Allí donde está la crisis también está la oportunidad, y Ron la aprovecha para empezar un negocio que, sin quererlo al principio, guarda algo de bondad, de búsqueda de verdad y justicia y, sobre todo, de esperanza. Ron se nos va haciendo más cercano, más amable, en parte gracias a Rayon, otro poco gracias a la doctora Eve (Jennifer Garner) e, incluso, gracias al policía Tucker (Steve Zahn), quienes hacen de una suerte de intermediarios entre el público y Ron, sacando lo mejor de él para mostrarnos a nosotros. Porque un farsante también puede ser un artista, siempre y cuando tenga la gracia de este Ron Woodroof-McConaughey.

www.quecinemirar.blogspot.com
gonzafer85
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6 de febrero de 2014
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Dallas Buyers Club narra las peripecias para sobrevivir de Ron Woodroof, un tejano homofóbico y mujeriego al que le diagnostican SIDA, y le dan no más de 30 días de vida, entonces Ron intentara de todas las maneras posibles alargar su vida, probando desde a AZT hasta medicamentos suplementarios para mejorar en lo que pueda su calidad de vida, lo que más se puede destacar en el filme es la buena y entregada interpretación de Mathew, crea un personaje sensible a los cambios y al nuevo y moribundo mundo que descubre, el representa en muchos niveles la definición de fragilidad humana, aparentada con una figura de macho inmune, que defiende su sexualidad y virilidad como si de eso dependiera su vida, es tan bueno toparse con una actuación de este estilo, mi pensamiento es cuando en un filme o una obra de teatro logra hacerte olvidar el actor o actriz, entonces la magia de la interpretación surgio su efecto, y esto pasa en DBC, otra actuación destacable es la participación de Jared Leto, es un actor que debido a su fama musical se aleja de las pantallas, pero cada vez que regresa demuestra que tiene talento para explotar. El filme critica por encima, el detestable actuar de las farmacéuticas, al ver la salud como un negocio, el que puede pagar puede salvarse el que no, que muera, estos son pinceladas argumentales que calzan bien con la vida del personaje central y su actuar, el filme en sí, no ofrece una experiencia nueva, en realidad es un poco más de lo visto, pero bastante bien realizado, vale la pena el tiempo para verla.
CINELOCURA
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10 de febrero de 2014
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Cuando al ver una imagen ves que transmite, que te hace sentir... sabes que algo está creciendo en ti... Impactante, sensible, osca a ratos, sin tapujos y vehementemente interpretada... no puedes más que empatizar, a veces horrorizar y otras agradecer. Magistral trabajo de Mattew y Jared, sin ornamentación se introducen en la piel de la fuerza, y del dolor, mimetizan sus personajes, crecen en ellos, evolucionan y arrancan un desgarrador sentimiento en el espectador. Chocan las contradicciones, con un guión bien estructurado, diálogos naturales y abigarrados, y una secuencias bien escogidas, hace que el espectador fluya, la historia permanezca, la trama se asienta. Cuando el poso de la narración queda, te das cuenta de que algo bien está hecho.
Bolseiro
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15 de febrero de 2014
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Si se puede hablar de un actor mucho y para bien en este comienzo de 2014, yo con total seguridad lo haría sobre Matthew MacConaughey. Cerró 2013 trabajando en un normalito guión para Mud, de Jeff Nicols, haciendo que la película, junto a una estupenda pareja de jóvenes protagonistas, mantuviera el correcto y debido interés hasta el final del filme. Eso en cuanto a 2013 –y que yo haya visto–. En 2014, sus trabajos nos llegan en forma de tsunami. Trabajando como detective en la serie de HBO True Detective –densa, lenta, asfixiante, fantástica…–, interpretando al detective Rus Cohle, junto a otro genial Woody Harrelson. Lo podemos ver también en el comienzo de El lobo de wall street, dando muestras nuevamente de su estado de gracia. Y como no, en el papel de Ron Woodroof, en Dallas buyers club, convirtiéndolo a este chico de Texas, en una de las principales alegrías cinematográficas actualmente. Al espectador, sólo le queda frotarse los ojos ante tal despliegue de majestuosidad interpretativa. Asombroso el papel de Cohle en la serie mencionada, como fascinante el papel de Woodroof por el que ha sido nominado al Oscar (cosa que importa bien poco).

Dallas buyers club arranca con el diagnostico a Ron Woodroof después de un accidente laboral, pero claro, quién demonios presagiará el resultado de las pruebas correspondientes. Tiene el virus del SIDA, se le prescribe un fármaco altamente tóxico y se le pronostican 30 días de vida (secuencia en el hospital –gracias a sus diálogos y caracterizaciones– imborrable). Reacio a aceptar esa sentencia de muerte, Woodroof se introduce en el mundo de los fármacos clandestinos y acaba convirtiéndose en el mayor promotor de un tratamiento no aprobado legalmente que no solo le alivia de la enfermedad, sino que también prolonga su vida. Woodroof inicia una batalla contra la Administración de Alimentos y Medicamentos, y da pie a una campaña de concienciación sobre la desinformación del Gobierno para ayudar a todas las víctimas silenciosas que sufren el virus del SIDA.

Con una dirección correcta de Jean-Marc Vallée, director de la magnífica C.R.A.Z.Y, una banda sonora muy vaquera (ya saben, country, rock sureño, rock…), un actor secundario, y amigo/compañero de ventas de Woodroof, Rayon (Jared Leto), inmenso. Sin palabras me quedo para calificar el papel de éste. Sencillamente fabuloso. Una Eve (Jennifer Garner), luchando por estar a la altura de sus compañeros, y un guión (hecho por Craig Borten y Melisa Wallack) que sin ser nada del más allá, hacen de la película el conjunto perfecto para ser un buen y entretenido trabajo. Pero lo de MacConaughey y Leto –me repito y reitero– aquí es para medicarlos aparte. Es difícil no sucumbir ante dos papelazos de dos actorazos que se meriendan dicho trabajo, literalmente.

Emotiva por momentos, divertida, con situaciones donde el heterosexual y el transexual –ellos mismos se encargan de esta etiqueta– allá por donde van, sólo dejan rastros de genialidad –y no sólo cómica, lo que les venga en gana o papel–, interesante, y con toques dramáticos con la dosis justa para ir alimentándonos durante todo el metraje y tenernos enchufados a la pantalla sin parpadear. Fiestas locas, lucha por el reconocimiento de una verdad y la de muchas vidas a las que poder ayudar, interpretaciones de lujo y un final…

Mi web: cinemaunderground.net
David
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